REMINDER: Una gran etapa a llegado a su fin, al poner punto y final a la relación de John con Charlotte, aunque parte de esa relación siempre quedará abierta, gracias al hijo que tienen en común, John Stewart Lennon. Por otra parte el tiempo va pasando y los amores floreciendo, nuevas relaciones y nuevas, o antiguas personas aparecerán en sus vidas.
London; Verano, Agosto 1967.
Me encontraba de camino a Kendwood, mi
antigua casa que había compartido con John. Al parecer la noticia de nuestra
definitiva separación se había extendido como el agua, tanto por los estudios como
en el mundo periodístico de cotilleo.
John amablemente me abrió la puerta
del coche y me saludó con un cálido abrazo, para después sacar a su hijo del
coche y cogerlo en brazos.
John: ¿Quién cumple hoy un año? – Le
preguntó sonriente - ¡Tú! Y recibirás montones y montones de regalos.
George: John, no exageres. – Rió –
Después te los reclamará cuando no vea esos montones prometidos. Buenos días
Charlotte.
Tu: Hola George. – Besé su mejilla.
Al parecer todos los invitados ya
habían llegado y estaban rodeando al pequeño John, que cogido de la mano de su
padre daba unos de sus primerizos pasos.
Heidi: Hola Charlie. – Saludó
sonriente – Creo que ya estamos todos.
Mick: Buenos días Charlotte. – Dijo –
Creo que Paul te estaba buscando, andaba con un enorme paquete por ahí.
Reí y entré dentro de la casa a dejar
el bolso, junto con las cosas que traía de mi hijo, y por allí como Mick me
había informado un paquete andante hizo presencia.
Tu: ¿Paul? – Pregunté riéndome.
Paul: ¡Charlotte! – Exclamó.
Dejó aquel paquete de regalo en el
suelo y pude ver lo exhausto que estaba.
Paul: John estaba ayudándome. – Me
explicó – Pero salió corriendo al escuchar tu coche, y me quedé yo solo con el
paquete.
Reí y me acerqué para darle un pequeño
abrazo, el cuál él me devolvió.
Paul: ¿Dónde está el pequeño John? –
Preguntó – Tengo que felicitarle.
Tu: Esta fuera con los demás. – Le
expliqué – Se alegrará por verte. Voy a saludar a todos los invitados que aún
no me ha dado tiempo.
Paul: ¡Oh! Se me estarán adelantando para felicitarle. - Exclamó.
Salí y saludé a los demás, Michelle
aceptó la invitación aún sabiendo que allí se encontraría Paul, pero al parecer
las cosas entre ellos ya se habían relajado hace tiempo. Ringo vino
lamentablemente solo otra vez, aunque él decía que estaba disfrutando de lo
mejor de su vida, haciendo y deshaciendo lo que quería. George, tras escuchar
los rumores con una chica, no la trajo a la comida, decía que aún era demasiado
pronto.
Incluso Brian aceptó venir y pasar el
día junto a nosotros.
El pequeño nada más ver a Paul
saliendo junto a mi, le señaló y rió.
Paul: ¿Quieres venir con el tío Paul?
– Preguntó – Soy su tío favorito.
Ringo: Eso es lo que crees tú. –
Murmuró.
Paul: ¡Oh! ¿No es evidente? – Preguntó
sonriente.
Ringo: Eso no lo puedes decir tú. Lo aceptaría si fuese una niña, pero siendo un niño... –
Dijo molesto – Deberá decidir él.
Tu: ¡Chicos! – Exclamé riéndome - No
le daréis a elegir con quien se quiere ir. ¿Verdad?
John: Por supuesto que no. – Dijo
serio.
Un silencio incómodo se creó en el
jardín de la casa, silencio que rompió el pequeño John que echó a llorar, al
ver que nadie le hacía caso.
Paul: No llores, no llores. – Repitió
– Mira, ¿Jugamos con la pelota en el césped?
Ringo: ¡Hey! – Exclamó – Yo también
jugaré.
Paul: Que ilusión - Musitó suspirando.
Los tres marcharon al césped y se
sentaron mientras la pelota iba pasando de unos a otros. Yo en cambio entré
junto a John para ir sacando la comida.
John: Se le ve feliz. – Dijo mirando
por la ventana – Quiero que mi hijo sea feliz.
Tu: Lo es. – Asentí poniéndome al lado
de John.
Del cuál recibí un pequeño beso en la
mejilla, lo que me hizo sonreír.
George: Perdón. – Dijo detrás de
nosotros - ¿Interrumpía algo?
John: Tú siempre interrumpes algo. –
Dijo.
Tu: No, tranquilo George. – Dije
sonriendo – Y tú no seas grosero Winston.
John: ¿Cómo me has llamado? – Preguntó
con el ceño fruncido - No me llames Winston, haz el favor.
George: Creo que Winston. – Repitió.
John: Gracias, ya lo había escuchado. –
Exclamó.
George: Como has preguntado... - Murmuró.
John: Calla George. - Se quejó - Me has llamado Winston, cosa que sabes queme molesta y que tiene unas graves consecuencias.
Mis ojos se abrieron de par en par,
pero pensé que aquello no iba enserio, por lo que me crucé los brazos y arqueé
las cejas.
Tu: No serás capaz John. – Dije
tranquilamente.
George. Yo mejor me marcho. – Informó
– Venía a por las demás bandejas, pero vendré después.
John: ¿Qué no seré capaz? – Preguntó -
¿Quieres comprobarlo?
Tu: No. – Negué – Por supuesto que no.
John: Esta bien. – Asintió – Retira lo
de Winston y yo retiraré mi sentencia.
Salí con bandejas en la mano llenas de
comida, mientras seguía charlando con John.
Tu: ¿Por qué tengo que retirar lo de
Winston? – Pregunté – Si es tú nombre.
John: Porque sabes perfectamente que
no me gusta que me llamen así. – Me recordó.
Tu: Pero es tú nombre. – Repetí.
John: ¿Quieres caer a la piscina? –
Preguntó mirando por encima de sus gafas.
De pronto llegaron Paul y Ringo con el
pequeño John, para sentarse a la mesa.
Ringo: ¿Quién va a caer a la piscina?
– Preguntó interesado.
John: Charlotte. – Explicó – Si no
retira como me ha llamado.
Tu: ¿Pero por qué lo tengo que
retirar? – Pregunté riéndome - Si te llamas Winston.
John: ¡Que no me llamo Winston! –
Exclamó de brazos cruzados – Me llamo John. ¡John Lennon!
George: Muy bien John Lennon. –
Asintió – Pero acaba de sacar la comida de una vez.
John: Si tienes hambre te levantas y
la coges tú. – Dijo seriamente.
Pasando de la conversación entré junto
a Michelle y preparamos las demás bandejas para sacar.
Michelle: Ha salido un buen día. –
Suspiró.
Tu: La verdad es que si, hemos tenido
suerte. – Afirmé.
Michelle: Lamento que lo vuestro haya
acabado así. – Dijo – Se os veía realmente unidos y ahora más con un hijo.
Tu: Las cosas nunca son como uno
quiere. – Le expliqué encogiéndome de hombros.
Michelle: Llegará otra persona. –
Afirmó – Siempre hay más hombres en el mundo, que te pueden hacer feliz.
Tu: Tú también lo encontrarás. –
Respondí sonriente.
Michelle: Lo sé. – Sonrió – O por lo
menos eso espero.
Salí y acabamos de sacar toda la
comida por lo que nos sentamos tranquilamente, aunque eso con aquellos chicos
era imposible, a disfrutar de una apacible comida.
John: Bueno, creo que ya es hora de
sacar el pastel. – Dijo levantándose - ¿Quieres pastel?
Ringo: ¡Si! – Exclamó.
John: Le preguntaba a mi hijo. – Frunció
el ceño.
Ringo: Ya lo sabía. – Se encogió de
hombros, mientras Paul reía.
Acompañé a John a sacar el pastel,
mientras Heidi sostenía al pequeño en sus piernas esperando a que su tarta de
cumpleaños apareciese con una vela en el centro encendida.
John: Espera, voy a encender la vela.
– Dijo enchufando una cerilla - ¡Ya esta!
Salí junto a John mientras los demás
entonaban el Cumpleaños Feliz, y Stuart
observaba asombrado todo lo que estaba sucediendo a su alrededor.
Pusimos el pastel justo enfrente suyo,
y entre todos le ayudamos a soplar aquella, vela, que se desvaneció, para que
después todos aplaudiésemos.
Realmente fue un bonito día, donde
todos lo pasamos juntos en familia y ningún comentario ni discusión lo
estropearon.
John: ¿Ya os marcháis? – Preguntó
mientras el cielo se oscurecía.
Mick: Nosotros si. – Asintió – Mañana
tengo que madrugar, ensayo por un concierto. Si no llego a la hora Andrew no sé
lo que me puede llegar hacer.
John: Os tiene atrapados. – Rió – Solo
os falta la correa.
Mick: No creas John. – Cogió la mano
de Heidi – No más atado que Brian, a vosotros.
Brian: No les subestimes, hacen conmigo lo que quieren. - Dijo apareciendo por detrás.
John: Todo lo que queremos no. - Sonrió malvadamente.
Brian: Será mejor que me marche. - Suspiró y de despidió con un estrechón de manos.
Me despedí de Mick, y seguidamente de
Heidi que dijo que me vería en los estudios el lunes próximo. Michelle no tardó
tampoco en marcharse hacía la ciudad y Ringo la llevó en coche.
Nos encontrábamos sentado en los sillones cuando George decidió que ya era hora de marcharse.
Paul: ¿Has quedado con…? – Se quedó
pensativo - ¿Cómo se llama?
John: ¡Una gran noche le espera al
joven George! – Canturreó, mientras se sentaba en el suelo a jugar con su hijo.
George: ¡Dejarme en paz! – Exclamó
molesto.
Paul: No te avergüences. – Sonrió – Ojala
yo tuviese una noche así.
John: ¿Mal de amores? – Preguntó, dándole vueltas a la peonza con la se entretenía el pequeño John.
Escuchaba aquella típica conversación
de los chicos mientras controlaba al pequeño John, que estaba sentado en la
alfombra con sus nuevos juguetes.
George: Mejor dicho amores no
correspondidos. – Dio un codazo a Paul - ¿No, Paul?
Paul: Cállate. – Susurró.
John: ¿Amores no correspondidos? –
Preguntó divertido - ¿A Paul McCartney? Vas perdiendo tus encantos a lo largo
de los años parece.
Paul: No es eso. – Negó encendiéndose
un cigarrillo.
John: ¿Y como yo no sé nada de eso? –
Preguntó molesto – Pensé que confiabas en mi Paul. Me has roto el corazón.
Paul: ¡Hey, Chicos! – Se quejó – Dejarlo
ya.
Tu: Dejarlo ya, que a Paul le estáis
sacando los colores. – Reí.
Los demás comenzaron a reír, en cambio
Paul se cruzó de brazos y dio una calada negando con la cabeza.
John: ¿Quién es? – Preguntó
interesado.
Paul: No es nadie. – Dijo serio
mordiéndose las uñas.
John: ¡No seas estúpido Paul! –
Exclamó – Ya lo sabe George, nos lo puedes decir, nadie más bocazas que George
está en esta sala.
George: ¡Eh! – Se quejó – Bocazas
serás tú.
John miró desafiante a George que
chistó con la lengua, pero pronto pusieron su atención en Paul otra vez.
John: ¿La conocemos? – Siguió
sonsacando.
Paul: John no es nadie. – Dijo –
Nadie.
John: Paul, si sufres mal de amores,
cuéntamelo, yo tengo mucha experiencia. – Asintió.
Paul: ¿Experiencia tú? ¿Con mal de
amores? – Preguntó – Tú no tienes experiencia con eso John, siempre has tenido
a la chica que has deseado en cualquier momento. ¿O no?
John guardó silencio y dio otra calada
a su cigarrillo, mientras observaba a Paul por encima de sus gafas.
John: Tú tampoco es que hayas sufrido
mucho por mujeres. – Le recordó.
Paul: Eso es lo que todos os creéis. –
Susurró.
John: ¿Lo que todos nos creemos? –
Preguntó sonriente – Lo que ocurre, tienes a cualquier mujer que quieras en tu
cama. ¿Me lo negarás?
Paul: A cualquier mujer no. – Murmuró.
John: ¿Te acuerdas de aquella apuesta
que hicimos en Hamburgo? – Le preguntó – Cayó en tu colchón aquella chica, y la
apuesta en Blackpool, también la ganaste llevándotela a tú cama.
Paul: Pero John, eso…
Tu: Bueno chicos. – Intervine – Yo
creo que me voy a ir yendo, no me gustaría conocer más detalles de vuestras
apuestas.
George: Si, mejor que no conozcas más.
– Asintió sentado en el sillón.
John: ¿Ya os marcháis? – Preguntó
levantándose del sillón.
Tu: Si, John ya debería de cenar y no
tardará en tener sueño. – Le expliqué.
John: Si quieres puede cenar aquí. –
Propuso – Le hacemos la cena y… bueno lo podemos acostar y…
Tu: No. – Negué sonriendo tímidamente
– Será mejor que nos vayamos.
Observé como Paul y George, miraban
interesados la escena que estábamos teniendo John y yo.
Paul: Si quieres os puedo llevar. –
Intervino – Para no tener que coger el coche de noche.
Tu: Pues… - Me quedé pensativa.
John: Tranquila yo mañana te llevo el
coche a los estudios. – Asintió y se acercó a su hijo - ¿Vienes con papá?
El pequeño asintió feliz y John le
cogió en brazos, mientras caminábamos hacía el coche de Paul, para guardar
todos los juguetes.
George: ¡¿Cómo puede pesar tanto un
oso de peluche?! – Preguntó.
John: ¡Venga George! – Le gritó – Que
no tenemos todo el día.
George: Estúpido. – Murmuró.
Entré en el coche junto a Paul, al
parecer George se quedaba un rato más en casa de John.
John: Mañana irá papa a verte. – Dijo
acariciando su pelo – Ahora tienes que descansar.
Adoraba ver como John le hablaba a
nuestro pequeño con aquel cariño y aprecio, para después despedirse de él, con un
pequeño beso.
John: Adiós Charlie. – Se despidió con
la mano – Mañana nos vemos. Conduce con cuidado Paul.
Tu: Buenas noches John. – Sonreí –
Adiós George.
George: Adiós chicos. – Dijo.
Paul: Tranquilo John. – Arrancó el
coche. – Hasta mañana.
Y tras aquella despedida iniciamos un
viaje hacía Londres. Hubo un largo silencio por el recorrido hasta que Paul,
comenzó a charlar.
Paul: Veo que las cosas no han ido por
mejor camino con John. – Dijo sutilmente.
Tu: Estamos bien. – Expliqué.
Paul: Eso no lo pongo en duda. – Asintió
– ¿Vuestra relación finalizó?
Tu: Tú mejor que nadie lo deberías de
saber James. – Dije sin ganas – Eres su mejor amigo.
Tal vez estaba siendo un poco borde
con Paul, pero sinceramente tanto hablar de aquel tema ya me comía las entrañas
y me cansaba.
Paul: Disculpa. – Murmuró – No quise
molestarte. Sé que no es de mi incumbencia Charlotte.
Hubo un pequeño silencio en el coche,
donde solo se escuchaban las gotas chocar contra los cristales.
Tu: No, discúlpame a mi. – Dije – No
debí ser tan borde, pero es que todo el mundo hace las mismas preguntas y…
Paul: Y duelen. – Asintió – Aún
sientes algo hacía John. ¿No?
Tu: Es el padre de mi hijo. – Le
expliqué – Mi primer amor verdadero, aquella persona con la que compartí todo.
Nunca dejaré de sentir hacía él.
Paul se limitó a asentir con al
cabeza, mientras observaba atentamente la carretera. En cambio el pequeño John
fue cerrando los ojos hasta entrar en un profundo sueño.
Tu: Se ha dormido. – Murmuré – Y
todavía no ha cenado.
Paul: Se le ve tan agradable
durmiendo. – Sonrió – Que da pena despertarle.
Suspiré y sonreí, cada vez las gotas
iban impidiendo ver la carretera, a la vez que al lluvia aumentaba el limpia
parabrisas del coche iba aumentando su velocidad.
Paul: Suerte que no dejamos que cogieses
el coche. – Explicó.
Tu: No hubiese pasado nada Paul. – Le
dije – Ahora tienes que hacer más camino.
Paul: Nunca se sabe Charlotte. – Negó
con la cabeza – No me importa hacer más camino, si se que habéis llegado bien a
casa.
Tu: Gracias. – Susurré.
Y tal y como dijo Paul, llegamos
perfectamente a casa. James me ayudó a subir al pequeño John en brazos hasta
casa, para después meterlo en aquella cuna de madera blanca.
Paul: Buenas noches John. – Susurró
tapándole con las sábanas.
Contemplé aquel gesto desde el marco
de la puerta y realmente me pareció un momento tierno.
Paul: Sigue durmiendo. – Dijo – Bueno,
yo creo que será mejor que me marche a casa bella Charlotte.
Tu: Yo creo que también McCartney. –
Asentí – Te agradezco que nos hayas traído.
Paul: Ha sido un placer. – Puso
aquella sonrisa encantadora, irresistible para muchas mujeres - ¿Nos vemos
mañana en los estudios?
Tu: Allí nos vemos. – Asentí abriendo
la puerta.
Paul: Buenas noches señorita
Sutcliffe. – Se tocó el pelo.
Tu: Buenas noches James. – Susurré
viendo como bajaba por aquellas escaleras.
RESPUESTAS DE COMENTARIOS:
Mer Starkey; Si Merce, al parecer han roto, todo ha acabado entre John y Charlotte. No me tomes por cruel, hahaha aunque un poco si lo soy porque hayan roto. Pero esto aún no ha acabado, todavía quedan varios capítulos, para llegar al final, y tranquila que puede que reaparezcas muy pronto en él. Muchísimas gracias por leerlo siempre, un besazo.
RESPUESTAS DE COMENTARIOS:
Mer Starkey; Si Merce, al parecer han roto, todo ha acabado entre John y Charlotte. No me tomes por cruel, hahaha aunque un poco si lo soy porque hayan roto. Pero esto aún no ha acabado, todavía quedan varios capítulos, para llegar al final, y tranquila que puede que reaparezcas muy pronto en él. Muchísimas gracias por leerlo siempre, un besazo.
COMO NO VOY A LEERLO! SI ES INCREIBLE! SDKAÑDALJKAÑSFL! jajajajajaja ME ENCANTA TU FIC!!! ^_^
ResponderEliminarQue cumpleaños más tierno!! Fue adorable! De verdad! Me encantó! Me encantó! Adoro al pequeño John, de verdad, lo adoro :333333 y pobre Paulie, está enamorado de Charlie pero no lo puede decir, el amor es así
Me encanta! Quiero volver a salir jajajajaja!!!!
Muchsisisisisisisimos besos :3 Sube pronto ;)