Londres; Invierno, Enero 1969
Los chicos habían
comenzado a grabar un documental de sus sesiones de grabación, se llevaba a
cabo en los estudios
cinematográficos de Twickenham en Londres. George había abandonado el grupo,
pero tras el convencimiento de todos decidió regresar.
Dejando a un
lado la frustración de cada uno y el menosprecio que sentía George por parte de
los demás, el 30 de Enero a la hora del almuerzo se dio un concierto en la
azotea de Apple Corps.
En aquel
momento me encontraba allí junto con Heidi, Merce que ya llevaba un mes de
embarazo y Yoko.
Lo más
extraño de todo fue que en el momento que se pusieron a tocar delante de todos
los edificios de Londres, esa amistad que parecía fracturada se reparó. Las
sonrisas, los gestos de complicidad y las carcajadas volvieron a aparecer entre
ellos.
Tocaron cinco
canciones que habían estado ensayando durante los últimos días y que en un
futuro incluirían en el álbum Let it be.
Fueron unos
minutos memorables, que tristemente finalizaron cuando la policía tuvo que
intervenir por las quejas.
Durante esos
minutos me centré en como Paul disfrutaba tocando en directo junto a sus
compañeros, la gente observaba desde la calle, las ventanas y otros tejados
curioseando lo que estaba ocurriendo.
Pero tras
finalizar el concierto en la azotea, todo volvió a ser como antes, John fue el
primero que dio por finalizado el día en los estudios y se marchó a casa junto
con Yoko, Heidi continuó haciendo papeleos en su despacho y tras marcharse John
Ringo hizo lo mismo con Merce, que me dijo que me llamaría.
Paul: ¿Te vas
a quedar un rato más? – Le preguntó a Geo que estaba guardando la guitarra.
George: No. –
Murmuró – Ya me marcho a casa.
Paul: Mañana
podríamos… - Comenzó a decir.
George:
Déjalo Paul. – Le cortó.
Tras
pronunciar esas dos palabras cogió su abrigo, nos hizo un gesto de despedida
tanto a mí como a Martin y salió a la calle.
Tu: ¿Quieres
que nos vayamos a casa Paul? – Le susurré acariciando su hombro.
James
simplemente asintió y recogió su abrigo que estaba encima del piano, nos
despedimos de George Martin con la mano y salimos a la calle, donde el ambiente
estaba un poco alborotado tras el concierto.
Entramos en
el coche que teníamos aparcado justo enfrente, la gente cuchicheaba y sonreían
tras lo que acababa de pasar en la azotea. Supuse que algunos estarían alegres
tras ver años después a sus ídolos tocando en directo para la gente, otros
enfadados por las molestias de ruido causadas.
Tu: Has
disfrutado. – Le susurré de camino a casa.
Paul: Si. –
Asintió – No tengo porque negarlo.
Lo que
quedaba de camino lo pasamos en silencio. Últimamente nuestra relación iba
paralela a lo que sucedía en el grupo, si las cosas iban maravillosamente bien,
nosotros íbamos igual, pero en cambio si las cosas eran tensas y había
discusiones, nuestra relación se descontrolaba.
Tu: Gracias
por quedarse un par de horas más. – Le agradecí nada más entrar al salón a la
señora Smith.
Sra. Smith:
No importa querida. – Dijo sonriente – Os he preparado la cena y John ya ha
cenado.
Paul: Muchas
gracias señora Smith. – Dijo cogiendo al pequeño en brazos.
Sra. Smith:
No tiene importancia. – Cogió su abrigo y la acompañé hasta la puerta – Buenas
noches querida.
Tu: Buenas
noches, tenga cuidado. – Le dije despidiéndome de ella.
Cerré la
puerta y me acerqué al salón, donde John reía en las piernas de Paul.
J. Stuart:
¿Había mucha gente? – Preguntó sonriente.
Paul: Mucha.
– Dijo Paul asintiendo – Nos miraban desde otros tejados, desde las ventanas y
desde el suelo.
J. Stuart:
¡Vaya! – Exclamó.
Tu: ¿Ya has
cenado? – Le pregunté aunque sabía la respuesta.
J. Stuart:
Si. – Asintió.
Tu: ¿Y te has
portado bien? – El pequeño volvió a asentir – Así me gusta. Creo que ya va
siendo hora de que vayas a dormir. Mañana tienes que madrugar para ir al
colegio.
Nos puso una
cara de tristeza tanto a Paul como a mi, pero no nos rendimos tan fácilmente.
Paul: Venga
ves a acostarte a la cama, y ahora subo a contarte un cuento. – Sonrió.
J. Stuart:
¡Vale! – Chocó sus manos felizmente y subió las escaleras.
Subí junto a
él para acostarle en la cama y me cambié de ropa, escuché como Paul subía y entraba
en la habitación de John.
Paul: Y
después el dragón intentó que el caballero no escapara con el tesoro del
castillo. – Le contaba.
J. Stuart:
¿Y? – Preguntaba ansioso.
Paul: Pero el
caballero corría muy deprisa y se escondió detrás de una puerta, donde el
dragón no le alcanzaba. – Le explicó – Entonces consiguió salir del castillo y
meterse dentro del coche para adentrarse en el bosque.
Tu: ¿Dentro
del coche? – Le pregunté a James – En la época medieval no habían coches.
Paul: ¿Quién
ha dicho que no? – Preguntó levantándose de la cama – Es mi historia y en mi
historia si que habían coches.
Me comencé a
reír y tras dar un beso de buenas noches a John bajé junto a Paul a cenar.
Tu: ¿Te das
cuenta? – Le pregunté mientras cenábamos.
Paul: ¿De
qué? – Me miró extrañado.
Tu: De lo
feliz que estás hoy Paul. – Expliqué – Hoy estás feliz por como ha ido el día
en los estudios. Otras muchas veces nada más llegar a casa ni cenas, te vas
directo a tu estudio y te encierras sin dar señales de vida.
Paul se
limitó a observarme sin decir nada, porque sabía que en el fondo tenía razón.
Tu: Cuando
las cosas van mal en el grupo tú lo juntas en casa, cuando las cosas van
perfectamente también se nota. – Me sinceré – Paul me imagino como te sientes,
tú quieres que todo marche bien, que siga hacía delante, que nunca acabe.
James seguían
sin decir nada, simplemente miraba con los cubiertos en la mano.
Tu: Lo único
que quiero es que no lo pases mal, si los proyectos no salen como tú te esperas. – Dije casi en
un susurro – Quiero verte feliz, y quiero que llegues a casa sonriente que
pases tiempo con John, te has convertido en un padre para él, incluso antes de
estar juntos. No quiero que vuelva a perder a otro.
Con tono
triste finalicé la última frase, donde Paul por fin reaccionó y cogió mi mano
por encima de la mesa.
Paul: No lo
volverá a perder Charlotte. – Negó con la cabeza – Creo que tienes razón en lo
que has dicho, he pasado muchos días encerrado y sin ser yo mismo, por culpa de
todo lo que sucedían en el trabajo. No sabes cuanto lo lamento.
Fue una noche
como las de antes, como la de los primeros días, una noche feliz llena de
alegría y amor.
Pero estaba
claro que las cosas en los estudios no iban a ser igual, el ambiente de tensión
volvió, pero ahora en vez de discutir, básicamente no se dirigían la palabra,
simplemente para lo necesario.
En el mes de
Enero había salido el LP de Yellow Submarine, y meses después saldría Abbey
Road…
Wow.
ResponderEliminarA veces es triste que todo tenga un final. Me encanta tu fic, es genial! Felicidades has logrado llegar muy lejos :)
Cuídate, saludos!