13 de julio de 2012

21. Goodbye Liverpool.

Londres; Primavera, Junio 1963.

Tras ver como marchaba su tía hacía la habitación Lennon arqueó las cejas guiñándome un ojo y sacó un cigarrillo, no en muy buenas condiciones, de su bolsillo de la chaqueta.

Tu: ¿Aún tienes cuerpo para fumártelo? – Pregunté mirando su rostro pálido.

John: Siempre hay cuerpo para fumarse uno. – Dijo encendiéndolo sentado en el sofá.

Tu: ¿Quieres que baje unas mantas? – Le pregunté.

John: ¿Para? – Me respondió con otra pregunta.

Tu: Para el sofá. – Señalé hacía él.

John: ¿Quién ha dicho que finalmente vaya a dormir en él? – Una sonrisa pícara y un acercamiento por su parte hacia mi, hizo que mi corazón aumentase su velocidad.

Tu: Eh… bueno yo… - Me costó encontrar algo que decir – pensaba que…

John se detuvo antes de que sus labios rozaran los míos y cambió a un gesto serio, tras mover su cabeza rápidamente de un lado a otro.

John: Disculpa. – Dijo seriamente – No era de mi intención ponerte en un compromiso.

¿Acababa de ver dos actitudes de John diferentes? ¿Cuál sería la verdadera?

Tu: No, claro. – Asentí – Yo… bueno será mejor que suba a dormir.

Antes de marcharme se acercó lentamente y posó sus labios sobre los míos, para depositar un lento y dulce beso.

John: Ya sabes que sientes frío por la noche – Comenzó a decir – John estará esperándola en este lindo y cómodo sofá del salón.

Reí y acaricié su mejilla, subí las escaleras y me tumbé bajo las mantas de la cama de John, pero realmente quería estar junto a él en estos momentos y lo único que me separaba eran unos cuantos escalones y una puerta abierta que daba al salón.

Sin dudarlo me levanté y puse bien la camisa larga que llevaba puesta, olía a él. Abrí la puerta y pude ver como la casa estaba en silencio, baje despacio los escalones evitando que el ruido de la madera despertara a la tía Mimi y por fin llegué al final.

John: ¿Me echabas de menos? – Dijo alguien detrás de mí.

Tu: John… - Suspiré, al ver que era él – Me has dado un susto.

John: ¿Quién pensabas que era? – Susurró – ¿Mi tía Mimi? Que te echaba de menos.

Venía de la cocina con un vaso de agua, acompañado solo de unos calzoncillos y una camisa blanca desabrochada. Entró al salón y se tumbó en el sofá, abriendo la manta para que ocupara un lugar al lado de él.

John: Hoy ha sido un buen día. – Murmuró mirando hacía el techo – Cuando estás fuera de casa la echas de menos.

Asentí sin pronunciar una sola palabra, realmente no habíamos tenido una propia conversación sobre lo que pasó aquella noche en los EMI Studios, y en mi interior sabía que temía por que llegara ese día, que la tendríamos.

John: Charlie. – Musitó – Me gustaría aclarar un par de cosas.

¿Tal vez había llegado el día de tener la conversación?

John: Hace ocho días – Comenzó a hablar – sucedió algo, y muero por dentro por saber lo que tu opinas y piensas al respecto.

Tu: John… - Pensé antes de seguir – yo ya te expliqué lo que pensaba al respecto. A mi me gustaría intentar, o comenzar algo pero no tengo claro lo que tu desearías.

John: ¿Lo que yo desearía? – Preguntó desconcertado – No siempre me llevo a una chica y le preparo una velada, donde la beso. Nunca lo había hecho, esta claro que deseo intentarlo ¿No?

Asentí al escucharle.

John: Te dije que eras especial. – Prosiguió – Que me era difícil hacer esto, porque eres la hermana de Stuart y me arriesgaba a que si él estuviera aquí, partirme la cara, pero te dije que quería que pararas mi sufrimiento porque el no estar contigo era un sufrir día tras día. Así que sigo pensando lo mismo, pero cada vez que beso tus labios olvido todo a mí alrededor y quiero que siga siendo así.

Pude ver en su mirada la sinceridad de un chico, al que le costaba expresar sus sentimientos y ahora mismo lo estaba haciendo conmigo.

John: Que cursi me acaba de quedar todo lo que he dicho. – Murmuró – Acabo de perder mi virilidad.

Ambos reímos y John dio un rápido beso a mis labios. Para después acabar poniéndose bizco y sacarme la lengua, con la cual chupó mi mejilla.

John: Soy un macho y acabo de perder mis pelot…

-          ¡John! ¡John! – Gritó alguien desde arriba.

John: ¡Oh, no! – Se levantó del sofá – Mimi, toma coge el vaso de agua y di que ibas a coger agua.

Salí con el vaso de agua en la mano, y tras un fugaz beso de Winston salí al hall, donde me encontré a Mimi bajando por las escaleras.

Mimi: Querida, ¿Qué haces por aquí a estas horas? – Preugntó frunciendo el ceño.

Tu: Venía a por algo de agua. – Repsondí enseñándole el vaso – Estaba sedienta.

Mimi: Oh, vaya. – Miró hacía el salón – Creo que hemos despertado a John.

John estaba apoyado en el marco de la puerta restregándose los ojos.

John: ¿Qué ocurre Mimi? – Preguntó.

Mimi: Nada, nada. – Respondió – Volved a acostaros, mañana tendréis que madrugar.

Tu: Si. – Asentí mientras subía las escaleras – Me gustaría levantarme más temprano, para ir a visitar y despedirme de la familia.

Mimi: Como tu desees querida. – Asintió.

Tras desearle las buenas noches, volví a entrar al cuarto de John, para tumbarme en la cama y descansar, debido a que mañana sería un largo día.

A LA MAÑANA SIGUIENTE.

Tu: ¡Buenos días! – Entre en la cocina donde John estaba preparando un delicioso café.

John: Buenos días. – Se giró y sonrió - ¡Uo! Que me quemo. Es lo que tiene ver entrar a una bella señorita por la puerta de su cocina, que te olvidas de lo que haces.

Sonreí y me senté en una silla en la cual me había acomodado Lennon.

John: ¿Café? – Preguntó sirviendo directamente – Se que sí, en ese estante tienes el azúcar.

Me levanté y cogí un par de terrones, que fueron directos a la taza. John se sentó enfrente de mi con sus gafas de pasta negra.

John: ¿Ha dormido bien la señorita? – Preguntó sonriendo - ¿La estancia estuvo a su gusto? ¿Buen tamaño del colchón?

Tu: Todo perfecto. – Respondí – Para mis próximas visitas a Liverpool, tal vez elija la línea de hoteles Winston Lennon, ha sido una estancia confortable.

John: Lástima que perdiera su oportunidad de tener los servicios de John Lennon. – Subió y bajo rápidamente sus cejas.

Tu: Eres un caso perdido John Winston Lennon. – Negué con la cabeza riéndome.

John: Pero sabes que me aprecias. – Sonrió.

Tu: ¿Tu crees? – Pregunté evitando reír.

A cara de John pasó de pícara a triste, exagerando un gesto de tristeza en ella.

John: Pobre de John Lennon. – Gritó – Esta solo, nadie le ama y será un pobre desgraciado en este mundo.

Mimi: Si no te das prisa en desayunar y llegarás tarde a la estación de Liverpool, entonces si que estarás triste. – Dijo nada más entrar en la cocina, aseada y vestida – Buenos días querida.

Tu: Buenos días señora Smith. – Saludé.

Mimi: Llámame Mimi querida. – Me recordó – John, voy a hacer unos recados antes de que te marches, ahora regreso. No vayas sin las gafas y no te las olvides en tu cuarto como la última vez.

John: Vale, Mimi.

Su tía salió de la cocina y John no tardó en hacerle burla por detrás, a la cual negué con la cabeza y le di un pequeño pellizco en el brazo.

John: ¡Au! – Se quejó – Primero me dices que no me aprecias, ahora me pellizcas. No tienes corazón.

Tu: ¿Cómo llevas los nudillos? – Cogí su mano.

Observé aquellos nudillos enrojecidos y amoratados, con los cuales le pegó a aquel hombre de anoche en The Cavern.

John: Se lo merecía – Dijo apartando su mano – No debió decir aquello.

Tu: Ni tú acabar dándole aquella paliza Johnny. – Susurré.

John: ¿Ahora te pones de parte de él? – Dijo molesto.

Tu: No me pongo de parte de nadie. – Afirmé – Simplemente que ambos lo hicisteis mal.

John: ¡Oh! – Bufó – Hay veces que me sacas de quicio Charlotte.

Me senté sabiendo que aunque insistiera seguiría sin comprender mi posición y me tomé el café, bajo el silencio de la cocina.

John: ¿Vas a despedirte de tu familia? – Preguntó rompiendo el silencio.

Tu: Si. – Asentí dándole el último sorbo.

John: No llegues tarde. – Me recordó a mi padre.

Tu: Te recuerdo que no soy yo quien siempre llega tarde. – Dije sonriendo levemente.

John: Te recuerdo que no soy yo quien siempre llega tarde. – Imitó mi tono de voz.

Tu: ¡Oh, si! – Dijo irónicamente – Que chispa tiene John Lennon.

Me sacó la lengua y se levantó para dejar su vaso en el fregadero.

John: ¡Shake it up baby now! – Gritó - ¡Twist and shout!

Repetí el mismo gesto de dejar el baso en el fregadero, mientras tenía al gracioso de John cantándome mientras me abrazaba.

John: ¡Come on, come on, come, come on baby now! – Cerró los ojos - ¡ Come on and work it on out! ¡Well, work it on out, honey!

Me giró bruscamente y me topé con su cara casi pegada a la mía.

John: ¡You know you look so good! – Sonrió y rozó su nariz con la mía - ¡You got me goin, now!

Pasó su labio inferior rozando levemente con el mío superior, cosa que me provocaba un nerviosismo frenético y que él lo sabía perfectamente.

John: Just like a knew you would. – Susurró, son gesto de satisfacción en la cara porque había conseguido ponerme nerviosa.

Pensé que se marcharía y me dejaría con las ganas de besar sus labios, como alguna que otra vez ya había hecho. Pero él tampoco se pudo resistir y me aplastó contra el mueble de la cocina donde besó mis labios más frenéticamente que nunca.

Rodeé con mis brazos del cuello de John para atraerlo si era más posible hacía mi, y él cogió de mis muslos para subirme y dejarme sentada encima de la encimera de la cocina.

Tu: John… - Susurré – Es tarde.

John: No. – Murmuró – Sh.

Y al ver que no hacía por callarme, me silenció con otro beso intenso y arrebatador, con los que sabía que me iba a callar rápidamente.

Tu: Johnny… - Murmuré.

-          ¡John! ¡Ya llegué! – La puerta de la entrada se abrió.

Rápidamente ambos nos separamos y me bajó de la encimera de la cocina, se recolocó el pelo y puso una pose convincente.

Mimi: Fui a comprar algo de comida para que llevaras en el viaje. – Dijo sacándola de la bolsa - ¿Qué hacíais? – Preguntó frunciendo el ceño.

John: ¿Qué hacíamos? – Preguntó John - ¿Qué íbamos a hacer tía Mimi? Tienes unas preguntas…

Mimi: Bueno, es igual. – Chocó sus manos - ¿Quieres que te prepare algo querida?

Tu: Oh, no gracias. – Sonreí – No hace falta, yo ya me iba a casa.

Mimi: Entonces, luego nos vemos en la estación. – Alzó la mano para despedirse – Hasta más tarde querida.

Tu: Adiós Mimi. – Sonreí me despedí con la mano.

Caminé hacía el hall acompañada de John detrás de mi. Abrí el pomo de la puerta pero John sujetó mi brazo antes de que saliese por ahí.

John: ¿Quieres que te acompañe? – Preguntó apoyado en el marco de la puerta.

Tu: No hace falta. – Expliqué – Nos vemos más tarde ¿Vale?

John: Como desees. – Sonrió depositando un pequeño beso en mis labios.

Salí del jardín de John,  y anduve un par de calles hasta llegar a divisar i casa. Las ventanas estaban abiertas y cada vez que me acercaba más un dulce olor al pastel de arándanos de mi madre se hacía más evidente.

Abrí la verja y pase dentro del jardín, la puerta se abrió dejando ver a mi madre con el pelo recogido y un delantal.

Madre: Bueno días cariño. – Depositó un dulce beso en mi mejilla – Pasa, estoy preparando un pastel de arándonos para que te lleves y lo disfrutéis en el viaje.

Miró detrás de mi, esperando ver a alguien y parece ser que lo encontró.

Madre: ¡John! – Dijo feliz – Pasa cielo, esperábamos que viniese a despedirte. ¿Cómo te encuentras? Nos sentimos preocupados cuando Charlotte llamó anoche, para comunicarnos que te habías dado un golpe.

Miraba a John sorprendida. ¿Cómo había aparecido detrás de mi? Ambos entramos y nos dirigimos al salón, donde se encontraba mi padre leyendo el periódico.

Padre: John. – Se levantó y le estrechó la mano – Cuanto tiempo sin verte.

John: Señor Sutcliffe. – Saludó – Siento no haber venido antes a hacerles una visita.

Padre: Tranquilo. – Golpeó su espalda.

John: Siento también, el no presentarme al funeral de Stuart. – Susurró avergonzado.

Padre: No pasa nada John. – Asintió – Tendrías tus razones. Bueno, ¿Cómo van las cosas?

Dejé a mi padre hablando tranquilamente con John y me dirigí a la cocina junto a mi madre.

Madre: Es un buen chico. – Susurró mientras sacaba el pastel del horno – Espero que te trate bien.

Tu: ¿A que te refieres con eso? – Pregunté extrañada.

Madre: A nada. – Se encogió de hombros – Simplemente he hecho un comentario.

Asentí extrañada, imaginando lo que mi madre pensaba en estos momentos. Salí de la cocina y me dirigí al salón, ambos reían y me fijé en el reloj, el cual marcaba las diez menos cuarto.

Tu: Papa, deberíamos de ir yéndonos. – Avisé – Tenemos quince minutos padre llegar a la estación.

Madre: Toma. – Me tendió el pastel – Lleváos el pastel, que no se os olvide.

John: Yo lo cojo, Señora Sutcliffe. – Se levantó y mi madre se lo tendió – Seguro que está riquísimo.

Madre: Gracias querido. –Sonrió - ¿Llevas todo? ¿No se te olvida nada?

Tu: Si mamá. – Asentí.

Mi madre me estrechó entre sus brazos, repitiéndome una y otra vez que me echaría de menos y a John que me cuidase, él cual estaba encantado y asentía.

John: Descuide, no me separaré de ella. – Sonrió encantadoramente y mi madre le creyó encantada.

Salimos y subimos al coche cuando mi padre se empeño de recoger a la tía de John en vez de que fuese sola a la estación.

Mimi: ¿Por qué te marchaste sin decir nada John? – Preguntó.

John: No quería marcharme sin despedirme de los señores Sutcliffe. – Respondió irritado.

Mimi: Al menos podrías avisar John.

John suspiró y fue el primero que bajó del coche nada más llegar a la estación. Bajamos dos bolsas de viaje y cada uno cogió la suya.

Caminé a su lado hacía el andén mientras mi padre hablaba con Mimi, allí nos encontramos a los demás acompañados de Brian que había viajado para ver a su familia y para asistir al cumpleaños de Paul.

George: Que puntualidad John. – Bromeó – Es extraño en ti.

John: ¿Quieres que te diga lo que es extraño en ti George? – Amenazó.

Ringo: Tranquilos chicos. – Intervino.

George: Creo que alguien se ha levantado con el pie izquierdo. – Rio.

Paul: ¿Cómo pasaste la noche? – Se interesó poniéndose a mi lado.

Tu: Bien. – Sonreí, y me fijé en su nariz - ¿Cómo la llevas? ¿Te sigue doliendo?

Paul: Creo que tras tu cura de anoche, se encuentra mejor. – Rio - ¿Pastel de arándanos de la señora Sutcliffe? Aún recuerdo cuando Stuart solía traer y lo comíamos de postre, estaba realmente bueno.

Tu: Si. – Sonreí – Ha decidido hacerlo y que lo disfrutemos durante el viaje.

Paul: Será un placer. – Asintió- ¡Chicos, tenemos pastel de arándanos!

George se acercó el primero para olerlo y vi como se le hacía la boca agua, mientras que Ringo aunque nunca lo había probado también dio su visto bueno.

El tren hizo ademán de que pronto saldría destino a Londres, por lo que me despedí de mi padre que se encontraba detrás hablando con Brian.

Padre: Cuídate – Me previno – Y resguárdate del frío, no vayas a coger un resfriado.

Tu: Si, papá. –Le prometí.

Padre: Te echaré de menos. – Me abrazó – Llama y envía correo siempre que puedas.

Tu: Lo haré. – Sonreí.

Me alejé de él camino al tren, cuando me volví al escuchar mi nombre.

Padre: ¡Charlotte! – Gritó y se aproximó corriendo – Casi lo olvidaba, esta carta llegó para ti no hace mucho, es de Astrid, supuse que no sabía tu dirección en Londres y por eso nos la envió.

La cogí y deposité un beso en su mejilla para después dirigirme dentro del tren. Sabía que se me iba volver a hacer duro volver a Londres después de haber pasado aquí un par de días, pero también sabía que ellos me la iban a hacer más sencilla.

2 comentarios:

  1. Que pillo John, que pretendía hacerle a Charlie en la cocina?? 1313 jajjajajajaja que adorables son los dos ^^
    Que pondrá la carta de astrid??? :O
    Espero que subas pronto :D
    Un saludo Lara :)

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    1. Jijiji ais Johnny, eso nunca se sabrá ;) Ya veremos lo que pone en la cartita de Astrid. Muchas gracias por pasarte, pronto subiré. Un besito Merce :)

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