24 de abril de 2013

67. Love me do.


Antes que nada, agradecer como siempre a todas aquellas personas que siguen la historia y que comentan en cada capítulo. Ahora explicar que no habrá más capítulos del futuro como habéis podido comprobar, dado que la historia ya esta muy avanzada y que a partir de este irá pasando el tiempo muy rápidamente hasta llegar a los capítulos ya escritos del futuro. 
Este es un capítulo que marcará el trayecto de la historia y que espero que gusta a la mayoría de las personas.

Liverpool; Invierno, Diciembre 1967.

John abrió la puerta y entró dentro de la casa.

El tiempo que estuve allí fuera me sirvió para pensar lo confundida que había estado durante estos últimos meses y lo ciega también. El no darme cuenta de lo que sentía Paul hacía mi, era imperdonable, pero ahora lo veía todo claro y su beso me había abierto los ojos.

Noté como la puerta se abría detrás de mi y una personita llamada John Stewart se tiró a mi espalda.

J. Stuart: ¡Va, mamá! – Exclamó cogiéndome de la mano y haciendo que entrase dentro.

Dejé el abrigo colgado en su sitio y me acerqué al salón, donde estaban diciendo los minutos que quedaban para el nuevo comienzo del año.

George: ¿Te encuentras bien? – Me preguntó cogiendo a John en brazos.

Tu: Sí. – Sonreí asintiendo.

Me adentré al salón y observé como Paul reía junto a su hermana Ruth.

Paul: ¡Ajá! – Dijo sacándole una moneda de detrás de la oreja – La habías perdido de vista.

Ruth: ¡No! – Rió - ¡Otra vez!

Paul: Vale, observa atenta. – Le enseñó la moneda y se la escondió en una mano - ¿Y bien?

Ruth: Derecha. – Señaló.

Paul: Maldición. – Exclamó – Has estado muy rápida.

Ambos se rieron y Paul al sentir que les estaba observando dirigió su mirada hacía mi, una mirada avergonzada junto con una tímida sonrisa.

Madre: Cielo. – Captó mi atención - ¿Nos ayudas a repartir las copas?

Asentí sacando unas copas de cristal del mueble, Ruth se ofreció a ayudarme y a ir repartiéndoselas a las personas que estaban esperando el comienzo del nuevo año.

Tu: Tome. – Dije sonriente.

Sr. Harrison: Gracias querida.

Tu: Con cuidado Ruth. – Le entregué una nueva copa.

Paul: Gracie bella. – Dijo sonriente a su hermana pequeña.

Ruth: No seas tonto Paul. – Le golpeó suavemente el brazo.

Paul: ¡Hey! – Se quejó - Hieres mis sentimientos.

John: Tendrá un buen carácter de mayor. – Se acercó a su amigo – ¿Preparado para comenzar un nuevo año Paul?

Paul: Solo si es mejor que el anterior. – Dijo sacando un cigarrillo.

John: Tal vez.– Asintió.

George: ¡Hey! – Exclamó aproximándose a ellos - ¿Sabéis algo de Ringo?

Ambos negaron con la cabeza y se encogieron de hombros.

Las copas ya estaban repartidas y las botellas de champán listas para ser abiertas, la expectación por un nuevo año estaba entre nosotros. John junto a Ruth reían esperando el momento y para variar Lennon hacía caras enfadando a Mimi y haciéndonos reír a los demás.

George: No seas mal educado. – Le susurró dándole un golpe en la cabeza.

John: No me vuelvas a tocar si no quieres comerte la copa. – Le dijo.

Paul: Chicos, no empecéis el nuevo año con peleas. – Se interpuso.

De pronto el reloj marcó las doce y el señor McCartney no tardó en abrir el champán, las felicitaciones corrían por la sala, y la alegría se notaba en el ambiente.

George: ¡Feliz 1968 Johnny! – Exclamó y abrazó a su amigo que también le aplastó entre sus brazos.

John: ¡James Paul McCartney a mis brazos! – Alzó a Paul del suelo y comenzaron a reír, me encantaba verlos así de felices.

J. Stuart: ¡Mamá! – Exclamó acercándose.

Cogí a mi pequeño en brazos y besé su mejilla, John no tardó en venir junto a nosotros.

John: ¡Feliz año nuevo John! – Dijo besando su otra mejilla – Feliz año nuevo Charlie.

Besó mi mejilla y nos dedicó una sonrisa junto con una pose bizca de ojos, que hizo carcajear a su hijo.

George: Empieza un año nuevo Charlotte. – Se aproximó con su copa en la mano – Espero que este nuevo año tengas las cosas más claras.

Tu: ¡Hey! – Me quejé – Lo mismo digo Geo, a ver si nos presentas por fin a una señorita. – Reí.

George: No me hace falta una señorita a mi lado para pasármelo bien. – Se encogió de hombros.

Tu: ¿Dónde está Paul? – Le pregunté interesada.

George: ¿Por? – Preguntó entrecerrando los ojos.

Tu: Quería felicitarle el nuevo año. – Me sonrojé bajo la mirada atenta de George.

George miró a su alrededor y lo buscó con la mirada, pero al parecer no le encontraba.

George: Al parecer se marchó. – Dijo.

Tu: ¿Se marchó? – Pregunté extrañada - ¿Cómo que se marchó? ¿Por qué se marcho?

George se encogió de hombros y negó con la cabeza.

George: No lo sé Charlotte. – Dijo – Tal vez no se encontrara bien. Pero si quieres felicitarle el nuevo año, ya sabes lo que tienes que hacer.

Me dedicó una leve sonrisa y comprendí por un instante a lo que se refería con aquella frase.
Por una parte quería correr detrás de él y decirle lo que sentía, pero luego había otra parte que me impedía marchar de allí.

Me senté junto a mi madre y me evadí mientras los demás reían y bebían para celebrar el nuevo año.

Madre: Cielo, ¿te pasa algo? – Me susurró y yo negué con la cabeza - ¿Dónde se encuentra Paul?

Sr. McCartney: Se ha marchado a casa. – Dijo observando a mi madre – Según él el dolor la cabeza la estaba matando. Se fue a descansar.

Escuché aquellas palabras sin mostrarme muy interesada, mi madre me observó y se encogió de hombros. Dentro de mi algo me decía que fue ella quién avisó a Paul que estábamos aquel día en Blackpool, y que conocía antes que yo sus sentimientos hacía mi, aunque al parecer todos los conocían antes que yo.

Me levanté del asiento y me dirigí fuera de la casa, para tomar un poco el aire.

Madre: Haz lo que diga tú corazón cielo. – Me susurró detrás de mi – Stuart se guío por su corazón. Sus sentimientos eran hacía Astrid, y tomó la decisión de quedarse en Hamburgo junto a ella, fue feliz y recuerda que tú eras feliz por él. – Me explicó mirándome a los ojos – Tu hermano se sentirá feliz cuando tú lo seas y yo también.

Sonreí, emocionada por lo que me acababa de decir mi madre.

Madre: Paul te quiere. – Sonrió – Deja el miedo a un lado y deja de pensar con la cabeza. ¿Que te dice tú corazón?

Y así fue, hice lo que mi corazón me decía, lo que llevaba intentándome decir hace tiempo.

Cogí el abrigo y tras besar la frente de mi hijo, eché a correr calle abajo, notaba como los pequeños copos de nieve se quedaban en mi ropa y en mi cabello, pero me daba igual tenía que llegar como fuera a casa de James.

Las luces de las casas estaban encendidas, y desde fuera se podían escuchar como cantaban los villancicos, pero en mi mente simplemente estaba llegar a Forthlin Road y llamar a su casa.

Casi, cuando me estaba quedando ya sin aliento, entré por aquella calle, buscaba desesperada el número 20, y finalmente me encontré delante de él. La valla estaba entre abierta, por lo que me permití entrar en el jardín.

Respiré hondo y llamé al timbre de aquella casa, me di cuenta de que los copos de nieve se habían derretido mojándome las ropas, el corazón me latía frenéticamente y lo único que deseaba era verle abrir esa puerta. Y así fue.

Paul: ¿Charlotte? – Preguntó asombrado de encontrarme allí delante - ¿Qué estás…?


No le dejé acabar la pregunta, sin pensarlo dos veces me aproximé a él y besé sus labios, llevé mis manos a su rostro y le acerqué hacía mi, esperando que me devolviese el beso, y sin tardar ni tres segundos así lo hizo.

Cerró la puerta detrás de mi, sin dejar de besarme, y rodeó mi cuerpo con sus manos, eran tan perfecto aquel momento… tan difícil de explicar todos los sentimientos que teníamos a flor de piel…

Ambos nos separamos lentamente con la respiración entre cortada, mirándonos a los ojos sin saber que decirnos.

Paul: Es la primera vez que no sé que decir… - Murmuró sin soltarme.

Tu: No hace falta que digas ahora nada. – Volví a besar sus labios y el beso fue correspondido.

Llevó sus manos a mi cabello y me acercó más a él, era un beso intenso pero a la vez tierno, simplemente era un beso de Paul, y creo que me podría acostumbrar siempre a tener esos besos, sus besos.

Fue una noche especial, no supe como llegamos hasta el piso de arriba, porque no me había separado de sus labios en ningún momento.
Cerró una puerta con pestillo y me separé por primera vez para ver donde me encontraba.

Era un pequeño dormitorio, había un escritorio junto a la ventana y una cama justo en medio, Paul tenía su guitarra apartada en un rincón, le observe, me miraba esperando que dijese algo.

Tu: Paul… - Dije sabiendo lo que pensaba – Tú padre, Ruth, Angie…

Paul: Sabes que la noche de fin de año no se llega hasta la madrugada. – Me explicó acariciándome los labios – Simplemente si no quieres dímelo.

Tu: Te quiero a ti Paul. – Le susurré.

James sonrió dulcemente y besó con pasión mis labios, rodeé su cuello y dejé que me condujese por su habitación hasta llegar a su cama. Notaba las suaves sábanas en mi espalda y el calor que desprendía Paul, comencé a desabrochar su camisa blanca y contemple su torso, suave y cálido sobre mi.

Mi vestido cayó lentamente al suelo y sus dulces labios rozaban cada parte de mi cuerpo, que había quedado desnudo.

Lentamente y sin prisas nuestras prendas fueron desapareciendo por diversas zonas de la habitación, que estaba oscura y solamente se iluminaba por la luz blanquecina de la luna.
Se veía tan bello bajo esa luz, cada parte de su cuerpo era perfecta.

Una fina sábana nos cubría los cuerpos, ahora podía sentir cada parte suya junto a mi, sus manos acariciaban mi torso mientras sus labios no dejaban de besar los míos.

Noté como bajaron lentamente sus manos por mi cuerpo hasta llegar a mi cintura, y se separó levemente de mi para mirarme a los ojos. Supe que había llegado el momento y asentí con una pequeña sonrisa buscando nuevamente sus labios.

Fue especial, no se separó ni un instante de mis labios, ni yo dejé de rodearle con mis brazos.

Acabé apoyada en el hombro de Paul que acariciaba mi mejilla con sus dedos lentamente, adoraba su perfume, siempre me había gustado, pero ahora que sabía que lo podía oler siempre que quisiera me gustaba más.

Paul: ¿Sabes? – Preguntó haciendo que me girase hacía él – Desde un primer momento me había fijado en ti Charlotte.

Tu: Paul… - Reí, creyendo que me tomaba el pelo.

Paul: Enserio. – Asintió seriamente – Eras muy bella cuando te conocí por primera vez, lo recuerdo como si fuese ayer mismo.

FLASHBACK

Invierno; Liverpool 1960


John se acababa de  mudar junto con unos amigos de su universidad a vivir juntos. Conocía a Stuart desde hacía un tiempo, y se le veía realmente unido a John.

John: ¡Stu! – Exclamó desde el salón - ¡Tienes unas cajas realmente apestosas aquí! ¿Qué llevas dentro?

Stuart: Apestoso tú Lennon. – Dijo dándole una colleja – Son cosas para llevarme al taller de arte.

John: Pues apestan. – Repitió – Paul ayúdame a llevar esta caja hasta el dormitorio.

Yo: ¿Qué llevas aquí dentro John? – Le preguntó viendo como pesaba.

John: Eres un flojucho McCartney. – Me la arrebató de las manos – Anda abre la puerta, están llamando.

Le miré enfurecido a ver que no paraba de darme órdenes, y asentí dirigiéndome hacía la entrada, abrí la puerta y allí se encontraba una jovencita con una dulce sonrisa en su rostro.

Tenía el pelo castaño claro, y unos ojos verdosos realmente preciosos.

John: ¿Quién es? – Preguntó justo detrás de mi.

-  Buenas tardes, me llamo Charlotte. – Dijo con una pequeña cesta en sus manos - ¿Se encuentra mi hermano en casa? Vengo a traerle un pastel.

John: Por supuesto bella dama. – Dijo apartándome hacía un lado – Pasa, pasa. ¡Stu! ¡Hay un bella señorita que pregunta por ti!

Stuart: ¿Por mi? – Dijo saliendo al pasillo - ¡Char! ¿Qué haces aquí?

Stuart abrazó a aquella jovencita, que al parecer era su hermana, una preciosa joven con una bella sonrisa.

Charlotte: Mamá quería que te trajese unas cosas y de paso un pastel hecho por ella. – Dijo feliz.

John: Que encantadora suegra. – Rió revoloteando alrededor de la invitada.

Stuart: John, no te pases con las bromas. – Le dijo – Ven Charlotte, te enseñaré la casa.

Stuart guio a su hermana por todas las estancias, enseñándole donde iba a vivir, mientras que yo me quedaba con John.

John: Sabía que tenía una hermana. – Me explicó – Pero no sabía que era así.

Yo: ¿Así como John? – Le pregunté de brazos cruzados sin dejar de pensar en ella.

John: Vamos Paul. – Golpeó mi hombros – Creo que te has dado cuenta al igual que yo, que con ella querría más que amistad.

No pude evitar reír, aunque sabía que acababa de decir una grosería. Pero sinceramente la hermana de Stuart, era preciosa.

FIN FLASHBACK

Tu: Vaya… - Murmuré – Por eso no quería volver a pisar esa casa.

Paul comenzó a reírse conmigo y beso mi frente, a mi también me había parecido un chico encantador, mucho más que John en aquella época, que sinceramente temía y no quería encontrármelo por ahí.

Paul: Más tarde cuando supe que ibas a trabajara como fotógrafa con nosotros, recordaba la impresión que me diste al conocerte. – Me explicaba – Y lo bella que eras, pero habías cambiado y madurado y la jovencita se había convertido en una señorita y…

Tu: Paul… - Reí.

Paul: Sh… - Se acercó a mi rostro – Bésame.

21 de abril de 2013

66. The confession.



 Liverpool; Invierno, Diciembre 1967.

Me encontraba en el salón, escuchando como hablaban las mujeres de lo rápido que se había pasado este año, los hombres de lo que habían llegado a lograr los chicos y mientras tanto George se levantó del lado de los pequeños y se aproximó a mi.

George: ¿Dónde están John y Paul? – Preguntó con un cigarrillo en la mano.

Tu: Creo que se encuentran arriba. – Señalé las escaleras – En la habitación de John.

George: Ah. – Asintió - ¿Sabes por casualidad de lo que están hablando?

Sabía que George, conocía todo lo que sus amigos pensaban, y sabía lo que John pensaba y no quería que Paul supiera, y lo que Paul pensaba y no quería que John supiese.
George siempre había sido una persona no muy habladora y mucho más observadora, en quien se podía confiar y a quién se le podía contar todos los secretos. Por eso sabía de por sí, que él conocía de que trataban John y Paul arriba.

Tu: ¿Tú sabes de lo que charlan? – Me limité a preguntar.

George: Te has dado cuenta de lo que Paul siente por ti ¿No? – Dijo apartándose a un lugar más tranquilo.

Tu: ¿Tú lo sabías? – Le pregunté.

George: Desde hace bastante tiempo. – Asintió.

Tu: ¿Cuánto tiempo? – Me interesé.

George: Mejor que te lo explique él. – Sonrió de lado.

Tu: ¿Se lo está contando a John? – Susurré.

George: Puede. – Se encogió de hombros.

Me llevé las manos a la cabeza, sin saber la reacción de John y planteándome lo peor.

George: Hey. – Dijo bajándome las manos – John ya sabía que esto podría suceder, Paul se lo comentó en la fiesta de los estudios. Aquella que apareció Merce de repente y que yo no acabé muy bien…

Tu: ¿Eso fue este verano? – Dije extrañada.

George: Si. – Asintió – Según me contaron se me escaparon algunas cosas, y John lo dedujo por si mismo. Paul no tuvo marcha atrás y acabó confesándoselo.

Tu: ¡Oh, señor! – Dijo llevándome una mano a la cabeza.

George: ¿Confundida? – Me preguntó.

Asentí rebuscando en mi mente, yo simplemente sentía una fuerte amistad por Paul. No sentía nada más, o no quería sentir nada más.

Tu: La cabeza me va acabar estallando. – Le confesé -¿Y como se tomó John los sentimientos de Paul?

George: No le quedó más remedio que aceptarlos ¿No crees? – Dijo dándole una calada al cigarrillo – John y tú ya no teníais una relación, habíais quedado como amigos, simplemente os unía vuestro hijo. A parte Paul es uno de sus mejores amigos, tuvo que aceptarlo, aunque le doliera.

Asentí pensando que era evidente lo que Geo me acababa de decir. Escuchamos unos pasos bajar los escalones y por allí aparecieron dos personas que sonrieron al vernos.

John: ¿Intentado ligar George? – Preguntó amistosamente.

George: No, la señorita Sutcliffe no me pertenece a mi. – Dijo riéndose - ¿A quién le pertenecerá? – Susurró en mi oído.

Tras decir aquello entró en el salón donde acaban de entrar los demás. ¿A quien le perteneceré?

Completamente confundida hice lo mismo que ellos y tomé asiento en la mesa, intentando aparentar que escuchaba la conversación de las mujeres, pero en verdad estaba evadida de todo aquello.

¿Qué habrían hablado allí arriba? ¿Tendría algo que ver conmigo?

Una persona se aproximó a mi, y me descolocó de mis pensamientos, era John.

John: ¿Podemos hablar un momento? – Me preguntó con una pequeña sonrisa en los labios.

Asentí y me levanté de la silla, mirando como George ofrecía un cigarrillo a Paul, que observaba con el rabillo del ojo nuestros movimientos.

Cogimos los abrigos y salimos al porche cubierto que tenían en la entrada. Al Parecer había cesado el viento y ahora caían unos grandes copos de nieve, para comenzar el nuevo año.

John: Bueno Charlie, ya has visto que estaba hablando con Paul antes. – Comenzó a decir y asentí – Pues verás...

FLASHBACK (Narra John)

Tras levantarnos de encima de George, decidí que ya era hora de hablar con Paul y decirle lo que tenía planeado esta noche y que mis sentimientos seguían siendo los mismos, por Charlie. El maldito tiempo no los había cambiado, aunque era lo que quería.

Entré en mi habitación y me senté en la cama, iba a disponerme a hablar con él, pero al parecer se me adelantó.

Paul: John, necesito decirte una cosa que me esta matando por dentro. – Dijo y me quedé sorprendido – Ya te expliqué lo que sentía hacia Charlotte, nunca me había planteado la posibilidad de contárselo, pero debido a lo que sucedió la otra noche, que estallé y ya no podía más me la he planteado. Creo que ella ya se hace una idea, y más cuando esta tarde he ido a su casa y… la he besado.

Mis ojos se abrieron de par en par al escuchar lo que había hecho.

Paul: John, no me mires así por favor. – Dijo levantándose de la cama.

Yo: ¿Qué no te observe así? – Pregunté esquizofrénico - ¿Cómo quieres que te observe? ¿Feliz? ¿Qué te aplauda por lo que acabas de hacer?

Paul, simplemente bajó la mirada y se apoyó en la estantería que tenía enfrente, se quedó pensativo y suspiró con enfado.

Paul: ¿Qué querías que hiciese John? – Exclamó con enfado - ¿Qué estuviera toda la vida con ese sentimiento dentro? ¿Sin saber que hubiera sucedido?

Me di un golpe en la frente y me levanté de la cama para encararme a él. ¿Pero que le iba a hacer? No podía hacer nada.

Paul: No sé que más decirte John… - Susurró.

En aquel momento la puerta se abrió, y apareció la chica que la que estábamos hablando. Ambos guardamos silencio y le prestamos atención.

Charlotte: Lo siento. – Dijo enrojecida – Pero tu tía Mimi me ha mandando a buscar un vinilo con canciones navideñas.

La observé serio, con unos rasgos apenados en el rostro, pero me levanté y me dirigí hacía la estantería de vinilos, para buscar aquel que me había pedido.

Charlotte: Disculpad. – Musitó cogiendo el LP.

Yo: No importa Charlie. – Intenté mostrar la sonrisa más verdadera en aquel momento.

Charlie salió de la habitación y me acerqué a la ventana de mi habitación.

Yo: ¿Ella te respondió el beso? – Le pregunté sin mirarle.

Paul: Se quedó sorprendida. – Susurró desde mi cama – No la culpo, no sé porque lo hice.

Me quedé en silencio, sé que él estaba esperando una respuesta por mi parte.

Yo: Si es eso lo que ella quiere… - Afronté – Yo quiero que sea feliz y que mi hijo también lo sea.

Paul: Sabes que yo adoro a John. – Me explicó – Pero no saquemos las cosas de contexto, no me devolvió el beso y no hace mucho me dijo que era su mejor amigo. Lo he hecho ha sido una gran estupidez.

Mi habitación quedó en silencio, lo único que e me pasaba por la cabeza eran unas malditas imágenes de Paul besando a Charlie. Cerré fuertemente los ojos evitando que estas se propagaran más y me di media vuelta.

Paul: Por cierto John. – Dijo observándome - ¿Qué era aquello que me tenías que decir?

Yo: Nada, nada. – Le dije poniendo una mano en su hombro – Una estupidez. ¿Bajamos?

Le sonreí intentando expresarle que las cosas marchaban bien. Aún así, después de todo lo que me había contado, era mi mejor amigo y no podía culparle de lo que había hecho, él no tenía ni idea de que mis sentimientos siguiesen siendo los mismos.

FIN DEL FLASHBACK.

John: Bueno y eso fue lo que me contó Paul. – Me explicó.

Asentí dándome cuenta de que Paul le había comentado todo lo ocurrido, John me observaba esperando que dijese algo. Pero no sabía que decir.

Tu: ¿Y que le tenías que comentar tú a Paul? – Pregunté con curiosidad.

John: Oh, nada. – Negó – Era sobre una canción.

Tu: Vaya… - Asentí.

John: Lo que quiero decirte Charlie, es que si sientes lo mismo que Paul, no hagas la estúpida. – Dijo moviendo sus manos – Pero si no sientes lo mismo que él…

Tu: ¿Si no siento lo mismo que él…? – Pregunté esperando que finalizase aquella frase.

John: Pues… - Se quedó pensativo - ¿Sientes lo mismo que él?

Arqueé las cejas pensando en la pregunta que me acababa de hacer, me parecía realmente incómodo tratar este tema con John, con aquel que fue mi pareja durante años.

Tu: Me es extraño hablar esto contigo John. – Me sinceré poniendo una incómoda sonrisa.

John: Charlie, por favor. – Dijo cogiéndome las manos – Simplemente respóndeme.

Asentí mirando hacía otro lado, y me decidí a pensar fríamente la respuesta y a meditarla.

Paul siempre había estado ahí cuando le había necesitado, me animaba y me apoyaba en todos los momentos, vino a buscarme a Hamburgo para que volviese a Inglaterra. Siempre le había mostrado aprecio a mi hijo y se había convertido en mi mejor amigo, pero a la vez… Le quería. ¿De qué forma le quería?

El beso de esta tarde sería inolvidable, esos labios carnosos… no quería que se separaran de mí, y no puedo negar que siempre me había parecido atractivo, sus sonrisas, esos ojos…

John: ¿Charlie? – Preguntó mirándome extrañado.

Tu: No lo sé John. – Dije llevándome las manos a la cabeza – Pero puede… que yo también sienta algo por él.

John sonrió, pero no felizmente, conocía cada una de sus sonrisas y esta era forzada.

John: Entonces ya esta claro. – Asintió mientras apretaba mis manos entre las suyas – Ves con él.

Se levantó y se dirigió hacía la puerta de entrada pero le retuve agarrando un camal de su pantalón.

Tu: Espera. – Murmuré - ¿Qué era aquello que me has intentado decir durante estos días?

John se giró y me observó allí sentada, volvió a poner aquella sonrisa forzada y negó con la cabeza.

John: Nada. – Negó – No era nada importante.

18 de abril de 2013

65. You're Going to Lose That Girl.


Liverpool; Invierno Diciembre 1967.

Cuando por fin reaccioné y me di cuenta de que habían personas esperando para la cena de Fin de Año, cogí las llaves del coche y tras visualizar de que todo se encontraba en orden dentro de casa, salí a la calle con un paraguas.

Hacía un viento espantoso y amenazó con romper mi paraguas, pero por suerte eché a correr tan rápido como pude y me adentré en el coche.

Tu: Espero que no me deje este cacharro tirada en mitad del camino. – Murmuré metiendo las llaves en el coche.

El trayecto fue largo, no quería arriesgarme a correr demasiado y chocarme contra un muro o un árbol, porque el limpia parabrisas tardaba su tiempo en hacer su tarea.

Al fin llegué ha casa de la tía Mimi, las luces del salón estaban encendidas y se podían ver diversas sombras de personas de pie. Cogí el paraguas y salí lo más deprisa que pude para cubrirme con el porche de la entrada principal.

Mimi: ¡Oh, querida! – Exclamó dejándome pasar dentro del hall – Pensábamos que te había ocurrido algo.

Tu: Buenas noches Mimi. – La saludé con un pequeño abrazo – Hace un gran temporal, y he venido con precaución en el coche.

Mimi: Mejor, mejor. – Asintió – Lo importante es que estés aquí.

Tras dejar el paraguas y colgar el abrigo entré dentro del salón, donde observé la escena detenidamente.

John no tardó en levantarse con nuestro pequeño en sus brazos y se aproximó a mi.

John: ¿Has venido bien? – Me preguntó – Tardabas mucho.

Tu: No he querido correr mucho. – Le expliqué – Pero tampoco he tardado tanto.

El pequeño me saludó con un  beso en la mejilla y se bajó de los brazos de su padre para ir a jugar con Ruth, que también se encontraba allí.

Jim Mc: Charlotte. – Dijo aproximándose - ¿Sabes algo nuevo de mi hijo?

Me quedé completamente pensativa. Si sabía algo nuevo de él y quería explicárselo para evitar su preocupación. ¿Pero como se lo explicaba?

Tu: Pues verá…

El timbre de la casa cortó lo que iba a decir, se podría decir que el timbre me salvó.

John: ¡Paul! – Exclamó dando un abrazo a su amigo - ¡Maldito McCartney!

Comenzó a golpea el hombro de este, que se cubría con los brazos.

Paul: ¡John! – Exclamó.

John: ¡¿Sabes lo preocupados que nos tenías?! – Dijo enfurecido.

Paul: Antes también desaparecía una noche y nadie se preocupaba. – Dijo riéndose.

John: ¡Eso es hace años! – Exclamó – Y sabíamos perfectamente donde y con quien te encontrabas.

George: Lo más seguro que con alguna señorita y en algún antro. – Dijo dándole un golpe amistoso a su reaparecido amigo.

John: ¿Así que esta vez también hacía lo mismo? – Preguntó sonriente - ¿Recordando viejos tiempos?

Me marché del hall, no me apetecía seguir escuchando aquella conversación. Me adentré en la cocina, donde Mimi acababa de preparar la cena y mi madre charloteaba con las demás.

Tu: ¿Necesitan que eche una mano? – Pregunté nada más entrar.

Angie Mc: Mira cielo, puedes sacar este plato. – Dijo la esposa del señor McCartney.

Asentí y saqué el plato esquivando a mi hijo y a Ruth que jugueteaban con unos coches en el suelo.

John: ¡John! – Exclamó llamando la atención de su hijo - ¿Le has enseñado a mamá el regalo?

Observé como mi hijo se acercaba felizmente y se sacaba un pequeño objeto de su bolsillo. Al parecer era una preciosa armónica.

Tu: ¡Vaya! – Dije observándola - ¿Te la ha regalado papá?

El pequeño asintió y observó a su padre que estaba justo a mi lado.

John: Ya le he dicho que debe aprender a tocarla. – Dijo observándole – Que yo le enseñaré.

Tu: Me parece perfecto. – Dije sonriente.

Sentí como unos ojos no se despegaban de mí, desde que habían entrado por esa puerta. Paul que charlaba entretenidamente con George, sentados ambos en los sillones, no dejaba de mirar cada paso que cada.

John: Estás muy bella. – Dijo con tono bajo – Siempre me gustó este vestido.

Tu: Gracias John. – Dije sonrojada.

John: La verdad es que me gustaría hablar contigo durante la noche. – Explicó seriamente – Hacía tiempo que quería decirte una cosa y…

Paul: ¡Chicos a cenar! – Exclamó golpeando el brazo de John amistosamente.

John: Paul te vas a llevar un bonito regalo de parte de mi esta noche. – Dijo alzando su puño.

Paul: Gracias John. – Rió -  No sabría como agradecértelo.

John: No hace falta que me lo agradezcas James. – Entornó sus ojos.

Paul: Comprendido Winston. – Soltó una carcajada.

John bufó para controlar su mal genio, y se sentó al lado de su hijo, que reía junto a Ruth.

John: Hijo, más te vale que no te enamores de la hermana de Paul. – Le susurró – No me gustaría ser familia de McCartney.

Tu: ¡John! – Exclamé dándole un puntapié por debajo de la mesa.

John: ¡Ay! – Exclamó – Que mal genio tienes. Era solo una broma.

La cena continuó entre risas y riñas, por parte de la tía Mimi a su sobrino, que no paraba de hacer tonterías, para escuchar las carcajadas de Ruth y John, y algunas que otras de los demás.

Mimi: John quítate las cucharas de la boca, por favor. – Dijo seria – No querrás que tu hijo lo repita.

John: Si lo hace mejor que yo, le compró el coche que vimos en el escaparate. – Le propuso risueño.

Tu: ¡John! – Exclamé y ambos me observaron asintiendo apenados – Estamos cenando.

J. Stuart: Vale… - Murmuró.

John: En los postres lo haremos. – Le susurró y no pude evitar sonreír y negar con la cabeza.

Alcé la vista del plato y me topé con aquellos ojos de Paul observándome tímidamente, que tras darse cuenta de que le había mirado bajó su mirada al plato y siguió comiendo.

En aquel instante recordé lo que había pasado hace unas cuentas horas en mi casa, como había llegado y tras discutir se dirigió a besar mis labios. Me ruboricé pensando en aquella situación y me di cuenta de Paul también lo estaba.

J. Stuart: ¡Mamá! ¡Mamá! – Llamó mi atención y negó con la cabeza señalándome el plato de encima de la mesa.

Tu: ¿Cómo que no? – Le dije cogiendo su cuchara – Tienes que acabártelo. – El pequeño volvió a negar – Si John, tienes que acabártelo.

Paul: Si te lo acabas… - Se quedó pensativo – Mañana te llevaré unos LPs que tengo en casa, y los escucharemos juntos.

Tras decir aquello, el pequeño cogió él solo la cuchara y comenzó a comer la sopa que le habíamos preparado para la cena.

Paul sonrió y me observó, sonreí tímidamente y ambos continuamos cenando.

Pronto llegamos al postre, un delicioso Pudding, típico para un día como hoy, mi madre había llevado también una tarta de arándonos que junto al té desapareció.

George: ¡Oh! – Exclamó desde el sillón – Me están matando.

Giré la vista y vi a mi hijo y a Ruth tirados encima de George que reía, pero ya no rió tanto cuando Paul y John echaron a correr y se lanzaron encima de la parte que le quedaba libre a George.

George: Os las veréis más tarde conmigo. – Chilló como pudo.

Paul: ¡Ajá! Eso me gustaría verlo. – Dijo riéndome encima de Geo.

John: Paul dejémosle respirar. – Dijo retirándose de encima de él.

James hizo caso a John y se levantó con una sonrisa en el rostro, pude observar como John le cogía del brazo y le llevaba fuera de la estancia.

Tu: ¡John Stuart! – Exclamé – Deja al pobre George tranquilo.

J. Stuart: Jo… - Murmuró levantándose.

Pero George le cogió por la cintura y le empezó a hacer cosquillas junto a Ruth.

Mimi: Querida. – Dijo detrás de mi - ¿Te importaría subir a la habitación de John y traerme un vinilo con canciones navideñas. No te asustes por el desorden.

Asentí con una carcajada y me dirigí a subir las escaleras, la casa estaba mucho más silenciosa por aquellos rincones. Me dispuse a abrir la puerta, pero allí dentro de topé con Paul y John parloteando.

Paul: No sé que más decirte John… - Le explicaba, pero en el momento que entré ambos guardaron silencio.

Tu: Lo siento. – Dije enrojecida – Pero tu tía Mimi me ha mandando a buscar un vinilo con canciones navideñas.

John estaba serio y con los rasgos un tanto apenados en su rostro, aún así se levantó y buscó entre sus estantería un vinilo, que me entregó.

Tu: Disculpad. – Dije otra vez.

John: No importa Charlie. – Sonrió.

Paul me observó sentado desde la cama y también me dedicó una pequeña sonrisa un tanto forzada.

Salí de allí, que era lo que más deseaba, no sabía de lo que podrían estar hablando. ¿Y si Paul le estaba contando a John lo que había sucedido esa tarde? Se lo tendría que haber contado antes.

Bajé y le entregué el vinilo a Mimi, que lo puso en el toca discos y se animó un poco más la fiesta. Quedaba una hora y unos minutos para entrar en el nuevo año, en 1968, y no sabía que tantas cosas podían suceder en tan corto periodo de tiempo.

14 de abril de 2013

64. You've got to hide your love away.


Hola a todos. Hoy os voy a dejar un capítulo corto, pero intenso, que marcará la historia que estoy redactando. Muchas gracias a todas las personas que como siempre comentan, leen y se pasan por mis blogs. Este capítulo quiero dedicárselo a mis queridas Ary y Gaby, espero que os guste a todos.

Liverpool; Invierno, Diciembre. 1967

Aquel último día del año, había salido tormentoso.
Acababa de vestir a John con su pequeño traje negro, aún no me había dado tiempo a vestirme y ya se estaba haciendo la hora para marchar a casa de la tía Mimi.

Tu: Mamá. – La llamé - ¿Quieres hacer el favor de traer los zapatos para John y ponérselos?

Madre: Ahora mismo voy. – Asintió.

Me estaba haciendo un recogido en el pelo, el vestido lo había usado simplemente un par de veces, y ambas fueron para actos públicos con el grupo.

Madre: Cielo, ¿Ya estás lista? – Me preguntó asomándose por la puerta del aseo.

Tu: Cinco minutos. – Le dije acabando de ponerme el carmín cuando empezó a sonar el teléfono - ¡Oh por Dios!

Me acerqué corriendo a por el teléfono, era Heidi, comencé a hablar con ella, bueno mejor dicho intentar, porque al parecer habían interferencias.

J. Stuart: ¡Mamá! – Exclamó de brazos cruzados.

Madre: Cielo, el taxi ya está aquí. – Me dijo observándome preocupada.

Me aparté el auricular de la oreja.

Tu: Marchaos en el taxi. – Les dije – Ahora iré yo en coche.

Madre: ¿Estás segura? – Me preguntó – Hace un gran vendaval y tormenta.

Asentí nerviosa, por no poder escuchar a Heidi al otro lado, me intentaba decir algo que le había sucedido, pero no escuchaba nada.

Tu: Hei, no te entiendo. – Le expliqué esperando que me escuchase – Te oigo entrecortada y no comprendo nada. ¿Heidi?

Al parecer se había cortado, y no había llegado a entender nada. Volví a marcar su número suyo de Manchester, pero ahora mismo me estaba comunicando.

De pronto el sonido del teléfono me asustó, haciendo que pegase un salto del sillón. Lo cogí corriendo esperando que fuese Heidi, pero por mi sorpresa no fue ella.

John: ¿Charlie? – Dijo en la otra parte del auricular - ¿Esta Paul contigo?
Tu: ¿James? ¿Conmigo? – Pregunté extrañada – Pues claro que no. ¿Por qué?
John: Acaba de llegar su padre, pensando que estaba aquí. – Me explicó – Y aquí aún no ha llegado, y en su casa tampoco estaba.
Tu: Pues no tengo ni idea John. – Le dije – Pero conmigo no está aquí.
John: Estúpido. – Murmuró - ¿Dónde se habrá metido? Anoche no durmió en su casa.
Tu: ¿Cómo? – Pregunté extrañada – Ayer me topé con él en Blackpool.
John: ¿En Blackpool? – Exclamó extrañado – Cuando le encuentre…
Tu: John, mi madre y John van para allá. – Le dije – Me he retrasado por una llamada de Heidi. ¿Tienes idea de donde puede estar ese estúpido?
John: No lo sé Charlie. – Dijo.
Tu: Yo no tardaré en llegar. – Le expliqué – Ahora nos vemos.
John: Esta bien. – Murmuró.

Colgué el auricular, y subí al piso de arriba para acabar de arreglarme. Ya había cogido el bolso y el abrigo cuando el teléfono volvió a sonar.

Tu: ¡Por Dios! – Exclamé - ¿Dígame? – Pregunté pero nadie respondió - ¿Hola? ¿Heidi?

Tras hacer varias preguntas sin respuesta, colgué de los nervios y me dirigí hacía la puerta principal con un paraguas en la mano.

Abrí el pomo mientras rebuscaba las llaves para cerrar después, dentro del bolso. Per al abrir la puerta y echar a caminar hacía delante me topé con una figura masculina delante de mi.

Tu: ¿Pa-Paul? – Pregunté observando su rostro completamente empapado- ¿Qué haces aquí?

Le miré de arriba abajo, sus ropas estaban mojadas y tenía rasguños en la mano, más bien en los nudillos, que se debía de curar inmediatamente.

Paul: Perdóname. – Dijo y carraspeó – Disculpa por presentarme así, pero…

Tu: Entra inmediatamente Paul. – Le dije cerrando la puerta a sus espaldas - ¿Sabes que tienes a los chicos y a tu familia preocupados? ¿Se puede saber donde te habías metido? ¿Dónde dormiste anoche? Será mejor que vaya a por unas toallas y también te curaré esa herida. – Estaba enfadada – Eres de lo que no hay.

Paul: Lo lamento. – Murmuró.

Tu: ¿Dónde pasaste la noche? – Exclamé enfurecida - ¿Te crees que es normal que desaparezcas, así porqué si?

Paul: Tenía que aclarar unas ideas.

Tu: ¡¿Unas ideas?! – Alcé los brazos - ¿Y no podías haberlas aclarado durmiendo en casa?

Paul: ¡No! – Exclamó negando – No podía aclararlas en casa.

Tu: Eres estúpido James. – Bufé y me dí media vuelta para subir al piso de arriba.

Paul: Espera Charlotte. – Exclamó sujetándome del brazo.

Tu: ¿Ahora que diablos sucede James? – Me giré molesta.

Y de pronto, sin ni siquiera poder acabar de girarme, Paul acortó nuestra distancia, fundiendo nuestros labios. Aquella acción me pilló de improvisto, tanto que aún tenía los ojos abiertos, y veía aquellos ojos hazel cerrados a escasos centímetros de los míos.
Poco a poco fui cerrando mis ojos, y sin apenas darme cuenta estaba disfrutando tanto como él de aquel momento.

¿Cómo podían ser esos labios tan suaves? ¿Cómo un simple beso lento, podía tener tanta intensidad?

Acariciaba mi cabello con la mano, mientras que con la otra me sostenía firmemente por la cintura, porque sabía que si no lo hacía caería ahora mismo al suelo.

No quería que aquel momento finalizase nunca, pero eso ocurrió. Aquel beso, realmente perfecto, se rompió apartándose lentamente de mí, abrí despacio mis ojos y me topé con Paul justo enfrente mío, con unas mejillas completamente enrojecidas, esperando que pronunciase algo de mis labios.

Tu: ¿Cómo…? – Musité.

Paul: Lo lamento Charlotte. – Susurró – No sé lo que me pasó por la cabeza.

Tu: Paul… - Dije con un hilo de voz.

James en aquel momento negó con la cabeza y alzó las manos para que no dijese nada, expresaba en su rostro el terror de lo que podría decir en aquellos instantes, y prefirió que no hablase.

Paul: Será mejor que me marche. – Se dio media vuelta y cogió aquel abrigo empapado que había traído.

Tu: ¡Paul! – Exclamé – Acabarás cogiendo un resfriado, no puedes marcharte así.

Paul: No importa Charlotte. – Dijo abriendo la puerta – No debería de haber venido.

Y tal y como había venido se volvió a marchar, dejándome allí sola, sin saber que hacer ni que decir, con miles de dudas en mi mente.

9 de abril de 2013

63. Looking through you.


Nueva York; Invierno, Diciembre. 1967

Caminaba por la calle 43, acababa de finalizar el trabajo. Adoraba los inviernos en esta ciudad, eran tan luminosos cuando llegaba la Navidad. Millones de pequeñas luces inundaban las calles decorando cada zona de la Gran Manzana.

Ya estaba anocheciendo y me sería complicado encontrar un taxi libre un día como hoy y a estas horas, cuando todo el mundo estaba haciendo las últimas compras para la cena y comprando los regalos.


Yo: ¡Taxi! – Exclamé alzando la mano, pero pasaban de largo - ¡Maldita sea! ¡Taxi!

Cada taxi que pasaba estaba ocupado por una o más personas, sabía que me sería imposible parar uno de esos coches amarillos.

Me quedé pensativa y me planteé caminar hacía casa, pero no iba a llegar y mucho menos me daría tiempo de arreglarme para la cena de esta noche.

Y de pronto como si fuera un milagro, uno de esos coches paró justo enfrente de mi, sin ni siquiera hablarlo llamado.

No dudé dos veces y abrí la puerta entrando en él.

-  ¿A dónde señorita? – Preguntó.

Yo: En la esquina de la 57 Este con Madisson Ave. – Le expliqué.

El taxista asintió y por fin pude relajarme por primera vez en el día.

-¿Mucho trabajo? – Se interesó.

Yo: Lo suficiente para dejarme agotada. – Asentí – Me imagino que le mismo que tiene usted hoy.

-No crea. – Negó con la cabeza.

Me encogí de hombros extrañada por su respuesta, pero no le di mucha importancia. Me recosté y me di cuenta de que ya estábamos llegando, pero al parecer se había confundido de calle.

Yo: Creo que por aquí… - Susurré.

Arqueé las cejas cuando observé mi casa justo enfrente de mi. ¿Le había dado la dirección de mi casa? Pensé que le había dicho que me dejase en la esquina.

Yo: Muchas gracias. – Dije extrañada - ¿Cuánto le…?

Pero no me dejó finalizar la frase, el taxista bajó del taxi y se dirigió a abrirme la puerta, acepté el favor y bajé cogiendo su mano.

Yo: Muchas gracias. – Volví a repetir - ¿Cuánto…?

-Nada. – Dijo.

En aquellos momentos se quitó aquel sombrero que llevaba y me dejó observar unos ojos completamente azules que me sonreían.

Mi boca se abrió asombrada y me llevé las manos a ella. No me podía creer lo que mis ojos veían. Era él. Era él y estaba en Nueva York.

Yo: Pero… - Dijo acercando mi mano a su rostro – Eres tú.

Aquel chico sonrió y asintió, hacía mucho tiempo que no le veía y que no sabía nada de él. ¿Qué podía estar haciendo aquí? Si yo lo había dado todo por perdido, puesto la última vez que fui a Londres nuestro trato era mínimo. Por no decir nulo.

Yo: ¿Qué haces aquí? – Pregunté atrevidamente con una esperanza en mis ojos.

Ringo: ¿Acaso no lo sabes? – Me respondió con una pregunta.

Sin decir una sola palabra más ambos actuamos con el mismo gesto, un beso. Rápidamente llevé mis manos a sus mejillas y por fin tras muchos años esperando, nuestros labios se volvieron a unir como la última vez, hace tres años.

 Mientras tanto en Liverpool.
Liverpool; Invierno, Diciembre. 1967

Aquella mañana mi madre no paró de hacerme preguntas, respecto a lo sucedido la noche anterior. Sabía que se olía algo, al parecer todo el mundo escuchó tanto los gritos de Paul como los míos.

Tu: No quiero hablar del tema mamá. – Dije poniéndole el desayuno a John – Toma cielo.

J. Stuart: ¡Leche! – Exclamó.

Madre: No quiero que me lo expliques con todos los detalles. – Me dijo – Simplemente quiero saber porque fue la discusión.

Tu: Esos son todos los detalles mamá. – Dije sonriendo – Fue una discusión tonta.

Madre: No debió de ser tan tonta si ahora no te hablas con Paul. – Insistió.

J. Stuart: ¡Paul! – Dijo chocando sus manos.

Suspiré y me apoyé en la encimera de la cocina, pensando en todo lo sucedido. Esa noche no había pegado ojo, y los párpados me pesaban del cansancio. Todo lo que había dicho me había dolido lo suficiente para no querer salir hoy de casa, por si acaso me lo encontraba por la calle.

Madre: ¿Tienes planeado hacer algo hoy? – Me preguntó.

Tu: Si. – Asentí – Me quedaré aquí en casa con John. Saldremos a jugar más tarde al jardín.

Madre: ¿Por qué no le llevas a Blackpool? – Me preguntó.

J. Stuart: ¿Blackpaul? – Preguntó extrañado.

Tanto mi madre como yo reímos tras esa ocurrencia hecha por John.

Tu: Puede. – Asentí pensativa - ¿Te gustaría ir a Blackpool?

El pequeño asintió, no sé que se le estaría pasando por la cabeza y como seria Blackpool. Fue una mañana tranquila, tanto Sharon y Lena se pasaron a hacernos una visita, les conté lo ocurrido anteriormente con Paul y se quedaron asombradas, excepto Lena.

Lena: Sinceramente me lo esperaba. – Dijo sosteniendo a John en sus piernas – El pobre chico creo que ya ha aguantado suficiente ¿No?

Sharon: ¿A que te refieres? – Preguntó igual de perdida que yo.

Lena: ¡Oh, por favor! – Exclamó desesperada – Se nota a mil leguas que Paul siente algo más que una simple amistad por ti.

Fruncí el ceño y me llevé la mano a la barbilla escuchando interesada todo lo que tenía que decirme.

Sharon: ¿No crees que si sintiese algo más por Charlie se lo habría dicho ya? – Preguntó – No es que sea sinceramente un hombre vergonzoso.

Tu: Exacto. – Di mi opinión.

Lena: ¿Y cuando te lo iba a decir? – Preguntó - ¿Cuándo comenzaste una relación con John? ¿O cuando nació vuestro hijo? Siempre has estado con John, y Lennon es su mejor amigo.

Sharon: Pensándolo así… - Murmuró.

Tu: ¡Oh, por dios! – Dije levantándome con las manos en la cabeza – No pensaréis enserio esa locura. ¿No? Paul y yo siempre hemos sido amigos, amigos. Y si fuera como estáis diciendo lo hubiese notado, creo yo.

Lena: ¿Entonces por qué te dijo anoche aquellas palabras? – Me preguntó encogiéndose de hombros.

Tu: Estaba… - Me quedé pensativa – Enfurecido.

Lena: ¿Por qué dijo que no te dabas cuenta de que había personas que sentían algo por ti? – Me preguntó.

Tu: Se refería a amistad. – Asentí.

Lena: Se refería a amor. – Me rectificó – Acepta que Paul está enamorado de ti.

Fue una mañana realmente extraña, dándome a entender nuevos sentimientos de Paul por mi, que yo prefería no aceptar y creer.

Llegadas las cinco cogí a John y subidos en el coche, nos dirigimos de camino a la costa de Blackpool.
Había salido un bonito día, sin quitar el frío de invierno, pero aún así esta mañana salió el sol que se dejaba ver entre las pocas nubes.

No tuvimos problemas para aparcar el coche, y con el ilusionado John, nos dirigimos los dos a dar un bonito paseo por la costa.

J. Stuart: ¡Mar! – Exclamó al contemplarlo.

No quitaba la vista de él, y me costó convencerlo para ir al Central Pier. Se encontraba justamente en el muelle y era uno de los lugares más visitados de Blackpool.

John se asombró también al ver esa gran noria, al igual que hacía con el London Eye. Ambos nos subimos y con un algodón de azúcar nos lo pasamos como si ambos fuésemos niños, aunque John lo era.

J. Stuart: ¡Mar! – Volvió a exclamar.

Y de la mano caminamos hacía la barandilla del muelle, para ver el horizonte en el mar.
Corría el aire, pero aún así era agradable estar allí observando como el sol poco a poco iba desapareciendo para dejar paso a la noche.

J. Stuart: ¡Paul! – Exclamó mi pequeño de repente en mis brazos.

Me giré en un abrir y cerrar de ojos y me topé con aquel chico de ojos hazel justo enfrente de mi.

Llevaba un abrigo negro y una boina negra, parecida a la de John, se notaba que intentaba ocultar su apariencia. Y creo que estaba igual de sorprendido que yo al verle aquí.

Paul: Hola John. – Dijo cogiendo al pequeño en brazos, que estaba deseando ir con él.

Sinceramente creo que ambos deseábamos no encontrarnos en este lugar, y lamentablemente lo habíamos hecho.

Me apoyé en la barandilla observando el mar, como hacía antes de que hubiese aparecido Paul y él hizo lo mismo justo a mi lado.

Ninguno de los dos comenzamos a entablar una conversación, nos limitábamos a contemplar el precioso paisaje en silencio. Hasta que el tiempo pasó y las cosas dieron un giro.

Paul: No sabía que ibais a venir a Blackpool. – Dijo en tono bajo – Bueno, para que mentir, sí que sabía que ibais a venir a Blackpool.


Tu: ¿Entonces a que has venido James? – Le pregunté sin girarme hacía él.

Paul: He venido a hablar contigo. – Asintió – Porque creo que te debo una larga explicación y una disculpa.

Tu: James, sinceramente yo no tengo ganas ahora mismo de hablar contigo. – Le dije lo más sincera posible – Si he venido aquí es para alejarme, y pasar un día tranquilo con mi hijo. No he parado de recibir llamadas de los chicos durante todo el día.

Paul se limitó a asentir y a no decir nada más por el momento. Pero para mi sorpresa no se rindió tan fácilmente.

Paul: Mira Charlotte…

Tu: ¡Paul! – Grité llena de nervios – He tenido que estar escuchando una ristra de estupideces durante toda la mañana que tenían que ver contigo. Después no paraba de recibir llamadas de los chicos, para hablarme ¡Ah, si! ¿A que no sabes de quién? ¡De ti! -  Le expliqué – Y por fin, cuando puedo estar tranquila con mi hijo, de pronto vienes y apareces tú.

Paul que sostenía a John en sus brazos, bajó al pequeño y con mirada apenada asintió, diciendo un ‘Lo siento’ desde sus labios.

J. Stuart: ¿Paul? – Preguntó entristecido.

Paul: Ya nos veremos John. – Le susurró marchándose.

Cerré los ojos y me di cuenta de lo que acababa de ocurrir, y unos remordimientos entraron en mi cuerpo.
Me llevé la mano a la cara y suspiré observando como Paul desaparecía entre las personas.

No tardamos mucho en irnos a Liverpool, estaba anocheciendo y la verdad no es que adorase conducir de noche.

Madre: Oh que bien que ya hayáis llegado. – Dijo chocando sus manos - ¿Cómo te lo has pasado cariño?

J. Stuart: ¡Muy bien! – Exclamó feliz – Y Paul.

Madre: ¿Paul? – Preguntó dirigiendo su mirada hacía mi.

Tu: La verdad es que hemos visto a Paul, cuando estábamos en Blackpool. – Dije dije quitándome el abrigo - ¿Tú no tendrás nada que ver no?

Madre: Por supuesto que no. – Negó rotundamente – Cielo, no sé como puedes pensar eso de mi.

Tu: Ya… - Entorné los ojos – Bueno John, vamos. Será mejor que te demos una ducha.

Le cogí de la mano y comenzamos a subir las escaleras.

Madre: Por cierto cielo. – Me dijo desde abajo – Ha llamado John, me ha comentado que necesitaba hablar contigo y que mañana su tía Mimi organiza una cena, que estamos invitados y que esta deseando volver a ver a John.

Sonreí y asentí, me alegraba que John se preocupase por su hijo, y al parecer este viaje a Liverpool lo estaba consiguiendo.

5 de abril de 2013

62. I'll cry instead.


Liverpool; Invierno, Diciembre. 1967

Hacía un tremendo frío invernal, y el cielo anunciaba tormenta. Nos encontrábamos justo enfrente de aquella preciosa casa en Forthlin Road. Llamamos al timbre y una encantadora mujer que había visto muy pocas veces nos abrió la puerta.

Angie: Pasad, pasad. – Dijo sonriente – Esta noche el frío cala hasta los huesos.

Madre: Eso parece. – Asintió mi madre.

Angie era la esposa de Jim, el padre de Paul, ellos se casaron tras el fallecimiento de la madre de James.

Angie: Usted debe de ser la señora Sutcliffe. – Dijo sin quitar la sonrisa – Y esta encantadora señorita será Charlotte, junto al pequeño John.

Madre: Así es. – Rió – Ha acertado en todo lo que ha dicho.

Ambas comenzaron a reírse y yo no pude evitar sonreír, parecía una mujer encantadora. De una puerta apareció Paul con una sonrisa en sus labios.

Paul: Que buen ambiente se respira por aquí. – Exclamó – Buenas noches señora Stucliffe, está en su casa.

Madre: Buenas noches querido. – Sonrió.

J. Stuart: ¡Paul! – Exclamó desde el carro.

Paul: Hola pequeño. – Se agachó – Ven aquí, con Paul.

Sacó a mi hijo del carro que le dio un enorme abrazo a Paul, mi instinto fue el que me provocó una radiante sonrisa.

Paul: Buenas noches Charlotte. – Dijo acercándose a mi.

Tu: Hola Paul. – Sonreí - ¿Qué tal tú cita de esta tarde?

Paul: Oh, bastante bien. – Asintió – La chica era encantadora. Nos lo hemos pasado muy bien.

Tu: Ya, comprendo. – Sonreí, por mi sorpresa forzadamente.

Desde el salón se escuchó una voz femenina regañando a John, y reconocí que Mimi había asistido finalmente a la cena.

Tu: Entremos. – Dije molesta, pasando por al lado de Paul.

George: ¡Oh, si estás aquí! – Exclamó sonriente - ¿Se puede saber que estabas haciendo por ahí con Paul?

Louise: Hijo, compórtate. – Le regaño su madre.

Saludé a todas las personas que se encontraban en estos momentos allí. El pequeño John nada más ver a su padre se echó a sus brazos.
Fue una cena realmente familiar, el pastel de carne estaba delicioso y la pequeña Ruth, hija del anterior matrimonio de Angie se sentó a mi lado.

Ruth: ¿Me enseñarás tú cámara fotográfica? – Preguntó la pequeña de siete años.

Tu: Claro, cuando tú quieras. – Le sonreí.

Ruth: Arriba en mi habitación tengo varias fotografías con Paul. – Me explicó – Siempre que viene nos lo pasamos muy bien.

Aquella niña era un encanto y se notaba que adoraba a su hermano Paul.

George: Señora McCartney esta salsa que acompaña el pastel esta deliciosa. – Dijo encantado.

Angie: Muchas gracias George. – Sonrió – Pero el mérito es de Paul. Se ha pasado toda la tarde ayudándome.

Centré mi vista en Paul con el ceño fruncido, al igual que lo hicieron George y John.

George: ¿Así que el mérito es de Paul? – Preguntó extrañado. – Pues está deliciosa Paul.

En aquel instante Paul, se levantó de la silla y se marchó de la estancia, escuchando sus pasos como subían las escaleras.

Angie: ¿He dicho algo inoportuno? – Preguntó mirando a Jim, su marido.

Tu: Subiré a hablar con él. – Dije alzándome de la silla – Disculpad.

Las demás personas asintieron, mientras que John y George se miraban silenciosamente sin saber que decir.

Subí los escalones y al llegar arriba observé cada una de las puertas, solamente había una cerrada, por lo que aposté por ella.

Tu: ¿Paul? – Pregunté dando unos pequeños golpes en la puerta.

Paul: Charlotte baja abajo y sigue disfrutando de la cena. – Dije él al otro lado.

Tu: No disfrutaré mucho sabiendo que estás aquí arriba. – Me sinceré - ¿Puedo entrar?

Paul: Haga lo que usted quiera señorita. – Dijo sin ánimos.

Y eso fue lo que hice, abrí lentamente la puerta y entré observando a Paul recostado en su cama con su guitarra.

Tu: Bonita guitarra. – Le dije sonriente.

Paul: La primera que tuve. – Me respondió – Cambié una trompeta que me había regalado mi padre, por esta guitarra.

Tu: Es preciosa. – Dije observando como rasgaba sus cuerdas.

Paul: Si. – Dijo con un suspiro.

Hubo unos instantes de silencio en la estancia, hasta que decidí romperlos.

Tu: ¿Por qué te has marchado de repente? – Le pregunté.

Paul: ¿No es obvio? – Preguntó soltando una triste carcajada.

Tu: Si se ha estropeado tu cita esta tarde no ha sido tu culpa. – Le expliqué – No nos íbamos a burlar de ti Paul.

Paul: Creo que no comprendes Charlotte. – Dijo dejando su guitarra a un lado y sentándose recto en la cama. – No había cita.

En aquel momento todas las cosas me cuadraban, se había inventado que aquella tarde iba a tener una cita.

Tu: ¿Entonces…? – Pregunté.

Paul: Entonces os mentí. – Asintió apenado.

Tu: ¿Pero por qué? – Pregunté sin llegar a comprender.

Paul: Buena pregunta Charlotte. – Dirigió su mirada hacía otro lado y susurró – Buena pregunta.

Esperé para escuchar la respuesta de sus labios, pero aquella respuesta nunca llegaba.

Tu: ¿Y no me vas a dar la respuesta? – Pregunté – Porque si era porque no te apetecía venir a mi casa, me lo podía haber dicho. No me iba a molestar.

Paul: Sinceramente no te das cuenta de las cosas. – Dijo molesto.

Tu: ¿Disculpa? – Me molestó aquello que había dicho.

Paul: No quiero seguir teniendo esta conversación Charlotte. – Negó con la cabeza y se levantó de su propia cama – Será mejor que bajes con los demás.

Tu: James, ¿Me estás echando de tú habitación? – Pregunté con las cejas arqueadas.

Paul: Eso creo. – Asintió – Por favor Charlotte.

Y tanto que me estaba echando de su dormitorio, me empujó levemente con su mano hasta que salí al pasillo.
Con cara de incrédula me encontré a George subiendo las escaleras.

George: ¿Qué ha ocurrido? – Me preguntó.

Tu: Que James se ha convertido en un estúpido. – Grité para que me escuchase – Tiene un comportamiento extraño y encima no me quiere explicar el por qué. ¡Ah! Y mejor aún, ahora no me doy cuenta de las cosas según dice. – Crucé los brazos – Es exasperante.

George abrió los ojos asombrado tras escuchar todo aquello que acababa de decir.

Tu: ¡Y tú no me mires así! – Chillé – Que serás el primero en enterarte. Porque a ti nada más entrara ahí te lo contará y te lo explicará.

John: ¡Hey, queridos! – Exclamó subiendo los escalones - ¿Qué demonios sucede aquí?

George iba a dar una explicación, pero me adelanté y le corté.

Tu: Tú querido amigo Paul. – Dije – No sé que diablos le sucede conmigo últimamente. Pero al parecer toda aquella amistad y confianza la echa a perder. Me ha echado de su habitación.

John: Creo que mejor me bajo. – Murmuró, pero fue detenido por George.

Tu: Y como siempre tú también serás uno de los primeros en enterarte lo que le sucede conmigo. – Le expliqué – Oh, aunque a lo mejor ya lo sabéis. Y yo estoy aquí haciendo la estúpida, como siempre hago y…

No me dio tiempo a finalizar la frase, porque aquella puerta marrón se abrió de repente ferozmente.

Por primera vez vi a Paul enfurecido, tan enfurecido que sus mejillas tomaron un color rojo y ceño estaba completamente fruncido. Sinceramente sentí temor frente a él, y noté como me encogía convirtiéndome en una pequeña presa y él en un león.

Paul: ¡¿Quieres saber lo que realmente me sucede?! – Exclamó con furia - ¡¿Lo quieres saber?!

John: Paul, guarda esos humos. – Dijo serio acercándose a mi.

Paul: ¡Es que ya estoy harto! – Dijo llevándose las manos a la cabeza – Si lo quieres saber yo te lo digo perfectamente.


George: Así no, Paul. – Añadió con tranquilidad – Como lo hagas te arrepentirás.

Paul: ¡¿Lo quieres saber o no?! – Volvió a insistir.

Asentí levemente bajo la atenta mirada de los chicos, que movían sus cabezas de un lado a otro y observaban preocupados la situación.

Paul: ¡Lo que sucede es que no te das cuenta de las cosas Charlotte! – Exclamó - ¡Que hay personas que darían lo que fuera por ti! ¡Que están siempre que las necesitas a tu lado, y que siempre lo van a estar! Pero tú vas por la vida sin fijarte en ellas, sin darte cuenta si quiera que ellas sienten algo por ti. – Gesticulaba rápidamente con sus manos – Y ahí es cuando me doy cuenta de que eres una estúpida, que no hace nada por salir del bache. Que sigue encerrada en ese laberinto sin encontrar la salida, que no pasa de página y que quiere seguir en ella hasta que ese chico vuelva a rescatarla otra vez y continúen aquella relación que habían comenzado y…

No le dejé acabar, con todas mis fuerzas y con lágrimas a punto de caer por mis mejillas, le crucé la cara con la mano completamente abierta.

Paul no reaccionó al instante, simplemente me observó a los ojos y miró hacía otro lado. Me abrí paso entre George y John que se habían quedado inmóviles.

John: Te partiría la cara ahora mismo. – Escuché como decía – Pero ya lo ha hecho ella.

Me limpié aquellas lágrimas que habían caído por mis mejillas mientras bajaba los escalones y respirando hondo entré a aquella salón con la sonrisa más verdadera que podía poner.

Jim: ¿Qué sucede ahí arriba? – Preguntó dejando de comer.

Angie: Hemos escuchado gritos. – Dijo observándome.

Tu: Nada. – Negué con la cabeza – Están charlando de canciones y riéndose. – Me centré en mi madre – Yo no me encuentro del todo bien creo que me voy a ir a casa.

Madre: ¿Cómo que ha casa? – Preguntó - ¿Sola?

Tu: Si. – Asentí – Me iré dando un paseo.

Mimi: Pero querida, ¿A estás horas? – Dijo alarmada - ¿y sin nadie que te acompañe?

Tu: Estaré bien. – Volví a asentir – A John…

Madre: No te preocupes. – Negó con la cabeza – Se le ve feliz jugando con Ruth, me lo llevaré cuando acabemos.

Jim: Tranquila Millie, mi hijo os acercará a John y a tí cuando finalizamos. – Asintió – Tampoco le importará llevarte ahora a casa Charlotte. – Dejó los cubiertos - ¡James!

Tu: ¡Oh, no! – Exclamé recogiendo rápidamente mi abrigo – No le moleste, me iré dando un paseo. Me sentará bien. – Asentí – Buenas noches y… feliz navidad.

Salí de aquel salón, era lo que quería ahora mismo. Hacía frío, si. Pero no tanto como para que Paul me acercara en coche hasta mi casa. Compartir un espacio tan reducido ahora con él, sería como clavarme diez cuchillos en el pecho.

Había un largo camino hacía mi casa, y no se me pasaba otra que la discusión que acababa de tener, por la cabeza.

Las lágrimas volvieron a llegarme a los ojos, pero me las limpié rápidamente, y me dije a mi misma que no debía de llorar por esto que acababa de suceder. No tenía que llorar.

El frío calaba en los huesos, y me pregunté como estarían pasando ahora mismo las navidades los demás. ¿Qué estaría haciendo Merce? ¿Y Ringo, donde había ido? ¿Heidi estaría con su familia en Manchester?