21 de octubre de 2012

40. Tonight.

HOLA A TODO EL MUNDO. BUENO ME GUSTARÍA PEDIROS UN PEQUEÑO FAVOR ANTES DE QUE COMENZASEIS A LEER. CONOZCO LAS VISITAS QUE SON HECHAS A MI BLOG, PERO REALMENTE NO CONOZCO A TODAS LAS PERSONAS QUE LO LEEN, POR LO QUE ME GUSTARÍA QUE AUNQUE SEA UN PEQUEÑO O MINI COMENTARIO PUSIERAIS EN FINAL DE ESTA ENTRADA. ME HARÍAIS MUY FELICES. Y AHORA DICHO ESTO, OS DEJO LEER ESTE CAPÍTULO. 


United States; Verano, Agosto 1964

Me encontraba en mitad del camerino donde los chicos se estaban preparando bajo un rotundo silencio que Brian rompió.
 
B. Epstein: Voy a ver como van las cosas y ahora vengo a avisaros. – Chocó sus manos.

Ninguno respondió a lo que acababa de decir Brian, y siguió presenciando la escena que estaba sucediendo.

Richard se acercó a Merce, ya que fue el único que no la había saludado nada más entrar. Posó su mano en su nuca con gesto nervioso y le ofreció la otra mano a Merce, para que se la estrechara.
Ella educadamente y con una pequeña sonrisa en la cara se la estrechó.

Ringo: Me alegro que estés bien. – Tartamudeó con nerviosismo.

Merce: Yo también que tú lo estés.

John se puso a mi lado y se acercó para susurrarme en el oído.

John: Y ahora se acercan y se besan. – Susurró.

Tu: Sh. – Le advertí.

Ringo: ¿El trabajo te va bien? – Preguntó.

Merce: Si, muy bien. – Asintió – Por lo que veo a ti también.

Ringo: Si, si. – Dijo rápidamente.

Otro silencio incómodo se produjo en la pequeña sala, pero Merce supo como salir de él.

Merce: Chicos, me gustaría comentarios algo. – Le dijo – Bueno no sé si lo sabréis, pero conocí a Bob Dylan y bueno, mantengo una pequeña amistad con él.

George: ¿Mantienes una pequeña amistad con Bob Dylan? – Preguntó interesado.

John: ¿Seguro que amistad? – Movió rápidamente las cejas.

Tu: ¡John! – Le pellizqué.

John: ¡Ay! – Gritó.

Merce: Bueno, a lo que iba. – Volvió a comenzar. – Él se entero que antes trabajaba muchos artículos con vosotros, y me propuso que si podía conseguirle una reunión con The Beatles cuando viniesen a Nueva York.

Paul: ¿Estás queriendo decir que si aceptamos tener una reunión con Bob Dylan? – Preguntó descruzando sus brazos.

John: ¡Por supuesto! – Saltó emocionado – Nos encantaría conocerle. ¿No?

George: A mi me parece estupendo. – Asintió sonriente - ¿Dónde sería?

Merce: Bueno, tendría que hablar con él esta noche, pero me imagino que en vuestro hotel se podría organizar. – Expuso.

Paul: Me parece bien. – Asintió - ¿Deberíamos comentárselo a Brian?

Merce: Ya se lo comento yo más tarde. – Se ofreció.

La puerta se abrió y por ella apareció Brian indicando que ya era hora de que fueran saliendo para el escenario.

John: ¿Hablaste con Heidi? – Me preguntó camino al escenario.

Tu: Si, hable con ella cuando llegué al hotel. – Le expliqué.

John: Perfecto. – Asintió dándome un beso rápido para después correr hacía el escenario.

Me dirigí con Merce hacía la zona donde teníamos reservados los asientos y así pudimos disfrutar de un concierto, en el cual se produjo algún altercado. Uno de ellos cuando una fan subió al escenario para abalanzarse sobre George Harrison, por lo que un par de  jefes de seguridad tuvieron que intervenir y el concierto continuó sin incidentes.

Me pude fijar como Merce observaba atentamente cada movimiento que hacían los chicos, en especial cada movimiento de Ringo. Sabía que había sido complicado para ella tener que entrar en aquel camerino donde se encontraban, pero eso sería un paso para superarlo aún más. O tal vez no.

Tras finalizar el concierto los chicos salieron casi corriendo del escenario para marcharse otra vez a su camerino, al cuál nos dirigíamos ahora nosotras.

John: ¿Qué os ha parecido? – Preguntó con los brazos abiertos.

Merce: Increíble. – Sonrió.

Tu: Espectacular. – Dije abrazándole.

John: ¿Habéis visto que encanto? – Dijo haciendo que me pusiera roja.

Ringo: ¿Os habéis fijado en la fan que no se despegaba de George? – Rió.

Paul: Podrías haber quedado con ella más tarde. – Asintió – Era guapa.

George: ¿Crees que era el momento más oportuno de quedar con ella? – Dijo molesto – Y luego dice que no es mujeriego.

Paul: No soy mujeriego. – Se quejó.

Ringo: Ya habéis vuelto a sacar el tema. – Suspiró – No lo eres Paul.

Merce: ¿Quién dice que lo seas? – Preguntó extrañada.

Paul: La encantadora señorita de John. – Me señaló.

Tu: A ver, tal vez me confundí de palabra. – Me excusé – Quise decir, muy amigable con mujeres. ¿No?

Paul: Déjalo, ya lo dijiste. – Alzó los brazos – No hay vuelta atrás. Eso hirió mi corazoncito.

Me acerqué a Paul con un gesto triste con el cuál, él no pudo evitar sonreír.

Tu: No quise herir tu corazoncito. – Le expliqué - ¿Me perdonarás?

Paul: Me lo tengo que pensar. – Dijo guardando su Hofner. – Eso me llevará tiempo, mucho tiempo. En el cuál tú deberás demostrarme que no querías herir mi corazoncito.

Tu: ¿Y como piensas que puedo demostrarte eso? – Pregunté interesada.

Paul: Tal vez demostrando que me tienes aprecio. – Sonrió.

Tu: Sabes que te tengo aprecio Paul. – Sonreí.

John: Yo también te tengo aprecio. – Intervino levantado la mano.

Paul: Ya lo sé John. – Rió.

Ringo: ¿Y a mi nadie me tiene aprecio? – Rió alzando la mano.

Aquella pregunta hizo que todas las miradas fueran a parar a Merce, que dejó el vaso de agua que estaba bebiendo y salió por la puerta con la escusa que tenia que hablar con Brian sobre lo de Bob.

Ringo: Gracias por traerla hoy. – Dijo con enfado - ¿Nadie podía habérmelo dicho? Me la he encontrado de sorpresa. No sé que tendréis en vuestras mentes, pero no quiero escuchar ningún comentario sobre ella estos días.

George: Tranquilo Ringo, no haremos ningún comentario sobre ella. – Le prometió.

John: Yo no prometo nada. – Se encogió de hombros – Tal vez se me pueda escapar alguno.

Ringo salió enfurecido de la pequeña habitación y se dirigió el primero para subir en los coches que nos esperaban a la salida.

John: Creo que estos dos días van a ser interesantes con estos dos. – Asintió - ¡Ah! Y con Bob Dylan, me gusta este triángulo amoroso.

Tu: John, ten tacto al tratar del tema. – Le pedí – Y más estando Richard y Merce delante. Que no ha sido fácil para ninguno de los dos.

John: Vale, bella dama. – Asintió con cansancio – Lo haré por usted.

Paul: ¿Esta noche salimos? – Preguntó subiendo al coche - ¡Ah! Por cierto, quería pediros perdón al interrumpir esta tarde en vuestro dormitorio.

Tu: No importa Paul. – Dije sonriente.

George: ¿Qué ha pasado esta tarde? – Preguntó interesado.

John: Paul, que es muy oportuno cuando quiere. – Le señaló con el dedo.

George rió y removió el pelo de Paul, a lo que él se quejó y se puso a peinarse otra vez.

Paul: ¿Entonces esta noche saldremos? – Volvió a insistir.

John: No querrás que te vuelva a pasar lo mismo que en el tour pasado. – Arqueó las cejas.

Paul no dijo nada, simplemente agachó la cabeza y miró por la ventana mientras se mordía las uñas.

Tu: John. – Susurré.

John: Disculpa Paul. -  Agachó la cabeza avergonzado – No quise decir eso.

Paul: Tranquilo John. – Esbozó una triste sonrisa – No importa.

John puso la mano en la hombro de Paul, como gesto de apoyo hacía él y este sonrió.

John: Yo no saldré esta noche. – Informó – Me quedaré en el hotel con Charlie.

George: Lo suponíamos. – Asintió.

Llegamos al hotel, donde Merce nos informó que esta noche sería la mejor para que los chicos pudiesen ver a Bob Dylan, en vez de mañana.

Por lo que aceptaron y marcharon a esperar al chico de Duluth, en la habitación de Paul.

B. Epstein: No tardará en llegar. - Dijo interesado.

Me encontraba sentada justo al lado de John en el sofá, el cuál tenía sus dedos entrelazados conmigo.

John: ¿Me das un beso? – Preguntó poniendo una mirada interesante.

Tu: Me lo tengo que pensar. – Susurré.

John: Que decepción que te lo tengas que pensar. – Murmuró.

Tu: Ya me lo he pensado. – Le dije.

John: ¿Y a que conclusión has llegado? – Preguntó arqueando las cejas.

Aquella pregunta se la respondí con el beso que me había pedido, un beso lento y fuera de miradas ajenas.

John: Me ha gustado a la conclusión que has llegado. – Sonrió.

Unos golpes en la puerta hicieron llamar nuestra atención y nada más abrirla el chico de Minnesota apareció con su pelo rizado y llevando unas gafas de sol. Sinceramente era atractivo, tal y como había comentado Merce.

Los chicos se acercaron a saludar, y me levanté detrás de John para saludarle educadamente.

Bob: Encantado John. – Le estrechó la mano mientras fumaba – Creo que ya iba siendo hora de que nos conociéramos.

John: Pienso lo igual. – Asintió.

Bob: ¿Esta preciosa chica es Charlotte? – Preguntó dándome dos besos – Había escuchado hablar de ti, pero nunca te habían descrito tan encantadora.

Tu: Gracias. – Me sonrojé tras cada una de sus palabras.

Vi como entraba Merce junto a Brian Epstein, y decidimos que sería mejor dejar a los cinco para que entablaran conversación tranquilamente.

Merce: ¿Qué te apetecería hacer? – Dijo sonriente – Tenemos todo Nueva York para nosotras solas.

B. Epstein: No regreses muy tarde Charlotte. – Avisó – E ir con cuidado por donde vais.

Merce: Tranquilo Brian. – Rió.

Salimos a la calle donde estaba el taxi que habíamos pedido, del cielo empezaron a caer pequeña gotas de lluvia, que nos podían estropear la noche. Pero Merce sabía que no.

Merce: Tranquila, esta lluvia no nos estropeará la noche. – Me dijo – Al 229 Este de la Calle 43, por favor.

Tu: ¿Dónde me llevas? – Pregunté con curiosidad, ya que me había hecho vestirme de gala completamente.

Merce: A una fiesta. – Sonrió.

El coche nos dejó justamente en la entrada al edificio donde trabajaba Merce, parejas vestidas de etiqueta iban entrando.

Merce: Gracias por traernos. – Le dijo - ¿Vamos?

Entré junto a Merce, era un edificio precioso, la fachada era blanca y se encontraba en una zona única de Nueva York.

Merce: Es una fiesta privada de la empresa. – Me susurró anda más entrar – Y tú eres mi acompañante.

Le sonreí y la seguí subiendo por el ascensor, me explicó que todos intentarían impresionar con sus anécdotas, pero que estuviera calmada, que seguro que tendríamos mejores.

Estuvimos charlando con compañeros de Merce, tomando champán y escuchando anécdotas de todo tipo aquella noche. Por fin supe como era una fiesta Neoyorkina.

La noche pasó rápida, y nos dimos cuenta que ya era de madrugada y que sería lo más aconsejable regresar al hotel.

Merce: ¿Cogemos un taxi? – Dijo saliendo del edificio.


-   ¿Le pido un taxi? – Preguntó el hombre encargado de la puerta.

Merce: Si, gracias. – Asintió.

El taxi no tardó en venir, mientras nos resguardábamos del increíble chaparrón que estaba cayendo por aquel entonces.

Tu: Lluvias de verano. – Dije quitándome el abrigo dentro del coche. - ¿Crees que habrán congeniado?

Merce: Creo que si. – Asintió – O por lo menos eso espero.

El taxista nos dejó justamente en la puerta del hotel, donde un encargado vino a rbirnos la puerta con un paraguas.

Tu: Gracias. – Sonreí – Será mejor que subamos cuanto antes y nos sequemos. ¿Subimos a mi habitación y ahora más tarde vamos a verlos?

Merce: Sí, así puedo secarme un poco. – Dijo subiendo en el ascensor – Tal vez se pregunten donde estamos.

Tu: No creo. – Negué – Tal vez se lo pregunte Brian, pero no los demás.

Comenzamos a reír a la vez que abría la puerta de mi habitación, pero unas risas nos hicieron dar cuenta que alguien salía de una habitación que no pertenecía a nadie.
Nos giramos y vimos salir a Bob y a los chicos de allí, mientras un par de policías vigilaban la salida de escalera.

Bob: ¡Vaya! – Exclamó – No sabíamos donde os habíais metido.

Merce: ¿Qué hacéis saliendo de ahí? – Preguntó extrañada.

John: Nos gustaba más esta otra habitación. – Rió a conjunto con Bob.

Tu: ¿Os encontráis bien? – Pregunté con los ojos entornados.

Ringo: Por supuesto que si. – Rió - ¿Por qué no nos íbamos a encontrar bien? Estoy feliz.

B. Epstein: ¿Os lo habéis pasado bien? – Preguntó sonriente - ¿Dónde habéis estado?

Tu: Merce me llevó a una fiesta de su empresa. – Le expliqué extrañada por sus comportamientos.

Bob: Suena realmente divertido. – Soltó a carcajada limpia.

John: Muy interesante. – Asintió sonriente.

Vi como Paul salía con una pequeña libretita y un lápiz en la mano, escribiendo concentrado algo en ella.

Merce: Yo creo que va siendo hora que me vaya a casa. – Murmuró - ¿Crees que estarás bien con ellos?

Tu: Creo que si. – Asentí desconfiada de mi respuesta.

Merce: Adiós chicos. – Se despidió con la mano – Mañana ya nos veremos.

John: ¡Adiós Merce! – Rió.

Bob: ¡Mañana te llamo! – Chilló.

Merce hizo un gesto con la mano de despedida otra vez, arqueé las cejas y vi sus caras sonrientes, excepto la de Ringo que echó a correr detrás de ella.

John: Oye Charlie…

Tu: No quiero saber nada. – Dije con enfado – Y hoy duermes con Paul.

Paul: ¿Duermes conmigo? – Preguntó sonriente, pero desconcertado.

Entré en la habitación y cerré de un portazo, no quería saber nada de lo que había pasado en esa habitación, y la verdad es que ya lo intuía.

Narra Merce

Bajé por el ascensor del hotel después de haber visto aquella situación en la que sabía perfectamente quién había sido el culpable, aunque todos tenían parte de la culpa por aceptar.

Con las manos en los bolsillos salí por la puerta del hotel cuando escuché como alguien gritaba mi nombre detrás de mi. Me giré y vi como Ringo corría hacía mi para alcanzarme.

Bajó el pequeño techado del Hotel, me quedé parada y extrañada esperando que me dijera que era lo que quería.

Yo: ¿Qué ocurre? – Pregunté desconcertada.

Ringo: No lo sé. – Dijo encogiéndose de hombros.

Yo: Me refiero que por qué me has seguido. – Le expliqué.

Ringo: No tengo ni idea. – Negó con la cabeza.

Miré hacía el cielo y vi que me iba mojando cada vez un poco más, al igual que él, las gotas caían sobre mi cara.

Yo: Bueno, yo será mejor que me vaya. – Dije caminando hacía un taxi.

Ringo: No, espera. – Cogió mi brazo.

Yo: ¿Por qué? – Pregunté – Si no sabes ni porque estás aquí. Y mira en que condiciones estás, mañana no recordarás nada.

Ringo pasó sus manos por la cara, llena de gotas de lluvia.

Ringo: Si he corrido detrás de ti es por algo. – Dijo serio.

Hubo un silencio entre los dos, donde solo se escuchaban los coches pasar y las gotas de lluvia chocar contra el suelo y el asfalto.

Ringo: ¿Tienes una relación con Bob? – Preguntó seriamente.

Yo: ¿A que viene ahora eso Richard? – Pregunté suspirando – Entra dentro y ves a descansar, será lo mejor.

Ringo: Responde a mi pregunta. – Zanjó.

Yo: No es una relación, digamos que tenemos algo, pero no es una relación seria. – Le expliqué tontamente, porque se le olvidaría mañana - ¿Algo más?

Ringo: Sí. – Asintió - ¿Le quieres?

Yo: Richard…

Ringo: Responde a mi pregunta. – Dijo molesto, pero con lágrimas en los ojos - ¿Le quieres?

Me quedé pensativa, y cerré los ojos con fuerza.

Yo: Creo que si. – Asentí.

Ringo: Eso es todo. – Murmuró cabizbajo.

Vi como se giraba y caminaba al hotel, yo me di la vuelta y busqué un taxi libre bajo la lluvia.

Ringo: ¡Bueno, no! – Gritó haciendo que me diese la vuelta – Eso no es todo. ¿Sabes que estuve ingresado en el hospital? Un mes después o semanas de que tú te marcharas. Estuve esperando una sola llamada, o a alguien diciendo que tú te habías preocupado por mi. Pero eso nunca me llegó.

Yo: Richard no tenía ni idea. – Murmuré con los ojos como platos – Te prometo que no tenía ni idea.

Ringo: ¡Porque no te interesaste por mi! – Chilló alzando los brazos – Si lo hubieras hecho no te hubieras ido de  Londres, y aún estarías allí.

Sabía que todo esto no me lo diría si estuviera sobrio, pero ya me estaba haciendo enfadar.

Yo: ¿Cómo? – Pregunté – Fuiste tú el que no quería saber nada más de mi, el que dijo que rehiciera mi vida, que él ya lo había hecho, que él ya había pasado página. ¿O no lo recuerdas?

Ringo: Y bien que a has rehecho con Bob Dylan. – Musitó con enfado.

Yo: ¿Entonces que es lo que te propones? – Pregunté de brazos cruzados, mientras resbalaban las gotas por mi cara.

Ringo: No lo sé. – Murmuró – Pero ahora mismo solo me propongo una cosa.

Me quedé parada observándole, pero antes que me diera cuenta estaba justo enfrente de mí cogiendo mi cara con sus manos y juntando sus labios con los míos por primera vez.
Un dulce y pequeño roce detrás de otro, iban creando el beso perfecto que tantas veces había soñado.
Cuando reaccioné llevé mis manos a su cara para no permitir que se separara de mí, y bajo la lluviosa noche de Agosto en Nueva York, nos dimos el primer beso.

19 de octubre de 2012

39. New York City.


United States; Verano, Agosto 1964

Acabábamos de llegar al aeropuerto de Nueva York bajé del avión junto a John que rápidamente tomó mi mano para que bajase junto a él. Miles de fans inundaban los alrededores, llevaban pancartas donde expresaban lo que sentían hacía ellos y ellos felices las leían, señalaban y saludaban.

John: Te va encantar. – Me dijo sonriente – Los anteriores conciertos que dimos ya fueron un espectáculo, imagínate estos en Nueva York

Yo feliz porque él lo era, asentí y entré dentro del coche que nos estaba esperando para llevarnos al hotel que nos hospedaríamos.

Había hablado días antes con Merce, mientras estábamos ya de gira en Estados Unidos, y habíamos propuesto quedar estos dos días que me iba a encontrar en Nueva York.

Nada más llegar al hotel nos dieron las supuestas habitaciones, con las cuales tendríamos un problema.

John: ¡¿Qué es esto Brian?! – Se quejó John con la llave en la mano - ¿Te crees que voy a dormir con Paul?

B. Epstein: Creo que será lo más conveniente. – Asintió seriamente.

Tu: ¿Entonces yo con quien duermo? – Pregunté extrañada.

B. Epstein: Tu tendrás tu propia habitación. – Asintió.

John: Bueno pues me haré hueco en tu propia habitación. Estúpido. – Cogió su maleta y tras cogerme de la mano subimos por el ascensor – No sé que se piensa este estúpido.

Tu: John, no seas tan cruel con él. – Le admití.

John: No es crueldad, es que me saca de mis casillas. – Afirmó con enfado.

Nada más llegar a la habitación ordené, lo que traía en las maletas y me dispuse a llamar a Merce por teléfono.

Merce: ¿Dígame? – Preguntaron por la otra línea.
Tu: Merce, soy Charlotte. – Dije emocionada.
Merce: ¡Charlotte! ¿Ya estás en Nueva York?
Tu: Si, acabamos de llegar, nos hospedamos en el hotel ahora mismo. – Le informé.
Merce: ¿En cuál estáis? – Preguntó interesada.
Tu: En el Delmonico. Creo – Miré a John y este asintió.
Merce: ¡Ah! Perfecto. – Exclamó – Mira esta casi al lado de Central Park, si quieres podemos quedar en la entrada, que tienes más cercana.
Tu: Vale, por mi bien. – Asentí - ¿Sobre que hora podrías quedar?
Merce: ¿A eso de las cinco de la tarde? – Me preguntó.

Concerté por fin la cita con ella, y bajé junto a John al salón para comer.

John: ¿Le vas a decir algo a Ringo? – Me preguntó interesado.

Tu: Él no quiso saber nada de ella John. – Le expliqué - ¿Por qué debería de decírselo?

John: No sé. – Se encogió de hombros – Es una amiga igualmente, Brian también la quiere ver e irás con ella al concierto de esta noche a parte.

Tu: Por eso Richard la verá en el concierto. – Asentí.

John: También es cierto. – Asintió.

Entramos al salón, donde había una mesa redonda preparada para comer, apartada de las demás.

B. Epstein: Pensábamos que tendríamos que ir a llamaros. – Dijo cruzando sus brazos.

George: Brian quería presenciar el espectáculo en directo. – Rió.

Tu: Lo siento, estaba hablando por teléfono. – Me disculpé.

Ringo: Por teléfono… - Sonrió mientras reía.

John: No mientras cielo. – Sonrió – Estábamos probando la cama.

Paul: Lástima, echaré de menos cuando tú y yo la probábamos por las noches. – Le susurró a John.

John: Siempre puedo ir a hacerte una intima visita. – Prosiguió con la broma.

Pedimos la comida, los camareros eran realmente atentos y no nos falto de nada.

-  ¿Le ha gustado el menú degustación? – Me preguntó amablemente.

Tu: Ha estado delicioso. – Respondí sonriente.

- Me alegro que a la señorita le haya agradado. – Me sirvió más agua en el vaso. – Sabe que cualquier cosa que necesite, aquí estoy para servirle.

John: Gracias, gracias. – Intervino mirándole fijamente – Cualquier cosa le avisaremos. Puede retirarse.

El camarero tras sonreír forzadamente se marchó a otra de las mesas.

John: Estúpido cerdo. – Murmuró.
 
Tu: John, el hombre solo estaba siendo amable. – Reí.

Paul: Eso es lo que quiere él que pienses. – Entrecerró los ojos y dió una calada a su cigarrillo – Se como va esto, yo lo hago muchas veces. Empiezas siendo amable, dejas que ella te pida algo, se lo concedes y atacas.

Ringo: Hazle caso. – Asintió – Es un veterano en estos casos.

Tu: Sinceramente hay veces, que pienso que no os conozco. – Me encogí de hombros – Aunque en el fondo lo sé. Conozco a cada uno de vosotros a la perfección, sé que Paul tiene un perfil de chico encantador, sabe como animar a un amigo y tratar a una mujer, pero a parte de eso es un mujeriego, sin ofender, que sabe como actuar con cada una para que acabe cayendo en sus redes. Sé que George tiene una silueta de chico callado, pero realmente conoce todas verdades que cada uno tenemos y si tiene que decir cualquier cosa no se la calla ni duda en hacerlo. Por otro lado Richard…

B. Epstein: Chicos deberíamos de irnos. – Informó.

Ringo: ¡Eh! – Se quejó – Que ahora me tocaba a mi.

John: A mi tampoco me ha nombrado. – Se encogió de hombros.

Paul: ¿De verdad crees que soy un mujeriego? – Preguntó acercándose a mi.

George: Todos lo creemos Paul. – Cogió su chaqueta – Admítelo de una vez.

Subimos por el ascensor a nuestras habitaciones.

Paul: Yo no soy un mujeriego. – Repitió – Solo trato bien a las mujeres, porque se lo merecen.

Tu: Ves como siempre sabes quedar bien. – Reí y le señalé.

Paul: Pero no soy un mujeriego. – Se encogió de hombros.

George: Nos va a dar lo que queda de viaje. – Bufó.

Ringo: No lo eres Paul. – Le tranquilizo. – Eres un hombre que se acuesta con mujeres, con una mayor cantidad. Pero no eres mujeriego.

Paul: ¡Hey! – Se quejó – Ya John también tiene una gran lista, y a él no le decís nada.

Miré con las cejas arqueadas a John que estaba a mi lado callado y que ahora mismo miraba con odio a la persona que acababa de decir eso.

Paul: Antes. – Rectificó – Ahora ya no.

John: Gracias Paul. – Murmuró y me miró – Antes, ahora ya no.

Salí del ascensor y caminé hacía la habitación seguida de John, que le hacía unas señas a Paul algo desagradables.

John: No te creas todo lo que dice Paul, dice muchas tonterías. – Puso las manos en su cintura – Yo no he estado con tantas chicas que él, él ha estado con más. Bueno ahora ya no, porque está con Michelle, pero antes él estaba con más.

Tu: No pasa nada John. – Le corté – Eras libre de hacer lo que quisieras cuando no tenías pareja. Todos lo hacíamos.

John: ¿Hacíamos? – Preguntó interesado. - ¿Tú también?

Tu: Claro. – Reí – Era una persona humana como todo el mundo.

John: Ya… - Asintió – Pero tú no había tenido relaciones, bueno me refiero que no te habías acostado antes con otros hombres. ¿No?

Abrí la puerta del armario para sacarme la ropa que me iba a poner esta tarde para quedar con Merce.

Tu: ¿Y eso que más da? – Le pregunté dejando las cosas encima de la cama.

John: Pues no sé. – Se encogió de hombros – A mi si que me importa, me gustaría saber si fui yo el primero o no, porque yo pensaba que sí que lo era.

En verdad estaba poniendo a prueba el interés y la paciencia de John con este tema.

Tu: Bueno, voy a darme una ducha. – Le dije entrando en el baño y cerrando la puerta.

Abrí el grifo del agua caliente y entré dentro de la ducha cerrando la mampara que la rodeaba. Pero la puerta se volvió a abrir dejando entrar a John por ella.

John: No me has respondido. – Dijo de brazos cruzados en mitad del baño.

Tu: ¿Te tengo que responder ahora? – Reí al verle ahí en mitad – Me estoy duchando.

John: Es verdad… - Asintió posando sus ojos en mi más fijamente – No hace falta que me respondas ahora. Pero con una condición.

Tu: ¿Cuál? – Pregunté.

John: Que me hagas un hueco junto a ti.

Narra Paul.

Me había quedado dándole vueltas a lo que acababa de decir Charlotte, me encontraba sentado encima de la cama de mi habitación sin poder parar de pensar aquello, mordiéndome las uñas pensativo.

¿Realmente me vería como un mujeriego? Tal vez esa sería la razón de que ella y yo nunca…

¡Bah! Deja de pensar en eso Paul.

Llevaba días, tal vez meses o incluso años intentando quitarme a esa chica de la cabeza, la novia de mi mejor amigo, la hermana de Stuart Sutcliffe, la fotógrafa del grupo y la chica que me rechazó y me insinuó que no quería nada conmigo. Dicho como ella ha expresado, la chica que no ha caído en mis redes.

Me levanté de la cama y salí al pasillo para dirigirme a hablar John, él me conocía mejor que nadie, así que a quien mejor para preguntarle si era un mujeriego.

Llegué enfrente del dormitorio que compartía con Charlotte en esta gira, y llamé a la puerta mientras caminaba de un lado para otro para que me abriese.

Yo: ¡John! – Grité, al parecer no me habían oído.

John: ¡¿Quién malditas es?! – Preguntó desde dentro.

Yo: Soy yo, Paul. – Dije extrañado.

La puerta se abrió y apareció mi amigo con una toalla y completamente chorreando agua por allí donde pasaba.

John: ¿Qué ocurre Paul? – Preguntó más calmado - ¿Es algo importante?

Yo: Eh, no. – Negué al ver a Charlotte detrás de él con un albornoz y me saludó con la mano riéndose – Hola Charlotte. Lo siento, no sabía.

Charlotte: No importa Paul. – Se encogió de hombros sonriente.

John: Bueno, eso de no importa. – Sonrió pestañeando rápidamente – Luego charlamos ¿Vale?

Yo: Si, mejor luego te cuento. – Metí mis manos en los bolsillos del pantalón y me marché camino a mi dormitorio – Mejor luego te cuento. – Murmuré con la cabeza agachada para mi mismo. – Mejor.

Saqué la llave y con un nudo en la garganta entré en mi habitación para caer de pleno encima de la cama y acurrucarme a pensar en ella. Necesitaba pensar con la mente fría en todo lo que tenía en mi vida y en lo que realmente quería.

Narración normal.

Bajé las escaleras del hotel y caminé por las largas calles de Nueva York, John se había quejado de que no debería de ir sola, que al menos me debería de acompañar alguien, pero al final conseguí convencerle.
Me dirigí hacía la entrada de Central Park, tal y como me había indicado Merce y creí haberla visto allí, cuando iba a cruzar un paso de cebra. Sí realmente era ella.

Merce: ¡Charlotte! – Gritó y se acercó hacía mi.

Tu: ¡Merce! – La abracé fuertemente – Que alegría volver a verte.

Merce: Pensé que nunca iban a llegar las cinco, se me estaba haciendo demasiado largo el día. – Sonrió.

Me alejé y la observe, realmente si que parecía una chica de la Gran Manzana, cogió mi brazo y comenzamos a pasear por Central Park. Me contaba que me tenía que llevar a miles de sitios, y lo maravilloso que era Nueva York.

Merce: En verdad adoro trabajar aquí. – Me explicaba – Me encanta la redacción y el trabajo que tengo, es otro mundo distinto, aunque echo de menos Londres y todo aquello. ¿Y tú?

Tu: La verdad es que no han cambiado mucho las cosas. – Le expliqué – Sigo viviendo con John en nuestra casa, hago las giras con ellos, voy a los estudios. Por cierto Heidi, creo que te lo contó tuvo un affair con Mick Jagger, eso es lo más interesante que ha pasado por ahora.

Comenzamos a reír hasta que surgió el tema de Richard, que ya tardaba en salir.

Merce: Enserio Charlotte. – Asintió – Te puedo afirmar que ya he olvidado aquello que sentía por él.

Tu: Merce…

Merce: Te lo prometo Charlotte. – Sonrió – Lo he olvidado por completo, ya no queda nada.

Tu: Supiste que lo suyo con Debbie finalizó ¿No? – Le pregunté.

Merce: Eh, si claro. – Asintió con el ceño fruncido. – Y lo que yo sentía por él también.

Tu: Bueno, y ¿Tiene algo que ver con un tal Bob Dylan? – Reí feliz.

Merce: Tal vez. – Sonrió.

Tu: Cuéntame. – Le propuse.

Durante el camino por Central Park me estuvo contando como le conoció, lo que ocurrió y que pasaron una larga noche juntos de pasión. A lo que, a partir de ese momento comenzaron una relación que poco a poco al parecer iba a más. Pero que no podían avanzar debido al trabajo de ambos.

Tu: ¿Entonces estáis juntos? – Pregunté interesada.

Merce: Si, pero no. – Se encogió de hombros – Yo creo que le quiero y él a mi también, pero dejamos claro que el trabajo impedía pasar tiempo juntos. Pero si que lo llevamos como si fuera una relación siempre que nos podemos ver.

Continuamos caminando y fuimos a tomar un café a una de las mejores cafeterías de Nueva York, según Merce.

Merce: ¿Y te has planteado en formalizar más tu relación con John? – Preguntó.

Tu: Sinceramente no. – Negué con la cabeza – Tengo 21 años aún y aunque la verdad es que vamos realmente bien, no lo hemos pensado ninguno de los dos.

Merce: ¿Y Paul y Michelle? – Preguntó.

Tu: Bien. – Asentí.

Merce: Estuve hablando una vez con ella, me comentó que Paul había tenido una relación en una de las giras de los chicos. – Asentí tristemente.

Tu: Si. – Sorbí de mi café – La verdad es que cometió ese fallo y sinceramente creo que no están igual desde entonces. Michelle esta preocupada de que vuelva a ocurrir. Pero Paul la quiere y deben de superarlo.

Merce: Un fallo como esos sinceramente marca Charlotte. – Miró hacía otro lado – Pero si se quieren deberán de saber superarlo. Con el tiempo y el amor todo se supera.

Tu: Sería una buena canción. – Reímos ambas.

Merce: ¿Y George que tal? – Preguntó - ¿Ya encontró su amor?

Tu: Esta en ello, la verdad siempre pensé que entre él y Heidi habría algo, son parecidos en personalidad. – Expliqué.

Merce: Si, pero nunca hubo. – Removió el café – Ella prefirió a Mick, aunque si fue un Affair… Nunca se sabe.

Ambas reímos y decidimos que sería mejor que fuéramos al hotel para que recogiese la cámara y fuéramos camino al Forest Hills Stadium, donde se iba a dar el concierto.

-   Buenas tardes señoritas. – Saludó el botones que se encontraba en la puerta del hotel.

Tu: Buenas tardes. – Saludé junto a Merce educadamente.

Merce: Nunca pensé que fuera tan elegante por dentro. – Miró a su alrededor.

Tu: La verdad lo es. – Admití.

Subimos al ascensor donde le expliqué que los chicos ya habrían llegado  al lugar del concierto, después de haber dado la rueda de prensa previa, por lo que no quedaría ninguno en el hotel.

Tu: Por cierto, a la entrada del hotel habían fans esperando. – Le expliqué – Y una de ellas de arrebató a Ringo un medallón. No sé si se lo habrá devuelto más tarde.

Merce: La locura ha empezado. – Dijo arqueando las cejas – Le habrá dolido que le hayan quitado su medallón.

Tu: Se quedó perplejo. – Hice la cara que él puso y Merce rió.

Abrí la habitación y dejé el bolso encima de la cama, a lo que fui al armario a recoger mi cámara fotográfica.

Merce: ¡Hey, Charlotte! – Exclamó – John te ha dejado una nota.

Tu: ¿Qué pone? – Pregunté.

Merce: Dice que Heidi ha llamado dos veces, que quería charlar contigo. Que la llames en cuanto puedas, es urgente. – Leyó lo que ponía en el papel - Y que te quiere.

Tu: Que extraño. – Susurré – Voy a llamarla.

Cogí el teléfono de la habitación y marqué el número de la casa de Heidi, Merce se puso de pie delante de mi, preocupada.

Heidi: ¿Digame? – Murmuró.
Tu: Heidi, soy yo Charlotte. – Le dije – Acabo de enterarme que has llamado al hotel varias veces. ¿Qué sucede?
Heidi: ¡Ay, Charlotte! – Se lamento, mientras al otro lado de la línea escuchaba como lloraba.
Tu: ¿Qué sucede Heidi? – Pregunté asustada, y Merce se pegó al auricular del teléfono.
Heidi: Me ha pasado una cosa horrible, bueno horrible no, bueno no sé. – Comenzó a llorar otra vez.
Tu: ¿Qué ha pasado Heidi? – Dije tranquilizándome.

El silencio se produjo en la línea, por lo que miré con miedo a Merce.

Tu: ¿Heidi? – Pregunté.
Heidi: Creo que estoy embarazada. – Murmuró rápidamente.
Tu: ¡¿Embarazada?! – Pregunté asombrada - ¿De quién?
Heidi: ¿Tú que crees? – Preguntó como si fuera obvio – Solamente he estado este último mes con Mick.
Tu: ¿Vas a tener un hijo de Mick Jagger? – Pregunté con respiración entrecortada - ¿Y él lo sabe?
Heidi: No sabe nada. – Susurró – No se lo quiero decir por ahora.
Tu: ¡Ah! Merce está aquí. – Le dije.
Heidi: Hola Merce. – Saludó sin ánimos - ¿Qué hago chicas?
Merce: Lo primero de todo es tranquilizarte y dar por seguro que lo estás. – Le explicó.
Tu: ¿Te has hecho la prueba? – Le pregunté.
Heidi: No. – Me confirmó – No estaré preparada si sale positivo.
Tu: Pues háztela y asegúrate.
Merce: Exacto, imagínate que no lo estás y nos estamos preocupando. – Dijo por teléfono.
Heidi: Vale. – Suspiró – Entonces ahora iré a comprar la prueba y saldré de dudas.
Tu: Recuerda, tranquilízate y nada más saberla, salga lo que salga no te pongas nerviosa. – Le advertí – Mañana nos llamas por teléfono, nos cuentas que ha ocurrido y entre las tres buscaremos la mejor solución. ¿Entendido?
Heidi: Entendido. – Afirmó – Muchas gracias, ahora avisaré a Michelle para que me acompañe, no puedo hacer esto sola.
Merce: Claro, avísala y vais las dos. – Comprendió. – Mañana hablamos Heidi, y tranquila.
Heidi: Adiós chicas.
Tu: Adiós Heidi.

Colgué lentamente el teléfono, aún seguía con el miedo en el cuerpo después de lo que nos acababa de confesar.

Merce: De mi Mick Jagger. – Murmuró – No le veo yo como padre.

Tu: Esperemos a la respuesta de mañana. – Susurré.

Tras coger la cámara fotográfica bajamos al Hall, donde había esperándonos el coche que nos llevaría al concierto de los chicos.

Merce: Se me ha olvidado comentarte. – Dijo girándose hacía mi – Me dijo Bob que estaría encantado de conocer al grupo.

Tu: ¿Enserio? – Dije emocionada – No sabes que ilusión les hará cuando se lo digas.

Merce: Eso espero. – Sonrió.

Llegamos justamente al lugar donde se iba a hacer el concierto, las largas colas de las fans inundaban los alrededores, cosa que hacía imposible circular un coche por aquí.

- Creo que tardaremos un poco en llegar a la entrada. – Nos informó el conductor.

Íbamos a entrar por la puerta de detrás, pero al parecer la gente daba la vuelta al estadio, así que tardamos un poco más de lo normal en llegar.

Merce: Vamos. – Dijo abriendo la puerta y saliendo deprisa hacía la entrada.

Había algunos guardias que impedían a la multitud acercarse hacía la puerta de entrada, que fue cerrada detrás de mi.

Merce: Creo que yo no podría soportar esto cada vez que diese un concierto. – Dijo poniéndose en la situación del grupo.

B. Epstein: ¡Gracias a dios! – Dijo anda más vernos – Pensé que os había sucedido algo.

Tu: Sanas y salvas. – Dijo sonriente.

B. Epstein: Por suerte. – Sonrió - ¡Merce! ¿Cómo estás querida? Tenía muchas ganas de verte.

Merce: Lo mismo digo Brian. – Hubo un corto abrazo.

B. Epstein: Los chicos están dentro del camerino. – Dijo llevándonos hasta él – Estaban preocupados por vuestro retraso. Les hará mucha ilusión volver a verte.

Merce apretó mi mano y le dediqué una sonrisa de tranquilidad, Brian abrió la puerta y entró.

John: ¿Ya están aquí? – Preguntó dejando a guitarra.

Ringo: ¿Están? – Arqueó las cejas extrañado.

Entré seguida de Merce que dedicó al grupo una sonrisa tímida, pude ver algunas caras de asombro, extrañeza, alegría e ilusión. Pero la que más me interesó fue la que puso Richard en esos momentos.

18 de octubre de 2012

38. Premiere A hard day's night.

AQUÍ VA UN CAPÍTULO LARGUITO, ESPERO QUE OS GUSTE Y OS QUERÍA AGRADECER A TODAS LAS LECTORAS QUE SE PASAN A LEER MI HISTORIA Y QUE SIEMPRE COMENTAN. UN BESAZO.


Londres; Verano, Julio 1964

Día 6 de Julio de 1964, tanto como el London Pavilion como sus alrededores estaban rodeados de multitudes de personas. Esa noche era la Premiere de la primera película interpretada por los cuatro de Liverpool ‘A Hard Day’s Night’.

Llegué junto a John al London Pavilion, la multitud era alejada de los coches gracias a una numerosa patrulla de jefes de seguridad.

John: Vamos, bella dama. – Salió del coche y me tendió la mano sonriente.

Miré hacía arriba y pude contemplar un gran cartel donde letras que se iluminaban promocionaban la película y cuatro caras sonrientes de ellos lucían a la parte derecha.

Entré junto a él por aquellas enormes puertas que estaban abiertas para nosotros, en un gran hall fuimos recibidos por Brian y los demás que acababan de llegar poco antes que nosotros.

Paul: ¿No es espectacular? – Preguntó acercándose junto a Michelle – Nunca había visto tantas luces juntas.

Ringo: Y nuestras caras en grande iluminadas. – Intervino sonriente.

John: Que lástima que la gente pueda ver en grande lo feo que eres. – Asintió y se encogió de hombros.

Tu: John, no seas cruel. – Le pellizqué – La gente verá los bellos ojos de Richard.

Ringo: Bien dicho Charlie. – Sonrió.

John: ¡Hey! – Se quejó - ¿Vais todos contra mi?

George: Te lo mereces John. – Le señaló con el dedo.

John: Que cruel es la vida conmigo. – Dramatizó – Ahora solo falta que mi querido Paulie también sea cruel.

Paul: Yo nunca lo sería John. – Enseñó su sonrisa.

John: ¡Oh! Él si que me aprecia, no como vosotros. – Miró desafiante – Ya trataremos cuentas tú y yo en casa.

Tu: ¿Es una amenaza? – Arqueé las cejas riendo por su mirada.

John: Ya lo veremos. – Mordió levemente mi mejilla.

Estábamos agrupados en círculo esperando órdenes de lo que hacer. Al parecer Paul y Michelle volvían a darse una segunda oportunidad, que Paul se había comprometido a no estropear.

Tanto Richard como George asistieron solos al estreno, según ellos ambos eran la pareja del otro.

Ringo: Estoy deseando ver la película. – Sonrió chocando sus manos.

El actor que interpretaba a John McCartney, el abuelo de Paul, se acercó a charlar entretenidamente con los chicos.

Wilfrid: Será un verdadero éxito. – Sonrió – Recordad lo que os he dicho.

John: Por supuesto señor. – Rió.

Brian: Chicos ya es hora de ir entrando y ocupando vuestros asientos. – Nos informó – Recordad que la princesa Margaret y Lord Snowdon se encontraran en el estreno, así que compórtense como ustedes saben.

George: A sus ordenes Brian. – Hizo gesto de soldado y Brian se llevó las manos a la cabeza.

John: ¿No traes acompañante masculino Brian? – Preguntó arqueando las cejas.

Brian: John compórtate. – Le recordó – Os esteré vigilando.

George: Que miedo. – Dijo frunciendo el ceño.

Entramos a la sala donde iba a ser proyectada, y ocupamos la primera fila del palco.

John: Siéntate aquí. – Me propuso – Aléjate de ese endemoniado de Brian, que nos tendrá vigilado toda la proyección.

Reí y tomé asiento entre John y Richard, mientras John tenía a su otro lado a Paul junto con Michelle.

John: Después iremos al Hotel Dorchester. – Susurró a mi oído – Será una buena noche.

Le dediqué una sonrisa y aprovechó la ocasión de luces atenuantes para depositar un dulce beso en mis labios.

John: Te quiero. – Susurró.

Las luces se apagaron del todo y la pantalla se iluminó, en ella se comenzó a proyectar la película que todo el mundo disfrutó y rió junto a los cuatro de Liverpool, que no paraban de hacer comentarios entre ellos al respecto.

La escena de John en la bañera cantando ‘Rule Britannia’ fue inesperada pero a todo el mundo agrado, al igual que el largometraje entero.
Apareció cuando la pobre cámara fotográfica de Ringo cayó al lago y John estiró su chaqueta por detrás, para llamar su atención.

John: Ahí tenemos una verdadera muestra de torpeza del pobre Ringo. – Rió.

Ringo: Cállate Lennon. - Susurró

Tal y como había dicho Wilfred fue un gran éxito en la sala, acabaron todos los actores siendo aplaudidos por la multitud que se encontraba allí dentro.

John: Será mejor que salgamos. – Cogió mi mano – Sigue a  Ringo, él nos abrirá paso hasta la salida.

Comenzó a reírse debido a que Richard se giró y le obsequió con una desafortunada mirada.

Paul: ¡Ajá! No supe que saltaras con tanta emoción Ringo. – Se burló por una escena del Film – Casi tocas el cielo.

John: Nuestro traumatizado saltarín. – Se lamentó John.

Ringo: Que graciosos que sois. ¡Venga riámonos con John y Paul! – Se carcajeó amargamente.

John: No te burles, que te quedarás sin regalo de cumpleaños. – Le advirtió.

Ringo: El año pasado ya no me comprasteis nada. – Le recordó.

Paul: Yo te regalé tú cámara fotográfica. – Dijo.

Ringo: Tú solo me trajiste el paquete que te dieron en la tienda, que encargué. – Entrecerró los ojos.

Paul: ¡Ajá! – Asintió – Pero también me lo podía haber quedado y no tener cámara fotográfica.

George: Yo al menos compré unos calcetines por una tienda de Blackpool – Richard le miró – No fue mi culpa, nos encontrábamos en Blackpool cuando cumplías años.

Richard negó con la cabeza y siguió andando hacía delante sin mirar atrás, hasta que llegamos junto a Brian que nos esperaba a la salida.

Brian: Chicos ha sido un éxito, os tengo que felicitar por el trabajo que habéis hecho. – Asintió orgulloso.

John: ¡Oh! No me hagas llorar. – Se echó a los brazos de Brian.

Brian: Vamos John, no te burles. – Se apartó de él. – Directos a los coches que os llevaran al Dorchester Hotel, donde habrá una pequeña fiesta y cenaréis.

George: A sus órdenes. – Asintió.

John: Vámonos mi bella damisela. – Salimos deprisa y nos encontramos con la misma o incluso mayor multitud que les esperaba antes de entrar.

John saludó con la mano y dedicó una reluciente sonrisa, para después entrar junto a mi en el coche que nos llevo, lo más rápido que la multitud le dejó, hacía el Hotel Dorchester.

John: ¿Has estado cómoda? – Me preguntó interesado.

Tu: Claro. – Asentí cogiendo su mano dentro del coche.

John: Me alegro, que haya sido así. – Sonrió, para después depositar un pequeño beso en mi frente.

Bajamos del coche más tranquilamente que antes, aunque algunas personas también se encontraban en la entrada del hotel. Amablemente John se acercó a firmar algún que otro autógrafo, los que le permitió el cuerpo de seguridad.

- Señores. – Se acercó un empleado del hotel – Acompáñenme por favor.

Acompañamos a aquel hombre hasta una gran sala donde se encontraban conocidos y amigos del mundo del espectáculo o de a música.

Nada más entrar nos ofrecieron una copa de champán, nos acercamos junto con Paul y Michelle que charlaban entretenidamente con algunos integrantes de The Rolling Stones.

Mick: Querido John. – Dijo estrechándole la mano - ¿Qué ha sido de ti? Hombre si tenemos a esta encantadora señorita por aquí. Charlotte ¿No?

Tu: Si. – Asentí – O Charlie.

B. Jones: Charlie. – Centró sus ojos en mi – Aún sigo esperando esa cita que me afirmaste. – Sonrió.

John: Pues sigue esperando Jones. – Murmuró para sí mismo.

B. Jones: Aunque según los apacibles rumores tal vez sea imposible. – Se encogió de hombros – Alguien jugó bien sus cartas. ¿No John?

John: ¿Eh? – Arqueó las cejas – Por supuesto, hay que saber como jugarlas Brian.

El ambiente se estaba caldeado demasiado, por lo que interrumpió Mick Jagger chocando sus manos.

Mick: ¿Podríamos hacer un brindis tal vez? – Alzó su copa - ¿Dónde están George y Ringo? ¡Ah! Ahí vienen. – Sonrió - ¿Por el gran éxito que vendrá gracias a A hard day’s night?

Paul: ¡Por el gran éxito! – Bebió de su copa, al igual que todos.

De repente apareció exhausto Brian Epstein y se introdujo dentro del grupo.

B. Epstein: Chicos, que suerte encontraros. – Dijo respirando exhaustamente.

George: ¿De donde viene? – Preguntó debido a su cansancio.

John: ¿Con quién estaba en los servicios? – Rió al igual que todos los de su alrededor.

B. Epstein: John, menos bromas. – Dijo con seriedad – La princesa Margaret y Lord Snowdon os están esperando para ser presentados.

Paul: Pues no les hagamos esperar. – Sonrió entrando su copa a su querida Michelle. – No tardaremos.

Michelle: Tranquilo. – Sonrió – Me quedo con Charlotte.

Tu: Por supuesto. – Sonrió.

Mick: Marchad tranquilos, quedan en buena compañía. – Afirmó sonriente.

John: Eso, es lo que más me preocupa. – Murmuró seriamente.

Los chicos marcharon detrás de Brian Epstein, para saludar amablemente a los invitados de honor. Por lo que tanto Michelle como yo nos quedamos charlando con Mick, Keith, Brian, Charlie y Bill.

Keith: Tengo interés. – Intervinó - ¿Qué se siente saliendo con un Beatle?

Tu: No sé, dímelo tú. – Me encogí de hombros – Sal con uno y lo compruebas.

Todos comenzamos a reír debido a la propuesta que le acababa de hacer.

Keith: Buena idea. – Asintió riéndose – Pero John ya está cogido.

Mick: Aún te quedan dos a salvo. – Le propuso.

Keith: Me lo plantearé. – Se encogió de hombros asintiendo.

Mientras tanto Mick y Keith llevaban una interesante conversación con Michelle a lo que eso favoreció para que Brian viniese a entablar una conmigo.

B. Jones: Creo que esa cena entre ambos ya no se podrá celebrar. – Gesticuló su mano – John se adelantó. Fue listo.

Tu: Si lo fue. – Asentí.

B. Jones: Eres realmente una señorita encantadora, por lo que pienso que John Lennon nunca será capaz de dejarte escapar. – Me explicó – Pero nunca se sabe, así que no dudes en llamarme si alguna vez las cosas no salieron como querías. – Susurró en mi oído.

Tras decirme lo dicho, marchó junto a su mánager que estaba entre un grupo de invitados. Por lo que me volví a unir al círculo que había dejado anteriormente.

Mick: ¿Qué crees tú Charlotte? – Me preguntó.

Tu: ¿De qué? – Pregunté extrañada.

Mick: Déjalo, acabas de salir de una conversación con Brian Jones y aún sigues aturdida. – Rió al igual que todos – Ves con cuidado, donde tira el ojo tira el anzuelo.

Keith: Y la mayoría de veces pican. – Asintió.

Michelle: Eso no ocurrirá con Charlotte. – Me defendió – John la tiene demasiado bien cogida.

Mick: Eso dicen todas. – Le guiñó un ojo.

Creo que tanto Michelle como yo, estábamos con un miedo interior por si no nos tenían demasiado bien cogidas. Más aún Michelle por lo que le acababa de ocurrir días antes con Paul.

Una mano cogió mi cintura por detrás y me girá para contemplar los ojos atenuantes con los que John observaba a Brian de lejos.

John: Lo tengo vigilado. – Susurró.

Mick: Tranquilo amigo. – Puso una mano en su hombro. – Nosotros también.

Paul: ¿Qué te parece si buscamos sitio en las mesas para sentarnos? – Le propuso a Michelle.

Michelle: Perfecto. – Sonrió.

John: Vamos nosotros también. – Cogió mi mano - ¿Qué te estaba diciendo Brian? Te he visto hablando con él de lejos.

Tu: Nada importante. – Quité importancia. – Que se alegraba por nuestra relación.

John: Vaya, que extraño que provengan esas palabras de él. – Se encogió de hombros – Y más hacía una chica.

Pasamos una velada tranquila, quitando importancia a las cosas con las bromas y chistes que los chicos hacían mientras cenábamos.

En la mesa estaba también sentada Heidi que llegó a tiempo para cenar y que hizo buenas migas al parecer con Mick Jagger, el cual estaba sentado a su lado y no paraban de reír.
Brian Epstein charlaba amistosamente junto con George Martin, temas de trabajo y no faltó tiempo para encontrar una acompañante nueva a Brian Jones, llamada France.

John: ¿Te apetece ir después al Ad Lib Club? – Me preguntó – O prefieres ir a casa directamente.

Tu: Lo que a ti te apetezca John. – Me encogí de hombros.

John: A mi me da exactamente lo mismo. – Expresó.

Al finalizar la cena, tanto George como Ringo y los demás marcharon para el AdLib Club, exceptuando a Paul y Michelle y nosotros que decidimos ir a su casa más tranquilamente.

George: ¿Qué pasó con el John y Paul que conocíamos? – Preguntó saliendo del hotel.

Paul: Que encontraron a dos chicas preciosas y maduraron. – Se encogió de hombros cogiendo de la mano a Michelle.

George: ¿Maduraron? – Dijo riéndose – Eso no te lo crees ni tú Paul McCartney.

B. Epstein: Chicos pasado mañana nos vemos en los estudios. – Les recordó entrando en el coche.

John: Adiós Brian, páseselo bien esta noche. – Sonrió forzadamente.

Tras despedirnos de los chicos y de un ebrio Richard, entramos en el coche que nos llevaría a la casa que compartía Michelle con Paul.

John: Mañana hemos pensado hacerle una fiesta en casa para Ringo. – Le propuso – Ha sido un año duro y deberíamos alegrarle.

Paul: Me parece bien. – Asintió – Aunque mañana no se si se encontrará en condiciones para ir a una fiesta.

John: Ah, nosotros le despejamos. – Rió.

El coche nos dejó en la entrada a casa de Michelle, la cuál se encontraba justamente en la zona de Notting Hill.
Bajamos y subimos a su casa, en la cuál mientras charlábamos y tomábamos unas copas John y Paul cogieron unas guitarras intentando impresionar, cosa que consiguieron.

John: If I fell…

Paul: La acabas de tocar John. – Le recordó con la copa en la mano.

John: No me cortes cuando esté tocando maldito Paul. – Dejó la guitarra dándole una calada al cigarrillo.

Paul: Disculpa John Winston. – Rió.

John: Sabes que odio que me llames así McCharmly. – Rió exageradamente.

Paul: Guarda silencio Lennon. – Sonrió levemente.

Michelle: Charlotte. – Me susurró - ¿Puedes venir un segundo?

Tu: Claro. – Asentí.

John: ¿Nuestras bellas señoritas nos abandonan? – Preguntó dando otra calada.

Paul: Seguro que van a chismorrear sobre nosotros. – Sonrió de lado.

Tu: Por supuesto. – Asentí – Vamos cuchichear sobre vosotros.

John: Sobre lo malo que eres en la cama. – Se carcajeó.

Paul: Oh, vamos Johnny. – Golpeó su hombro – Todos sabemos lo pésimo que eres tú.

John: Repite eso. – Le retó.

Paul: Si ya lo has oído. – Sonrió.

Salimos del salón dejándolos que se peleen graciosamente por quién era más ‘varonil’.

Tu: ¿Qué ocurre? – Pregunté con curiosidad.

Michelle: Mira Charlotte, no se si son ilusiones mías o es la verdad. – Comenzó a decir con miedo – Pero creo que Paul se está viendo con otras chicas.

Tu: ¿Con otras chicas? – Pregunté asombrada – Eso es irónico Michelle, Paul no se está viendo con nadie.

Michelle: Recuerdas lo que pasó en la gira. – Dijo y yo asentí – Creo que sigue pasando, en estos días venía ebrio y él me decía que regresaba del estudio.

Tu: John también llega a veces tarde a casa. – Le intenté calmar – Pero yo he estado muchas noches trabajando en el estudio, y si que es verdad que se encuentran ahí.

Michelle: No lo entiendes Charlotte. – Negó desesperada – Pero Paul vuelve ebrio, y a altas horas de la madrugada.

Tu: ¿Quieres que le pregunte? – Pregunté.

Michelle: Sería un gran favor. – Asintió.

Tu: Pues… - Me quedé pensativa – Llévate a John, con la escusa de enseñarle algo.

Michelle: ¿El que? – Pregunté encogiéndose de hombros.

Tu: Cualquier cosa, haz como si fuera interesante y él correrá a verla.

Entramos al salón donde John se encontraba sentado encima de Paul y aquel con las manos en la cara quejándose de su peso.

Tu: John, le vas a hacer daño. – Le recordé.

John: Lo soportará hasta que retire lo que dijo. – Murmuró.

Asentí como señal de que Michelle interviniese, y así poder charlar tranquilamente con Paul.

Michelle: Por cierto John. – Intervino - ¿Te gustaría ver la habitación que decoramos para estudio de Paul?

John: ¡Oh! Claro. – Se levantó a lo que hizo un gran favor a Paul.

Paul: Gracias cariño. – Susurró.

Michelle se llevó hacía arriba a John y Paul no tardó en cogerle un cigarrillo al paquete que se había olvidado John.

Tu: ¿Me das uno? – Pregunté.

Paul: ¿Ahora fumas? – Exclamó con los ojos de par en par.

Tu: Tal vez, cuando no está John delante. – Dije robándole uno.

Paul: No me parece bien. – Negó apartando el paquete, aunque ya había obtenido lo que quería – Si John se da cuenta, te caerá una buena charla.

Tu: ¿Siendo él, el primero que lo hace? – Pregunté arqueando las cejas – Bueno si, tal vez.

Paul: No me agrada que fumes. – Dijo molesto, mientras me encendía el cigarrillo.

Tu: Paul, ¿Ahora eres mi padre? – Pregunté riéndome.

Paul: No, pero… - Vio que no llegaría a ninguna parte – Bueno, déjalo. Allá tú.

Tu: Allá yo. – Asentí - ¿Cómo van las cosas por el estudio? John está llegando tarde estos días.

Paul: Demasiado cansancio. – Asintió dándole una calada – Con esto de que en cuatro días sale el nuevo LP, el trabajo se acumula.

Narra Paul

Los chicos se habían subido a ver el nuevo cuarto que Michelle había decorado, para hacer mi estudio. Y yo mientras charlaba con Charlie, o más bien observaba a Charlie, porque no prestaba atención a ninguna de las palabras que soltaba por su boca, simplemente prestaba atención a su boca, como se entreabría para expulsar ese humo, como se cerraba para dar una calada al cigarrillo.

¡Paul! ¿Qué estás diciendo?

Charlotte: ¿Paul? ¡Paul! – Gritó - ¿Me estás atendiendo?

Yo: Disculpa, estaba pensando en mis cosas. – Reí - ¿Que me estabas preguntado?

Charlotte: Que Michelle estará contenta. – Me dijo.

Yo: ¿Por qué? – Pregunté extrañado.

Charlotte: Por la canción que has compuesto por ella. – Asintió sonriente.

¿Por la canción que había compuesto por ella?

Yo: ¡Ah claro! – Sonriente respondí – Fue por ella. Te refieres a And I love her ¿No?

Charlotte: Por supuesto. – Asintió.

Yo: Aunque John también colaboro. – Le recordé – Cada uno pensábamos en nuevas preciosas amadas.

Ambos reímos, cuando de repente John apareció con las manos en la cabeza y señaló el cigarrillo que llevaba Charlotte en la boca, con el dedo.

John: ¡¿Estas fumando?! – Gritó tirándose el sillón con las manos en la cabeza - ¡¿Se lo has dado tú Paul?!

Charlotte: ¡No! – Negó rápidamente – Lo cogí yo. Te dejaste aquí el paquete y…

John: ¿Encima es de mi paquete? – Preguntó furioso – Te he ayudado a fumar, no me lo perdonaré.

Charlotte: No exageres Winston. – Se rió.

John: Maldito Paul, le metes cosas en la cabeza. – Se quejó – Y me la conviertes en otra persona.

Negué con la cabeza y le robé el cigarrillo que se iba a meter ahora en la boca a Charlotte, así todos contentos. Excepto ella.

Charlotte: ¡James! – Se lloriqueó - ¡Devuélveme el cigarrillo!

John: ¡Ajá! – Asintió feliz – Así está mejor. No deberías llevarte cigarrillos a la boca, si no biberones.

Charlotte: ¿Qué estás queriendo decir con eso? – Preguntó - ¿Me estás llamando pequeña? Hay ocasiones en las que no te importa tanto mi edad.

Yo: Ahí te lo ha dejado claro Johnny. – Asentí sonriendo.

John: Tenéis todos una mente muy sucia. – Dijo con voz de mujer – Os debería caer la cara de vergüenza.

Entre risas y recuerdos, pasamos una noche entretenida los cuatro juntos. Noche en la que encontré a Michelle un poco distancia y extraña conmigo.