REMINDER: En el capítulo anterior, finalmente se descubrió como Paul volaba a Hamburgo para hacer que Charlotte entrara en razón y volviese junto con John a Londres. Nadie sabía de aquella marcha de Paul a Alemana, excepto George que le encubría en Inglaterra. ¿Charlotte regresará por fin a Londres?
Hamburgo; Primavera, Abril 1967.
Astrid: ¿Estás segura?
– Preguntó minutos antes de que embarcara camino a la capital de Inglaterra.
Tu: Si. – Asentí –
Creo que esto se lo debo a John, quiero que crezca junto a su padre y que su
padre pueda disfrutar de su hijo.
Astrid: ¿Dónde te
quedarás? – Preguntó con preocupación.
Tu: Hasta que
encuentre un piso me quedaré en un hotel o ya veré. – Le expliqué.
Tras despedirme de
Astrid y darle las muchas gracias por haberme acogido en su casa durante estos
meses, subí al avión junto al pequeño John de ocho meses de edad.
Fue un vuelo largo,
donde John estuvo todo el tiempo durmiendo en una silla que le habían preparado
con anterioridad.
El tiempo en Londres
era nublado y comenzó a llover mientras recogía el equipaje en el aeropuerto.
Llegué completamente agotada y tuve la suerte de encontrar un taxi que nos
llevó al hotel.
Tu: Esta es nuestra
habitación. – Dije entrando el carrito con John y las maletas – Nos tendremos
que apañar aquí mientras encontramos un piso.
Suspiré y me senté en
la cama pensando que sería lo mejor para hacer ahora mismo. Quería llamar a
Heidi antes que nada, ya que ella sabía que volvería a Londres y me dijo que
nada más llegar la llamase.
Heidi: ¿Dígame? – Preguntó a la otra línea del
teléfono.
Tu: Heidi soy yo. – Le dije – Soy Charlotte.
Heidi: Charlotte. – Susurró - ¿Ya estás aquí? ¿Has
venido? ¿Cómo ha ido el vuelo? Estoy en los estudios no puedo hablar muy alto.
Tu: Si, si. – Dije rápidamente – El vuelo muy
bien, nos hemos hospedado en el hotel y John se acaba de despertar hace un
rato.
Heidi: ¿En un hotel? – Preguntó enfadada – Te dije
que me avisaras que iríamos a por ti al aeropuerto y que te quedarías en mi
casa, hasta que encontrases un piso.
Tu: Sabes que no quería molestar. – Le expliqué –
Además con John sería más molestia.
Heidi: En serio, dime en cuál estás. – Me dijo –
Que vamos a por ti y te quedas en mi casa. A Mick no le importará.
Tu: Bueno, la verdad es que había pensado en
pasarme por los estudios para aclarar un poco las cosas. – Comenté.
Heidi: Los chicos ya se han marchado. – Informó –
Hoy no han venido por la tarde, la tenían libre.
Tu: Vaya. – Murmuré.
Heidi: ¿Quieres que pase a por ti? – Preguntó - ¿O
me quede con John, para que puedas ir a hablar con alguno?
Tu: La verdad es que no tengo ni idea. – Me quedé
pensativa – No sé que hacer.
Heidi: Mira escúchame. – Dijo – Cuando salga me
paso a recoger a John, y tú verás lo que hacer Charlotte.
Tu: Tal vez sea buena idea. – Murmuré mirando los
ojos cerrados de John.
Heidi: Entonces no hay más que hablar. – Suspiró –
Nada más salir me pasó y preguntó por tu número de habitación. Adiós Charlotte.
Tu: Hasta ahora Hei.
Preparé las cosas que
debería llevarse Heidi junto con John, dentro de mi no quería dejar a John,
pero prefería presentarme sola en mi antigua casa, para aclarar las cosas.
Heidi no tardó en
llegar y bajé junto con ella al Hall.
Heidi: Escúchame. –
Puso sus manos en mis hombros – Tranquila, yo me llevaré a John a casa y tu ves
con tranquilidad a hablar con el otro John. – Rió dulcemente – Lo cuidaré, te
lo prometo, lo cuidaré como su fuera mi hijo.
Sonreí y vi como lo
decía de corazón, lo que me hizo marchar más tranquila, aunque con miedo en el
cuerpo. Sin saber como iba a reaccionar John nada más verme aparecer en la
puerta de su casa.
Me despedí de Heidi y
besé la cabeza de mi hijo. Mi hijo. Aún no me había acostumbrado del todo a
decirlo.
Llamaron un taxi desde
la recepción del hotel, que no tardó en llegar.
- ¿A dónde? –
Me preguntó.
Tu: A Weybridge, Kenwood. – Le informé.
Creo que fue el camino
más largo de toda mi vida, más aún por culpa de la lluvia e trayecto se alargó.
-Ya hemos llegado
señorita. – Dijo mirando a través del espejo.
Tras decirme el precio
del viaje, se lo aboné y bajé del taxi. Las gotas de lluvía caían sobre mi,
pero eso no hizo que aumentara mi velocidad por llegar y llamar a la puerta del
jardín. Hasta que por fin me atreví.
- ¿Quién es? –
Preguntó aquella voz que tanto tiempo había anhelado - ¿Qué desea?
Tu: ¿Podría abrirme? –
Pregunté con voz entrecortada.
- ¿Pero quién
es usted? – Volvió a interrogar – Bueno, pase.
Sin dejar que
respondiese y sin reconocerme, caminé por el largo jardín hasta llegar al
techado de la entrada, donde la puerta se abrió lentamente y pude escuchar
voces desde dentro.
George: Seguro que es
alguien que ha averiguado donde vives. – Exclamó desde el interior.
Aquella persona que abrió la puerta se giró y finalmente ambos pudimos contemplarnos el uno al otro.
George: ¿Acerté? –
Insistió.
John, simplemente
observaba con la boca entreabierta y sin pronunciar ninguna palabra.
George: ¿John? –
Preguntó al no recibir respuesta - ¿Que ocurre? ¿Por qué no respondes? –Pude
ver como aparecía detrás de aquella persona que me observaba perplejo -
¡Charlotte! – Exclamó – Que sorpresa.
Se quedó en silencio
al igual que John había hecho desde el principio.
George: Creo que será
mejor que me marche. – Murmuró - Voy a por mis cosas. Y avisaré a Ringo.
Bajo un frío intenso y
completamente empapada vi como salían tanto George como Ringo y me abrazó
rápidamente y le dediqué una triste sonrisa, para volver a mirar como John no
pronunciaba ninguna palabra y me miraba sin expresar nada en su rostro.
John: Entra casa. –
Murmuró mientras me dejaba camino.
Acepté y entré dentro
de aquella cálida casa, pero sin quitar la vista de él.
John: Iré a coger unas
toallas y ropa para que te cambies. – Dijo igual de serio.
Tu: No hace falta. –
Dije evitando temblar de frío.
John: No quiero que mueras helada. –
Indicó – Ahora bajo.
Me quedé de pie y me
aproximé a la chimenea que se encontraba encendida, al igual que hacíamos en
esta época del año.
John: Toma. – Me
tendió una toalla – Deberías subir a ducharte.
Tu: No hace falta. –
Expliqué.
John: No te intentes
hacer la valerosa. – Dijo serio – Es tu casa, no quiero que te enfríes, ves a
darte un baño.
Asentí, sabía que
tenía razón sería mejor que me diese un baño. Marché escaleras arriba y vi como
se sentaba en el sofá suspirando y posando sus manos en la cabeza,
entristecido.
Dejé las toallas
colgadas de la percha del cuarto de baño, y entré en aquella ducha realmente
conocida para mi. Aquel baño me hizo relajarme y pensar con la cabeza lo que
estaba ocurriendo y lo que le iba a decir nada más bajar.
Con las ideas más
claras bajé al salón con la ropa que me había traído, la cuál era mía y se me
debió olvidar, al marcharme.
John: He preparado té.
– Dijo mientras servía una taza – Te vendrá bien después del baño.
Tu: Gracias. – Musité.
John: No hay de qué. –
Asintió y se sentó enfrente de mi. – ¡Vaya! ¿Es la moda en Hamburgo llevar esas
faldas tan cortas? – Miré aquella falda que me compré con Astrid- Bueno y… ¿A
que se debe esta inesperada visita?
Tu: John. – Murmuré –
Sabías que tarde o temprano íbamos a regresar.
John: Si. –
Asintió con orgullo – Pero pensé que
sería más temprano. Dijiste que necesitabas un tiempo.
Tu: Ha sido un tiempo.
– Afirmé.
John: ¡Un tiempo! –
Exclamó - ¡No cinco meses! ¿Sabes cuanto tiempo he estado esperando ver
aparecer un maldito coche que te trajera de vuelta? ¡Cinco malditos meses!
Desde Octubre que os marchasteis Charlie.
Tu: Lo sé John. –
Asentí cabizbaja aceptando todo aquello que me reprochaba.
Un silencio se
proclamó por toda aquella casa, donde John se levantó y comenzó a dar vueltas
en círculo.
John: ¿Y dónde está
Stuart? – Preguntó frenando en seco - ¿Dónde está mi hijo?
Tu: Heidi se ha
quedado con él. – Le expliqué.
John: ¿Para qué? –
Preguntó enfurecido – ¡¿Para volverte a marchar de esta casa?! ¿Cogerás otra
vez la puerta y te irás? ¿Te lo llevarás?
Tu: No, John. – Negué
tristemente.
Escuché como tiraba al
suelo su libreta llena de apuntes de canciones junto con el lápiz, pero antes
de que pudiese agacharme a recogerlo unas manos aprisionaban mi rostro
acercándolo hacía el suyo y apretando fuertemente sus labios contra los míos.
John: No te vuelvas a
marchar. – Murmuró juntando su frente con la mía – No me vuelvas a dejar, o
recaeré en la locura.
Tu: No lo haré. –
Musité – Lo prometo.
Otro beso después de
que hubiese terminado la frase, otro más, más apasionado, sus labios
recorriendo lentamente mi cuello, un escalofrío por mi cuerpo al sentir sus
manos cálidas con la piel de mi cintura.
John: No sabes cuando
he extrañado besarte. – Susurró junto a mi oído.
Los botones de la
camisa que llevaba fueron desabrochándose lentamente por las manos de John,
mientras mis manos se dedicaban a acariciar su rostro y la suave piel de su
cuello.
Lentamente la camisa
resbaló por mi cuerpo hasta encontrar su lugar en el suelo, por lo que al dejar
mi cuerpo al descubierto, el chico que se encontraba delante de mi aprovechó
para besar y acariciar cada una de esas partes desnudas.
En aquel momento no
podía pensar en otro cosa, solamente en estar con él y dejar que John besara y
me tuviera como anteriormente ocurría.
Lentamente fue
subiendo escalón en escalón, sin despegar sus labios de los míos, mientras me
sostenía, para dejarme caer en la cama del dormitorio y poder sentir su cuerpo
junto con el mío.
John: ¿Quieres
continuar? – Susurró mientras su corazón iba acelerado.
Sin decir una sola
palabra asentí y comencé a desabrochar los botones de su camisa blanca, al
igual que él había hecho anteriormente con la mía.
Una pequeña pero
delante sonrisa se extendió en su rostro, para después rozar las yemas de sus
dedos por mi espalda y desabrochar aquello que parecía molestarle, y que al
poco tiempo cayó a saber donde, por la habitación.
John: Eres tan
hermosa. – Susurró acariciando cada parte de mí.
Lentamente llevé mis
manos a su cintura, donde me topé con su cinturón, que fue desabrochado sin
complicación al igual que el botón. Sus pantalones negros cayeron fugazmente
hacía el suelo, a lo que se tuvo que separar de mi para deshacerse de ellos,
pero mis labios seguían requiriendo sus besos.
John: Tú nueva moda en
Hamburgo me está trayendo problemas con la cremallera. – Susurró.
Busqué sus manos con
la mía, le ayudé y entre ambos conseguimos deshacernos de aquella falda
relativamente más corta.
La cortina de la
habitación no se encontraba del todo cerrada, por lo que los rayos de la luna
entraban por la ventana dejándome observar aquel perfecto torso desnudo.
John no tardó en hacer
desaparecer aquellas dos prendas que quedaban en nuestro cuerpo, su respiración
entrecortada y sus pulsaciones rápidamente aceleradas las notaba en cada parte
de mí.
Entrelazó sus dedos
con los míos y los apretó con fuerza a la vez que le notaba dentro de mí una
vez más, pero esta era completamente diferente de las demás. Sus jadeos se
juntaron con los míos, mientras nuestros labios estaban levemente entreabiertos,
los unos con los otros.
Aquella noche pasó
algo especial y realmente increíble.
Ha vuelto!!! Siiiiii :) wiiiiii y y se han divertido mucho por un día jajajajaja que tiernos!! Y ahora John padre se reencontrará con John Junior :3 ya quiero leerlo!
ResponderEliminarMe encantó el capítulo Lara, escribes genial
Muchos besos y abrazos, sube prooontooo! :33
Que intenso O.O!
ResponderEliminarJohn es tan lindo C:
Me encanto el capitulo!