19 de julio de 2012

22. Recordings in EMI Studios.

Londres; verano, Julio 1963.

EMI Studios, era 30 de Julio del año 1963. Nos encontrábamos en los estudios, mientras los chicos se encargaban de grabar la canción It Won’t Be Long.
Pero es un día normal como otro cualquiera, mi cámara fotografía capta cada uno de los movimientos que hacen, George Martin se encuentra junto a Norman Smith que es el encargado del sonido, y ambos asienten al escuchar la melodía y las letras.
Por otra parte Heidi se encontraba en un despacho organizando algunos artículos de prensa, en los cuales muchas veces Merce le ayudaba.

Y finalmente Brian observaba cada uno de los movimientos de los chicos en el estudio, de algunos más que de otros.

G. Martin: Chicos parar. – Informó acercándose al grupo.

George: ¿Qué ocurre? – Preguntó.

G. Martin: Me gustaría que ahora pasarais a All My Loving. – Les dijo – Esta ya está casi acabada.

Brian: Charlotte. – Me avisó – Intenta sacar una buena imagen de Paul tocando bajo, intenta que salga él solo y luego haz lo mismo con los demás.

Así que tal y como me había dicho Brian, comencé a hacer mi trabajo. Pero me iba a ser bastante complicado, porque nada más acercarme sus caras cambiaba, y no eran naturales.

Tu: Paul no mires. – Susurré esbozando una sonrisa – Así.

Saqué la fotografía mientras nos deleitaban con esa bella canción y me fui a por Richard, que fue más fácil sacarle la fotografía que a James. 

George, seguía conteniendo su gesto serio y tras conseguir tomarle a él una me dirigí hacía John.

John: ¿Nos vemos más tarde? – Murmuró sin dejar de tocar la guitarra.

Tu: Sh. – Sonreí.

John: Me puedo escabullir un rato. – Susurró, mientras sonreía y tocaba su guitarra.

Tu: Guarda silencio. – Susurré mientras le tomaba una fotografía.

John: Brian no se enterará. – Murmuró – Y a George Martin…

G. Martin: ¡Parar, parar! – Se acercó al grupo - ¿Qué ocurre? John, si no guardas silencio la grabación no sale bien. ¡Ah! Y no. No te vas a escabullir con Charlotte.

Todos centramos nuestra vista en John, mientras mis mejillas adquirían un rosado intenso, y vimos como murmuraba la palabra Cerdo en sus labios.

G. Martin: Venga, chicos. – Chocó sus manos – Desde el principio, otra vez.

Estuvimos observando cada una de las tomas que hacían y por fin paramos a hacer un descanso para la comida. Decidieron salir y disfrutar de una buena comida en un restaurante, en vez de en los estudios como la mayoría de las veces se hacía.

Brian: ¿Nos acompañas? – Preguntó recogiendo su abrigo.

Tu: Mejor me quedaré, así como rápido y marcho a revelar las fotos a casa. – Le dije.

Brian: Lo que prefieras Charlotte. – Sonrió – Por cierto, tenemos que hablar de tus vacaciones de verano.

Tu: ¿Vacaciones? – Pregunté – No ponía nada de eso en mi contrato.

Brian: No voy a dejar, que estés trabajando durante todo el verano y tenga tiempo para ver a su querida familia, señorita Sutcliffe. – Ambos reímos – Hablando enserio, tenemos que charlar del tiempo que te gustaría tomarte para vacaciones.

Paul: ¿No vienes? – Preguntó detrás de mi.

Tu: No, prefiero quedarme aquí. – Comenté.

John: ¿Te quedas aquí? – Se hizo el sorprendido, y yo asentí – Reitero que no me vendría mal, quedarme aquí a comer. Así nada más acabar podría ponerme a repetir unas partes de All My Loving, que no me suenan convincentes.

Paul: Pero si eres tú quién quería ir a comer fuera. – Dijo con extrañez.

Ringo: En ese caso – Intervino – yo también me quedo, porque quería tocar antes de volver a grabar.

John: ¿De verdad? – Preguntó mirando fijamente a Richard.

Brian: Bueno – Se encogió de hombros - ¿Ahora ninguno de ustedes, quiere ir a comer fuera?

George: Yo, sigo queriendo ir. – Alzó la mano.

Paul: Que disfrutéis de la comida. – Se giró y marchó hacía fuera, mientras negaba con la cabeza.

George: ¡Paul, eres un libro abierto! – Gritó mientras le seguía hacía la salida.

John: ¿De verdad, que te quieres quedar Richard? – Se acercó lentamente hacía él.

Ringo: Bueno, quizás… - Se alejaba de John - ¡Esperarme!

Comencé a reír mientras, John observaba como salía deprisa de los estudios.

Tu: Eres una mala persona John Winston Lennon. – Dije sonriendo.

John: ¿Tú crees? – Se acercó lentamente a mi.

Y cuando se encontraba a escasos centímetros de mis labios, la puerta de los EMI Studios, se abrió de par en par, para mostrarme unos ojos azules acompañados de dos pares más.

Paul: Solo a ti se te puede olvidar, Ringo. – Se escuchó a lo lejos.

Ambos nos separamos lo más rápido, que nos pudimos permitir. Pero al mirar hacía la puerta pudimos observar que había sido demasiado tarde y que habían podido contemplar la escena.

John: ¡Hey! – Evitó el aparentar que habían visto algo. - ¿Qué ocurre?

Paul: Lo mismo podíamos preguntar nosotros John. – Pronunció esas palabras con el ceño fruncido.

John: No sé. – Se encogió de hombros – Los que habéis regresado habéis sido vosotros.

George: A Ringo se le olvidó la cartera. – Le dio un pequeño empujón para que fuera a por ella.

Ringo: Eh… si, si. – Subió las escaleras.

Brian: Ay, señor. – Murmuró – Chicos, después de acabar con la grabación, me gustaría hablar con los cuatro. Así que ninguno quiero que se marche, cuando acabemos.

Ringo: ¡Ya esta! – Dijo mientras bajaba acompañado de Merce – Después charlamos ¿Vale?

Merce: Claro. – Le dedicó una sonrisa y recibió un beso en la mejilla de Richard.

George: Vamos galán. – Rio saliendo y dedicándole a John un encogimiento de hombros.

Paul: Creo, que me sentará mal la comida. – Murmuró pero pude escucharle, creo que únicamente yo.

Los cuatro marcharon otra vez, por donde habían vuelto a entrar y centré mis ojos en la cara despreocupada que tenía John.

Tu: ¿Crees, que se han complicado las cosas? – Pregunté con miedo.

John se encogió de hombros y negó con la cabeza, mientras me cogía de la barbilla y depositaba un pequeño beso en mis labios.

John: No, te preocupes. – Negó con la cabeza – Será otra larga charla de Brian, para variar.

Tu: ¿Has visto sus rostros? – Dije con preocupación.

John: De verdad, no te preocupes. – Sonrió – George, ya lo sabía y Ringo también se llevará otra charla por ese jueguecito que se trae con Merce.

Tu: ¿Y Paul? – Pregunté - ¿Has visto la cara que tenía Paul?

John: ¿Paul? – Se extrañó – Paul es mi mejor amigo, es como mi hermano. Es normal que se preocupe por mi y que haya puesto esa cara.

Tu: Y ¿Por qué no quisiste contárselo? – Pregunté esa pregunta que me había estado martirizando durante el último mes.

13 de julio de 2012

21. Goodbye Liverpool.

Londres; Primavera, Junio 1963.

Tras ver como marchaba su tía hacía la habitación Lennon arqueó las cejas guiñándome un ojo y sacó un cigarrillo, no en muy buenas condiciones, de su bolsillo de la chaqueta.

Tu: ¿Aún tienes cuerpo para fumártelo? – Pregunté mirando su rostro pálido.

John: Siempre hay cuerpo para fumarse uno. – Dijo encendiéndolo sentado en el sofá.

Tu: ¿Quieres que baje unas mantas? – Le pregunté.

John: ¿Para? – Me respondió con otra pregunta.

Tu: Para el sofá. – Señalé hacía él.

John: ¿Quién ha dicho que finalmente vaya a dormir en él? – Una sonrisa pícara y un acercamiento por su parte hacia mi, hizo que mi corazón aumentase su velocidad.

Tu: Eh… bueno yo… - Me costó encontrar algo que decir – pensaba que…

John se detuvo antes de que sus labios rozaran los míos y cambió a un gesto serio, tras mover su cabeza rápidamente de un lado a otro.

John: Disculpa. – Dijo seriamente – No era de mi intención ponerte en un compromiso.

¿Acababa de ver dos actitudes de John diferentes? ¿Cuál sería la verdadera?

Tu: No, claro. – Asentí – Yo… bueno será mejor que suba a dormir.

Antes de marcharme se acercó lentamente y posó sus labios sobre los míos, para depositar un lento y dulce beso.

John: Ya sabes que sientes frío por la noche – Comenzó a decir – John estará esperándola en este lindo y cómodo sofá del salón.

Reí y acaricié su mejilla, subí las escaleras y me tumbé bajo las mantas de la cama de John, pero realmente quería estar junto a él en estos momentos y lo único que me separaba eran unos cuantos escalones y una puerta abierta que daba al salón.

Sin dudarlo me levanté y puse bien la camisa larga que llevaba puesta, olía a él. Abrí la puerta y pude ver como la casa estaba en silencio, baje despacio los escalones evitando que el ruido de la madera despertara a la tía Mimi y por fin llegué al final.

John: ¿Me echabas de menos? – Dijo alguien detrás de mí.

Tu: John… - Suspiré, al ver que era él – Me has dado un susto.

John: ¿Quién pensabas que era? – Susurró – ¿Mi tía Mimi? Que te echaba de menos.

Venía de la cocina con un vaso de agua, acompañado solo de unos calzoncillos y una camisa blanca desabrochada. Entró al salón y se tumbó en el sofá, abriendo la manta para que ocupara un lugar al lado de él.

John: Hoy ha sido un buen día. – Murmuró mirando hacía el techo – Cuando estás fuera de casa la echas de menos.

Asentí sin pronunciar una sola palabra, realmente no habíamos tenido una propia conversación sobre lo que pasó aquella noche en los EMI Studios, y en mi interior sabía que temía por que llegara ese día, que la tendríamos.

John: Charlie. – Musitó – Me gustaría aclarar un par de cosas.

¿Tal vez había llegado el día de tener la conversación?

John: Hace ocho días – Comenzó a hablar – sucedió algo, y muero por dentro por saber lo que tu opinas y piensas al respecto.

Tu: John… - Pensé antes de seguir – yo ya te expliqué lo que pensaba al respecto. A mi me gustaría intentar, o comenzar algo pero no tengo claro lo que tu desearías.

John: ¿Lo que yo desearía? – Preguntó desconcertado – No siempre me llevo a una chica y le preparo una velada, donde la beso. Nunca lo había hecho, esta claro que deseo intentarlo ¿No?

Asentí al escucharle.

John: Te dije que eras especial. – Prosiguió – Que me era difícil hacer esto, porque eres la hermana de Stuart y me arriesgaba a que si él estuviera aquí, partirme la cara, pero te dije que quería que pararas mi sufrimiento porque el no estar contigo era un sufrir día tras día. Así que sigo pensando lo mismo, pero cada vez que beso tus labios olvido todo a mí alrededor y quiero que siga siendo así.

Pude ver en su mirada la sinceridad de un chico, al que le costaba expresar sus sentimientos y ahora mismo lo estaba haciendo conmigo.

John: Que cursi me acaba de quedar todo lo que he dicho. – Murmuró – Acabo de perder mi virilidad.

Ambos reímos y John dio un rápido beso a mis labios. Para después acabar poniéndose bizco y sacarme la lengua, con la cual chupó mi mejilla.

John: Soy un macho y acabo de perder mis pelot…

-          ¡John! ¡John! – Gritó alguien desde arriba.

John: ¡Oh, no! – Se levantó del sofá – Mimi, toma coge el vaso de agua y di que ibas a coger agua.

Salí con el vaso de agua en la mano, y tras un fugaz beso de Winston salí al hall, donde me encontré a Mimi bajando por las escaleras.

Mimi: Querida, ¿Qué haces por aquí a estas horas? – Preugntó frunciendo el ceño.

Tu: Venía a por algo de agua. – Repsondí enseñándole el vaso – Estaba sedienta.

Mimi: Oh, vaya. – Miró hacía el salón – Creo que hemos despertado a John.

John estaba apoyado en el marco de la puerta restregándose los ojos.

John: ¿Qué ocurre Mimi? – Preguntó.

Mimi: Nada, nada. – Respondió – Volved a acostaros, mañana tendréis que madrugar.

Tu: Si. – Asentí mientras subía las escaleras – Me gustaría levantarme más temprano, para ir a visitar y despedirme de la familia.

Mimi: Como tu desees querida. – Asintió.

Tras desearle las buenas noches, volví a entrar al cuarto de John, para tumbarme en la cama y descansar, debido a que mañana sería un largo día.

A LA MAÑANA SIGUIENTE.

Tu: ¡Buenos días! – Entre en la cocina donde John estaba preparando un delicioso café.

John: Buenos días. – Se giró y sonrió - ¡Uo! Que me quemo. Es lo que tiene ver entrar a una bella señorita por la puerta de su cocina, que te olvidas de lo que haces.

Sonreí y me senté en una silla en la cual me había acomodado Lennon.

John: ¿Café? – Preguntó sirviendo directamente – Se que sí, en ese estante tienes el azúcar.

Me levanté y cogí un par de terrones, que fueron directos a la taza. John se sentó enfrente de mi con sus gafas de pasta negra.

John: ¿Ha dormido bien la señorita? – Preguntó sonriendo - ¿La estancia estuvo a su gusto? ¿Buen tamaño del colchón?

Tu: Todo perfecto. – Respondí – Para mis próximas visitas a Liverpool, tal vez elija la línea de hoteles Winston Lennon, ha sido una estancia confortable.

John: Lástima que perdiera su oportunidad de tener los servicios de John Lennon. – Subió y bajo rápidamente sus cejas.

Tu: Eres un caso perdido John Winston Lennon. – Negué con la cabeza riéndome.

John: Pero sabes que me aprecias. – Sonrió.

Tu: ¿Tu crees? – Pregunté evitando reír.

A cara de John pasó de pícara a triste, exagerando un gesto de tristeza en ella.

John: Pobre de John Lennon. – Gritó – Esta solo, nadie le ama y será un pobre desgraciado en este mundo.

Mimi: Si no te das prisa en desayunar y llegarás tarde a la estación de Liverpool, entonces si que estarás triste. – Dijo nada más entrar en la cocina, aseada y vestida – Buenos días querida.

Tu: Buenos días señora Smith. – Saludé.

Mimi: Llámame Mimi querida. – Me recordó – John, voy a hacer unos recados antes de que te marches, ahora regreso. No vayas sin las gafas y no te las olvides en tu cuarto como la última vez.

John: Vale, Mimi.

Su tía salió de la cocina y John no tardó en hacerle burla por detrás, a la cual negué con la cabeza y le di un pequeño pellizco en el brazo.

John: ¡Au! – Se quejó – Primero me dices que no me aprecias, ahora me pellizcas. No tienes corazón.

Tu: ¿Cómo llevas los nudillos? – Cogí su mano.

Observé aquellos nudillos enrojecidos y amoratados, con los cuales le pegó a aquel hombre de anoche en The Cavern.

John: Se lo merecía – Dijo apartando su mano – No debió decir aquello.

Tu: Ni tú acabar dándole aquella paliza Johnny. – Susurré.

John: ¿Ahora te pones de parte de él? – Dijo molesto.

Tu: No me pongo de parte de nadie. – Afirmé – Simplemente que ambos lo hicisteis mal.

John: ¡Oh! – Bufó – Hay veces que me sacas de quicio Charlotte.

Me senté sabiendo que aunque insistiera seguiría sin comprender mi posición y me tomé el café, bajo el silencio de la cocina.

John: ¿Vas a despedirte de tu familia? – Preguntó rompiendo el silencio.

Tu: Si. – Asentí dándole el último sorbo.

John: No llegues tarde. – Me recordó a mi padre.

Tu: Te recuerdo que no soy yo quien siempre llega tarde. – Dije sonriendo levemente.

John: Te recuerdo que no soy yo quien siempre llega tarde. – Imitó mi tono de voz.

Tu: ¡Oh, si! – Dijo irónicamente – Que chispa tiene John Lennon.

Me sacó la lengua y se levantó para dejar su vaso en el fregadero.

John: ¡Shake it up baby now! – Gritó - ¡Twist and shout!

Repetí el mismo gesto de dejar el baso en el fregadero, mientras tenía al gracioso de John cantándome mientras me abrazaba.

John: ¡Come on, come on, come, come on baby now! – Cerró los ojos - ¡ Come on and work it on out! ¡Well, work it on out, honey!

Me giró bruscamente y me topé con su cara casi pegada a la mía.

John: ¡You know you look so good! – Sonrió y rozó su nariz con la mía - ¡You got me goin, now!

Pasó su labio inferior rozando levemente con el mío superior, cosa que me provocaba un nerviosismo frenético y que él lo sabía perfectamente.

John: Just like a knew you would. – Susurró, son gesto de satisfacción en la cara porque había conseguido ponerme nerviosa.

Pensé que se marcharía y me dejaría con las ganas de besar sus labios, como alguna que otra vez ya había hecho. Pero él tampoco se pudo resistir y me aplastó contra el mueble de la cocina donde besó mis labios más frenéticamente que nunca.

Rodeé con mis brazos del cuello de John para atraerlo si era más posible hacía mi, y él cogió de mis muslos para subirme y dejarme sentada encima de la encimera de la cocina.

Tu: John… - Susurré – Es tarde.

John: No. – Murmuró – Sh.

Y al ver que no hacía por callarme, me silenció con otro beso intenso y arrebatador, con los que sabía que me iba a callar rápidamente.

Tu: Johnny… - Murmuré.

-          ¡John! ¡Ya llegué! – La puerta de la entrada se abrió.

Rápidamente ambos nos separamos y me bajó de la encimera de la cocina, se recolocó el pelo y puso una pose convincente.

Mimi: Fui a comprar algo de comida para que llevaras en el viaje. – Dijo sacándola de la bolsa - ¿Qué hacíais? – Preguntó frunciendo el ceño.

John: ¿Qué hacíamos? – Preguntó John - ¿Qué íbamos a hacer tía Mimi? Tienes unas preguntas…

Mimi: Bueno, es igual. – Chocó sus manos - ¿Quieres que te prepare algo querida?

Tu: Oh, no gracias. – Sonreí – No hace falta, yo ya me iba a casa.

Mimi: Entonces, luego nos vemos en la estación. – Alzó la mano para despedirse – Hasta más tarde querida.

Tu: Adiós Mimi. – Sonreí me despedí con la mano.

Caminé hacía el hall acompañada de John detrás de mi. Abrí el pomo de la puerta pero John sujetó mi brazo antes de que saliese por ahí.

John: ¿Quieres que te acompañe? – Preguntó apoyado en el marco de la puerta.

Tu: No hace falta. – Expliqué – Nos vemos más tarde ¿Vale?

John: Como desees. – Sonrió depositando un pequeño beso en mis labios.

Salí del jardín de John,  y anduve un par de calles hasta llegar a divisar i casa. Las ventanas estaban abiertas y cada vez que me acercaba más un dulce olor al pastel de arándanos de mi madre se hacía más evidente.

Abrí la verja y pase dentro del jardín, la puerta se abrió dejando ver a mi madre con el pelo recogido y un delantal.

Madre: Bueno días cariño. – Depositó un dulce beso en mi mejilla – Pasa, estoy preparando un pastel de arándonos para que te lleves y lo disfrutéis en el viaje.

Miró detrás de mi, esperando ver a alguien y parece ser que lo encontró.

Madre: ¡John! – Dijo feliz – Pasa cielo, esperábamos que viniese a despedirte. ¿Cómo te encuentras? Nos sentimos preocupados cuando Charlotte llamó anoche, para comunicarnos que te habías dado un golpe.

Miraba a John sorprendida. ¿Cómo había aparecido detrás de mi? Ambos entramos y nos dirigimos al salón, donde se encontraba mi padre leyendo el periódico.

Padre: John. – Se levantó y le estrechó la mano – Cuanto tiempo sin verte.

John: Señor Sutcliffe. – Saludó – Siento no haber venido antes a hacerles una visita.

Padre: Tranquilo. – Golpeó su espalda.

John: Siento también, el no presentarme al funeral de Stuart. – Susurró avergonzado.

Padre: No pasa nada John. – Asintió – Tendrías tus razones. Bueno, ¿Cómo van las cosas?

Dejé a mi padre hablando tranquilamente con John y me dirigí a la cocina junto a mi madre.

Madre: Es un buen chico. – Susurró mientras sacaba el pastel del horno – Espero que te trate bien.

Tu: ¿A que te refieres con eso? – Pregunté extrañada.

Madre: A nada. – Se encogió de hombros – Simplemente he hecho un comentario.

Asentí extrañada, imaginando lo que mi madre pensaba en estos momentos. Salí de la cocina y me dirigí al salón, ambos reían y me fijé en el reloj, el cual marcaba las diez menos cuarto.

Tu: Papa, deberíamos de ir yéndonos. – Avisé – Tenemos quince minutos padre llegar a la estación.

Madre: Toma. – Me tendió el pastel – Lleváos el pastel, que no se os olvide.

John: Yo lo cojo, Señora Sutcliffe. – Se levantó y mi madre se lo tendió – Seguro que está riquísimo.

Madre: Gracias querido. –Sonrió - ¿Llevas todo? ¿No se te olvida nada?

Tu: Si mamá. – Asentí.

Mi madre me estrechó entre sus brazos, repitiéndome una y otra vez que me echaría de menos y a John que me cuidase, él cual estaba encantado y asentía.

John: Descuide, no me separaré de ella. – Sonrió encantadoramente y mi madre le creyó encantada.

Salimos y subimos al coche cuando mi padre se empeño de recoger a la tía de John en vez de que fuese sola a la estación.

Mimi: ¿Por qué te marchaste sin decir nada John? – Preguntó.

John: No quería marcharme sin despedirme de los señores Sutcliffe. – Respondió irritado.

Mimi: Al menos podrías avisar John.

John suspiró y fue el primero que bajó del coche nada más llegar a la estación. Bajamos dos bolsas de viaje y cada uno cogió la suya.

Caminé a su lado hacía el andén mientras mi padre hablaba con Mimi, allí nos encontramos a los demás acompañados de Brian que había viajado para ver a su familia y para asistir al cumpleaños de Paul.

George: Que puntualidad John. – Bromeó – Es extraño en ti.

John: ¿Quieres que te diga lo que es extraño en ti George? – Amenazó.

Ringo: Tranquilos chicos. – Intervino.

George: Creo que alguien se ha levantado con el pie izquierdo. – Rio.

Paul: ¿Cómo pasaste la noche? – Se interesó poniéndose a mi lado.

Tu: Bien. – Sonreí, y me fijé en su nariz - ¿Cómo la llevas? ¿Te sigue doliendo?

Paul: Creo que tras tu cura de anoche, se encuentra mejor. – Rio - ¿Pastel de arándanos de la señora Sutcliffe? Aún recuerdo cuando Stuart solía traer y lo comíamos de postre, estaba realmente bueno.

Tu: Si. – Sonreí – Ha decidido hacerlo y que lo disfrutemos durante el viaje.

Paul: Será un placer. – Asintió- ¡Chicos, tenemos pastel de arándanos!

George se acercó el primero para olerlo y vi como se le hacía la boca agua, mientras que Ringo aunque nunca lo había probado también dio su visto bueno.

El tren hizo ademán de que pronto saldría destino a Londres, por lo que me despedí de mi padre que se encontraba detrás hablando con Brian.

Padre: Cuídate – Me previno – Y resguárdate del frío, no vayas a coger un resfriado.

Tu: Si, papá. –Le prometí.

Padre: Te echaré de menos. – Me abrazó – Llama y envía correo siempre que puedas.

Tu: Lo haré. – Sonreí.

Me alejé de él camino al tren, cuando me volví al escuchar mi nombre.

Padre: ¡Charlotte! – Gritó y se aproximó corriendo – Casi lo olvidaba, esta carta llegó para ti no hace mucho, es de Astrid, supuse que no sabía tu dirección en Londres y por eso nos la envió.

La cogí y deposité un beso en su mejilla para después dirigirme dentro del tren. Sabía que se me iba volver a hacer duro volver a Londres después de haber pasado aquí un par de días, pero también sabía que ellos me la iban a hacer más sencilla.

11 de julio de 2012

20. Welcome Liverpool.

Londres; Primavera, Junio 1963.

-          ¡Happy birthday to you, Happy birthday to you, Happy birthday dear Paul, Happy birthday to you!

Diversas manos comenzaron a chocar, creando un ruido de aplausos mientras observábamos como Paul soplaba las veintiuna velas, que estaban en su tarta. El jardín de la tía Jin, en Liverpool se llenó de aplausos.

John: ¡Paulie! – Abrazó a su amigo, que casi tira la tarta – Te nos haces mayor.

Paul: ¡John! – Rio.

Tras un abrazo en grupo de los chicos y las felicitaciones de su tía y su familia, me acerqué y le abracé con una sonrisa en la boca, que él me devolvió.

Tu: John tiene razón. – Dije sonriendo – Te haces mayor.

Paul: No será para tanto. – Sonrió – Solo cumplo veintiún años.

Tu: Un viejo. – Reí con él.

Paul: Ya llegará usted a mi edad bella damisela. – Soltó con tono galán.

Encendieron la radio, en la cuál ahora mismo estaba sonando una bella canción de The Platters, Only You. A Paul le traicionó una dulce y sincera sonrisa.

Paul: Bella canción, pero no más bella que la señorita que tengo ahora mismo delante. – Sonrió, mientras daba una calada a su cigarrillo.

George: Paul, no tienes nada que hacer. – Interrumpió.

Paul: ¡Calla George! – Dijo entornando los ojos, y marchó junto a John y Ringo.

George: ¿Fuiste a visitar a tus padres? – Preguntó con interés.

Tu: Anoche cuando llegamos. – Le expliqué – Dormí en casa. ¿Y tú?

George: También dormí en casa. – Bebió un sorbo de la cerveza – Todo está igual desde que lo dejamos, solo hemos cambiado nosotros.

Asentí mientras tenía una grata conversación con George y veía de fondo a Ringo y John bromear sobre el cumpleaños de Paul.

George: ¿No se lo vais a contar? – Me preguntó observando a Paul.

Tu: John no lo ve, como algo que haya que contar a todo el mundo. – Le expliqué.

George: Pero Paul no es todo el mundo. – Recalcó – Se llevara un disgusto como se entere por segundas personas.

Tu: Igualmente, no es algo serio. – Intenté explicarme – George, simplemente han pasado ocho días. No es algo que se pueda llamar serio, estamos probando.

George: Voy a decirte la verdad. – Se acercó a mi – Nunca había visto a John tan serio en una relación.

-          ¿Qué ocurre aquí? – Preguntó una voz detrás de mi bastante reconocible.

George: ¿Qué va a ocurrir Johnny? – Preguntó extrañado, con las cejas arqueadas.

John: Mmm… - Entornó los ojos – Te tengo vigilado Harrison.

George: ¿Ves lo que decía? – Sonrió – Voy a probar los bocadillos de la tía Jin, que dicen que están riquísimos.

George se alejó y fue a coger uno en una bandeja, que acababa de sacar la tía de Paul, mientras que John y yo, buscábamos un pequeño lugar tranquilo apartados de los demás en el jardín de la casa.

John: ¿Qué te decía George? – Preguntó con curiosidad – No estará coqueteando contigo ¿Verdad? Porque si no…

Comencé a reír al ver los rápidos parpadeos que daba John con sus ojos y la mordedura de puño que se daba.

Tu: No seas estúpido John. – Dije quitándole el puño de la boca – Charlábamos únicamente.

John: Ah… - Asintió - ¿De lo bello que soy yo? ¿O de la bella dama que tengo frente a mi?

Tu: Obviamente de lo bello que eres Lennon. – Reí y acarició mi mejilla - ¿Fuiste anoche a visitar a Mimi?

John: Exacto. – Asintió separándose un poco de mi – Sabes, después podríamos ir a The Cavern Club, tengo ganas y así celebramos como toca el cumpleaños de Paul. – Buscó a Paul con la mirada - ¡¿Eh, Paul?!

Paul: ¿Qué ocurre Johnny? – Preguntó.

John: ¿Después marchamos a The Cavern Club? – Preguntó con una sonrisa en la boca.

Ringo: ¿A recordar viejos tiempos? – Preguntó sonriendo.

Y dicho y hecho, tras pasar un buen día en casa de la tía de Paul, al caer la noche nos acercamos a The Cavern Club. Se habían cambiado de ropa e incluso de peinado, era como si hubiésemos dado un salto al pasado.

La multitud de personas, en especial mujeres, que se acercaban a ellos cuando los reconocían eran incontables, costaba abrirse paso para llegar a la puerta de The Cavern, pero después de que ellos entraran la gente se tranquilizó y me dispuse a entrar.

-       -   ¿Dónde cree que va señorita? – Alcé la vista y contemplé a un hombre considerablemente alto.

Tu: Disculpe, voy con ellos. – Susurré, pensando que ni siquiera me había escuchado.

-          Claro. – Asintió – Todas esas chicas de ahí atrás, también van con ellos.

Me giré y señaló una larga fila de personas, mayoritariamente chicas, no más mayores que yo, con cara de emoción para poder entrar.

Tu: Pero yo… - Proseguí.

-          Quiere hacer el favor, de ponerse en la fila y esperar su turno. – Me interrumpió – No me gustaría tener que discutir con usted.

Me di media vuelta, pensando en irme a casa o guardar fila para entrar, justo cuando escuché una voz conocida y cientos de gritos prominentes de  las chicas de la cola.

John: ¿Charlie? – Preguntó asomando la cabeza con ese pelo despeinado de nuevo. – Viene con nosotros. – Miró al tipo que estaba en la puerta.

Aquel hombre corpulento, simplemente se dignó a hacerme un gesto con la cabeza para que pudiera pasar. Pasé delante de John, sabiendo que estaba desatando la locura en aquellas personas femeninas que estaban guardando su turno.

Y sin mirar hacía delante me topé con alguien, el cual me hizo tropezar y caer al suelo.

-          Lo siento. – Dijo inmediatamente mientras me ayudaba a levantarme - ¿Se encuentra bien?

Alcé la mirada y aunque nunca hubiera visto a este chico, era claramente reconocible.

Tu: ¿Pete Best? – Pregunté frunciendo el ceño.

Ese chico me observó muy atentamente con las cejas arqueadas sin apenas saber quien era, pero a los instantes sonrió levemente.

Pete: ¿Charlotte Sutcliffe? – Preguntó con algo de temor, por confundirse.

Tu: Si. – Asentí sonriente.

Pete: ¡Vaya! – Asintió – Es gratificante verte, bueno encontrarme mejor dicho en estas condiciones, por decirlo así.

Asentí estando de acuerdo, la última y de las pocas veces que lo había visto, fue en una sala de espera de un hospital Alemán y crucé pocas palabras con él realmente.

Pete: Bueno, ¿Como te va todo? – Preguntó – Se escuchaban rumores, de que te vives en Londres y trabajas de fotógrafa, con los Beatles.

Tu: Si, son ciertos los rumores. – Asentí mirando otra parte, que no fuera él.

Me sentí dolida, por todo lo que ocurrió con él y el grupo, su despido y la supleción por Ringo.

Pete: Me alegro que te vaya todo bien. – Asintió – Yo, ya puede observar, regresé.

Tu: ¿Y te va todo bien? – Me interesé.

Pete: Si. – Asintió entornando esos ojos claros y bellos – Estoy trabajando.

-          ¡Vaya! – Se asombró alguien detrás de mi – Pete.

Me giré y pude ver como John sonreía y sin mostrar ningún gesto de desagrado le tendió la mano y ambos se la estrecharon.

John: Espero, que todo te marche bien. – Dijo mientras cogía mi mano entrelazando nuestros dedos - ¿Bajamos?

Asentí y me despedí de Pete haciéndole un gesto con la mano, me había gustado hablar con él y saber que esta bien.

John: ¿Conocías antes a Pete? – Preguntó extrañado.


Tu: Algo. – Expliqué.

John: Pues seguramente – Rio – has hablado más tú con él que yo en toda la época de Hamburgo.

Tu: John, no seas desagradable. – Dije con gesto serio.

John se encogió de hombros, y por fin llegamos al sótano de The Cavern, vimos a los chicos en la barra pidiendo un par de copas, cuando John me soltó la mano y se me adelantó acercándose a ellos.

John: Hoy invito yo. – Informó – Por nuestro amigo, que cumple años y que todos sabemos que esta va a ser su gran noche.

Los cuatro alzaron sus copas acompañados de unas sonrisas, cuando Ringo hizo un gesto para que me aproximara junto a ellos. 
Al final acabamos por sentarnos en una de las mesas a disfrutar de la noche, en la cual mi cámara estaba presente, como la mayoría de veces.

John: Hazme, hazme una foto. – Sonrió ebrio cogiendo a Paul por los hombros – Con mi fiel amigo Paulie. A quién adoro y deseo desde siempre.

George comenzó a reírse tras lo que había dicho de desear y ya tuvo tema de burla durante un buen rato. Aunque no fue el único tema de burla para George, si no que alguien más se acercó y decidió bromear con un tema algo parecido.

-          ¿Cómo estuvo tu luna de miel, John? – Preguntó un hombre gracioso.

John ebrio, pero sabiendo perfectamente que se refería a las vacaciones que había pasado con Brian en Mayo de este año en España, no dudó en levantarse y propinarle un duro puñetazo en las costillas.

Los chicos tardaron en responder la actitud de John, pero se levantaron rápidamente y le cogieron como pudieron de los brazos.

Paul: ¡Johnny para! – Gritó mientras le intentaba levantar de encima de ese hombre.

Entre los tres le alzaron y lo sacaron de The Cavern, por suerte para nosotros eran altas horas de la madrugada y no había ni un alma por las calles de Liverpool.

John: ¡Soltarme! – Bramó - ¡He dicho que me soltéis!

Ringo y George soltaron los brazos de John, mientras Paul se quejaba del puñetazo que había recibido pasivamente por John en la cara.

John: Ese cabrón, me ha llamado maricón en toda mi cara. – Escupió en el suelo – Volvería y le reventaría la cara.

Ringo: John, era una broma. – Dijo calmadamente.

John: ¿Una broma? – Preguntó acercándose a Richard, el cuál retrocedió - ¿Te haría gracia que a ti te lo llamaran?

George: John, no saques las cosas de contexto. – Intentó calmarle – Estás ebrio, sería mejor que regresáramos a casa.

John: Sería mejor que regresara allí y le partiera la cara. – Volvió a gritar.

Unos pasos más atrás me encontraba junto a Paul intentando hacer que su nariz dejase de sangrar.

Paul: Ah, ah, ¡Ay! – Dijo cuando acerqué su pañuelo a la nariz.

Tu: Lo siento. – Dije forzando una tímida sonrisa – Te has llevado un buen golpe.

Paul: Si. – Asintió mirando a John – Y eso que no me ha dado queriendo, si no podría estar ahora mismo tendido en el suelo.

Tu: Lo siento. – Susurré.

Paul: ¿Por qué? – Preguntó extrañado con mi disculpa.

Tu: Por acabar así tu cumpleaños. – Dije sin ánimos – No es el final que hubieras deseado.

Paul: A ver, estamos en Liverpool – Comenzó a pensar – con mis mejores amigos, mi familia y una chica maravillosa. – Sonreí al ver como me aludía – He pasado un día perfecto con todos ellos y he disfrutado de la noche con mis amigos y contigo. Creo que ha sido un cumpleaños perfecto.

Sonreí y dejé atrás a Paul sosteniendo el pañuelo junto a Ringo, y mientras me acerqué a intentar calmar a John, el cuál seguía de los nervios.

John: Como le vuelva a ver… - Murmuró.

Tu: John. – Dije poniéndome a su lado.

John: Ahora no, Charlie. – Dijo alejándose a mi – Estoy cabreado y ebrio, creo que no es el mejor momento.

Me paré enfrente de él, el cuál iba dando tumbos y era bastante difícil que se mantuviese quieto en una posición, porque no se tenía en pie.

Tu: Dame la mano. – Ordené, él con enfado me la dio - ¿Vamos a casa de tía Mimi? Así te duchas, te calmas y descansas, ¿Vale?

Me miró fijamente a los ojos y asintió en silencio. Nos reunimos los cinco en un pequeño círculo y como en los viejos tiempos, como los cuatro recalacaron, nos despedimos y cada uno partió hacía su supuesta casa.

Paul: ¡Recordar que mañana hay que estar en la estación a las diez! – Gritó con el pañuelo apretando su hinchada nariz.

Asentimos y me dirigí junto a John, hacía casa de tía Mimi. Íbamos dando tumbos por la calle, mientras él decidió que era hora de ponerse a cantar ‘Love Me Do’, a las tres de la mañana por las oscuras calles de Liverpool.

Tu: John, guarda silencio. – Le advertí – No quiero toparme con otro hombre ebrio o peor.

John: No seas aguafiestas. – Balbuceó – ¡Love, love me do, you know I love you!

Tu: Sh. – Susurré – No grites John.

Habíamos llegado justamente enfrente de la casa de tía Mimi, miré en los bolsillos de John, para encontrar las llaves, que abrían la verja de su casa, las saqué y pasamos por el jardín silenciosamente.

John: ¡Mimi! – Gritó - ¡Ya estoy en casa!

Tu: John, por favor. – Murmuré – No despiertes a la tía Mimi.

No había tenido el placer de conocer a su tía en ningún momento, pero pensé que no sería la mejor ocasión de hacerlo esta misma noche.

Abrí con una mano la puerta de entrada sigilosamente y con el brazo de Winston pasado por mis hombros subimos las escaleras, cuando de repente la luz se encendió.


Mimi: ¿Te parece que estas son horas de llegar a casa John? – Cruzó los brazos, y bajó los escalones con un camisón blanco – Y encima ebrio. ¿Es que nunca vas a crecer?

John: Mimi, calla. – Ordenó lentamente – Ya no soy un niño.

Mimi: Pues te comportas como tal. – Afirmó con tono firme – Cuando dejes de comportarte como un niño, yo dejaré de tratarte como si lo fueses.

Los ojos de Mimi se centraron en mí por primera vez en la noche, y su fría mirada hizo que me estremeciese.

Mimi: Muchas gracias por traerle. – Dijo seriamente – Déjame ayudarte.

Entre las dos subimos a John hacía su cuarto, pude observar como se encontraba una guitarra en el suelo apoyada contra la pared, una radio encima de la mesita y varios discos apelotonados en un montón.

John: Creo que necesito ir… - Se soltó de ambas.

Y antes de que pudiese terminar la frase salió hacía el cuarto de baño. Mimi se llevó la mano a la frente y negó con la cabeza mientras suspiraba.

Mimi: Prefiero no conocer lo que sucede en Londres. – Hizo un chasquido con la lengua. – ¿Sabes? Nada más verte entrar con John, reconocí tu rostro. John me ha hablado mucho de ti. Al principio, tengo que serte sincera,  le intimidaba tu presencia entorno al grupo, debido a que eras la hermana de Stuart. Después sus palabras hacía ti fueron transformándose y acabó hablando maravillas sobre ti.

Sonreí con cada palabra que mencionaba. Pero dejó de hablar cuando John regresó del aseo.

John: Mimi, no me pongas en compromisos. – Susurró balanceándose de un lado hacía otro – Creo que iré a dormir, no me encuentro bien.

Mimi: No es muy habitual que esto sea ofrecido por mi, pero ¿Te quedas? – Preguntó arqueando las cejas.

Tu: Bueno… - Miré a ambos, cada uno expresaba una cosa con su mirada – Creo que sería mejor que regresara a casa, mis padres estarán furiosos y no quiero que se enfurezcan más, conociendo que me he quedado a dormir en su casa señora Smith.

John: Te acompaño a casa. -  Murmuró, y se cogió de la barandilla para no caerse al suelo.

Tu: John, ¿Has visto como estás? – Susurré – No hace falta que me acompañes a casa, deberías ir a descansar y darte una buena ducha mañana temprano. Hay que estar en la estación a las diez – Miré a Mimi.

Mimi: Allí estará. – Asintió – No es adecuado que vayas sola, a estas horas de la madrugada. Quédate si lo deseas, puedes telefonear a casa.

Negué con la cabeza, sin estar convencida del todo. Mis padres se alarmarían porque no llegaba, pero más aún si había pasado la noche en casa de John, más conociéndole y sabiendo que era amigo de Stuart. Aunque mirándolo por otro lado, deberían de tener más confianza con él, habiendo sido el mejor amigo de Stuart.

Mi cabeza me decía diversas cosas. Al final acabé por aceptar la invitación y bajé al salón para telefonear a casa. Sabía que mi padre no se habría ido a acostar sin que hubiera regresado.

-          ¿Papa? – Susurré al sentir como alguien contestaba.
-          ¿Charlotte? ¿Dónde te encuentras? ¿Ha ocurrido algo? – Diversas preguntas llegaron a mis oídos.
-          No. – Negué – Papá me encuentro en casa de John.
-          ¿John? ¿Lennon? – Preguntó con extrañez - ¿Qué haces ahí? ¿Se encuentra bien? ¿Le ha ocurrido algo?
-          No, papá. – Volví a repetir – Se ha… dado un golpe, y le he acompañado a casa, porque se sentía mareado. Al llegar ya era tarde, y la señora Smith me ha ofrecido quedarme a pasar la noche, por no regresar sola a casa.

Mi padre prefirió guardar silencio, a dar su opinión a lo que le había explicado.

-          ¿Papá? – Pregunté, esperando su veredicto.
-          Pero mañana pasarás para despedirte, antes de regresar a Londres ¿No? – Eso había sido que apoyaba mi estancia aquí.
-          Claro. – Asentí, aunque no me viese – Eso no lo dudes.
-          Pasa buena noche. – Dijo con voz cansada – Descansa.
-          Vosotros también. Hasta mañana.

Colgué y me levanté del sillón, en el que estaba sentada. 

Salí al hall y pude ver como la tía de John y el propio Winston, que se encontraba apoyado en la pared medio dormido, esperaban que dijese como había ido la conversación. Yo con un simple asentimiento de cabeza, se lo hice saber.

Mimi: Habrá que preparar una cama. – Dijo juntando sus manos.

De repente John abrió los ojos y entró en la conversación.

John: Mimi, no te preocupes. – Hizo un gesto de dolor de cabeza – Nosotros nos apañamos.

Mimi: De eso, nada jovencito. – Negó con la mano – Sé, lo que te propones y si sus padres me han dado un voto de confianza no pienso…

John: Mimi, yo le presto mi cama. – Comenzó a hablar – Y yo duermo en el sofá.

Su tía arqueó las cejas, y sin estar del todo convencida subió las escaleras, no sin antes mirarnos con los ojos entornados, como gesto de que iba a estar vigilante durante la noche.

10 de julio de 2012

Vuelvo a la carga.

Queridas Beatlemaniacs.

¡Aquí estoy de nuevo! Por fin los exámenes y el instituto se ha acabado y puedo perfectamente continuar con la historia que llevaba y con mis queridas chicas que se habían ofrecido como personajes.
Quiero darle un nuevo enfoque al blog, por lo que intentaré cambiar el aspecto que tiene. Espero no tardar en subir mucho y ahora mismo me pondré a escribir un capítulo para pronto subirlo.

Muchos besos.