14 de noviembre de 2012

45. Till there was you.


REMINDER: En el capítulo anterior, finalmente se descubrió como Paul volaba a Hamburgo para hacer que Charlotte entrara en razón y volviese junto con John a Londres. Nadie sabía de aquella marcha de Paul a Alemana, excepto George que le encubría en Inglaterra. ¿Charlotte regresará por fin a Londres?

Hamburgo; Primavera, Abril 1967.

Astrid: ¿Estás segura? – Preguntó minutos antes de que embarcara camino a la capital de Inglaterra.

Tu: Si. – Asentí – Creo que esto se lo debo a John, quiero que crezca junto a su padre y que su padre pueda disfrutar de su hijo.

Astrid: ¿Dónde te quedarás? – Preguntó con preocupación.

Tu: Hasta que encuentre un piso me quedaré en un hotel o ya veré. – Le expliqué.

Tras despedirme de Astrid y darle las muchas gracias por haberme acogido en su casa durante estos meses, subí al avión junto al pequeño John de ocho meses de edad.

Fue un vuelo largo, donde John estuvo todo el tiempo durmiendo en una silla que le habían preparado con anterioridad.

El tiempo en Londres era nublado y comenzó a llover mientras recogía el equipaje en el aeropuerto. Llegué completamente agotada y tuve la suerte de encontrar un taxi que nos llevó al hotel.

Tu: Esta es nuestra habitación. – Dije entrando el carrito con John y las maletas – Nos tendremos que apañar aquí mientras encontramos un piso.

Suspiré y me senté en la cama pensando que sería lo mejor para hacer ahora mismo. Quería llamar a Heidi antes que nada, ya que ella sabía que volvería a Londres y me dijo que nada más llegar la llamase.

Heidi: ¿Dígame? – Preguntó a la otra línea del teléfono.
Tu: Heidi soy yo. – Le dije – Soy Charlotte.
Heidi: Charlotte. – Susurró - ¿Ya estás aquí? ¿Has venido? ¿Cómo ha ido el vuelo? Estoy en los estudios no puedo hablar muy alto.
Tu: Si, si. – Dije rápidamente – El vuelo muy bien, nos hemos hospedado en el hotel y John se acaba de despertar hace un rato.
Heidi: ¿En un hotel? – Preguntó enfadada – Te dije que me avisaras que iríamos a por ti al aeropuerto y que te quedarías en mi casa, hasta que encontrases un piso.
Tu: Sabes que no quería molestar. – Le expliqué – Además con John sería más molestia.
Heidi: En serio, dime en cuál estás. – Me dijo – Que vamos a por ti y te quedas en mi casa. A Mick no le importará.
Tu: Bueno, la verdad es que había pensado en pasarme por los estudios para aclarar un poco las cosas. – Comenté.
Heidi: Los chicos ya se han marchado. – Informó – Hoy no han venido por la tarde, la tenían libre.
Tu: Vaya. – Murmuré.
Heidi: ¿Quieres que pase a por ti? – Preguntó - ¿O me quede con John, para que puedas ir a hablar con alguno?
Tu: La verdad es que no tengo ni idea. – Me quedé pensativa – No sé que hacer.
Heidi: Mira escúchame. – Dijo – Cuando salga me paso a recoger a John, y tú verás lo que hacer Charlotte.
Tu: Tal vez sea buena idea. – Murmuré mirando los ojos cerrados de John.
Heidi: Entonces no hay más que hablar. – Suspiró – Nada más salir me pasó y preguntó por tu número de habitación. Adiós Charlotte.
Tu: Hasta ahora Hei.

Preparé las cosas que debería llevarse Heidi junto con John, dentro de mi no quería dejar a John, pero prefería presentarme sola en mi antigua casa, para aclarar las cosas.

Heidi no tardó en llegar y bajé junto con ella al Hall.

Heidi: Escúchame. – Puso sus manos en mis hombros – Tranquila, yo me llevaré a John a casa y tu ves con tranquilidad a hablar con el otro John. – Rió dulcemente – Lo cuidaré, te lo prometo, lo cuidaré como su fuera mi hijo.

Sonreí y vi como lo decía de corazón, lo que me hizo marchar más tranquila, aunque con miedo en el cuerpo. Sin saber como iba a reaccionar John nada más verme aparecer en la puerta de su casa.

Me despedí de Heidi y besé la cabeza de mi hijo. Mi hijo. Aún no me había acostumbrado del todo a decirlo.
Llamaron un taxi desde la recepción del hotel, que no tardó en llegar.

 ¿A dónde? – Me preguntó.

Tu: A Weybridge, Kenwood. – Le informé.

Creo que fue el camino más largo de toda mi vida, más aún por culpa de la lluvia e trayecto se alargó.

-Ya hemos llegado señorita. – Dijo mirando a través del espejo.

Tras decirme el precio del viaje, se lo aboné y bajé del taxi. Las gotas de lluvía caían sobre mi, pero eso no hizo que aumentara mi velocidad por llegar y llamar a la puerta del jardín. Hasta que por fin me atreví.

-  ¿Quién es? – Preguntó aquella voz que tanto tiempo había anhelado - ¿Qué desea?

Tu: ¿Podría abrirme? – Pregunté con voz entrecortada.

- ¿Pero quién es usted? – Volvió a interrogar – Bueno, pase.

Sin dejar que respondiese y sin reconocerme, caminé por el largo jardín hasta llegar al techado de la entrada, donde la puerta se abrió lentamente y pude escuchar voces desde dentro.

George: Seguro que es alguien que ha averiguado donde vives. – Exclamó desde el interior.


Aquella persona que abrió la puerta se giró y finalmente ambos pudimos contemplarnos el uno al otro.

George: ¿Acerté? – Insistió.

John, simplemente observaba con la boca entreabierta y sin pronunciar ninguna palabra.

George: ¿John? – Preguntó al no recibir respuesta - ¿Que ocurre? ¿Por qué no respondes? –Pude ver como aparecía detrás de aquella persona que me observaba perplejo - ¡Charlotte! – Exclamó – Que sorpresa.

Se quedó en silencio al igual que John había hecho desde el principio.

George: Creo que será mejor que me marche. – Murmuró - Voy a por mis cosas. Y avisaré a Ringo.

Bajo un frío intenso y completamente empapada vi como salían tanto George como Ringo y me abrazó rápidamente y le dediqué una triste sonrisa, para volver a mirar como John no pronunciaba ninguna palabra y me miraba sin expresar nada en su rostro.

John: Entra casa. – Murmuró mientras me dejaba camino.

Acepté y entré dentro de aquella cálida casa, pero sin quitar la vista de él.

John: Iré a coger unas toallas y ropa para que te cambies. – Dijo igual de serio.

Tu: No hace falta. – Dije evitando temblar de frío.

John: No quiero que mueras helada. – Indicó – Ahora bajo.

Me quedé de pie y me aproximé a la chimenea que se encontraba encendida, al igual que hacíamos en esta época del año.

John: Toma. – Me tendió una toalla – Deberías subir a ducharte.

Tu: No hace falta. – Expliqué.

John: No te intentes hacer la valerosa. – Dijo serio – Es tu casa, no quiero que te enfríes, ves a darte un baño.

Asentí, sabía que tenía razón sería mejor que me diese un baño. Marché escaleras arriba y vi como se sentaba en el sofá suspirando y posando sus manos en la cabeza, entristecido.

Dejé las toallas colgadas de la percha del cuarto de baño, y entré en aquella ducha realmente conocida para mi. Aquel baño me hizo relajarme y pensar con la cabeza lo que estaba ocurriendo y lo que le iba a decir nada más bajar.

Con las ideas más claras bajé al salón con la ropa que me había traído, la cuál era mía y se me debió olvidar, al marcharme.

John: He preparado té. – Dijo mientras servía una taza – Te vendrá bien después del baño.

Tu: Gracias. – Musité.

John: No hay de qué. – Asintió y se sentó enfrente de mi. – ¡Vaya! ¿Es la moda en Hamburgo llevar esas faldas tan cortas? – Miré aquella falda que me compré con Astrid- Bueno y… ¿A que se debe esta inesperada visita?

Tu: John. – Murmuré – Sabías que tarde o temprano íbamos a regresar.

John: Si. – Asintió  con orgullo – Pero pensé que sería más temprano. Dijiste que necesitabas un tiempo.

Tu: Ha sido un tiempo. – Afirmé.

John: ¡Un tiempo! – Exclamó - ¡No cinco meses! ¿Sabes cuanto tiempo he estado esperando ver aparecer un maldito coche que te trajera de vuelta? ¡Cinco malditos meses! Desde Octubre que os marchasteis Charlie.

Tu: Lo sé John. – Asentí cabizbaja aceptando todo aquello que me reprochaba.

Un silencio se proclamó por toda aquella casa, donde John se levantó y comenzó a dar vueltas en círculo.

John: ¿Y dónde está Stuart? – Preguntó frenando en seco - ¿Dónde está mi hijo?

Tu: Heidi se ha quedado con él. – Le expliqué.

John: ¿Para qué? – Preguntó enfurecido – ¡¿Para volverte a marchar de esta casa?! ¿Cogerás otra vez la puerta y te irás? ¿Te lo llevarás?

Tu: No, John. – Negué tristemente.

Escuché como tiraba al suelo su libreta llena de apuntes de canciones junto con el lápiz, pero antes de que pudiese agacharme a recogerlo unas manos aprisionaban mi rostro acercándolo hacía el suyo y apretando fuertemente sus labios contra los míos.

John: No te vuelvas a marchar. – Murmuró juntando su frente con la mía – No me vuelvas a dejar, o recaeré en la locura.

Tu: No lo haré. – Musité – Lo prometo.

Otro beso después de que hubiese terminado la frase, otro más, más apasionado, sus labios recorriendo lentamente mi cuello, un escalofrío por mi cuerpo al sentir sus manos cálidas con la piel de mi cintura.

John: No sabes cuando he extrañado besarte. – Susurró junto a mi oído.

Los botones de la camisa que llevaba fueron desabrochándose lentamente por las manos de John, mientras mis manos se dedicaban a acariciar su rostro y la suave piel de su cuello.
Lentamente la camisa resbaló por mi cuerpo hasta encontrar su lugar en el suelo, por lo que al dejar mi cuerpo al descubierto, el chico que se encontraba delante de mi aprovechó para besar y acariciar cada una de esas partes desnudas.

En aquel momento no podía pensar en otro cosa, solamente en estar con él y dejar que John besara y me tuviera como anteriormente ocurría.

Lentamente fue subiendo escalón en escalón, sin despegar sus labios de los míos, mientras me sostenía, para dejarme caer en la cama del dormitorio y poder sentir su cuerpo junto con el mío.

John: ¿Quieres continuar? – Susurró mientras su corazón iba acelerado.

Sin decir una sola palabra asentí y comencé a desabrochar los botones de su camisa blanca, al igual que él había hecho anteriormente con la mía.
Una pequeña pero delante sonrisa se extendió en su rostro, para después rozar las yemas de sus dedos por mi espalda y desabrochar aquello que parecía molestarle, y que al poco tiempo cayó a saber donde, por la habitación.

John: Eres tan hermosa. – Susurró acariciando cada parte de mí.

Lentamente llevé mis manos a su cintura, donde me topé con su cinturón, que fue desabrochado sin complicación al igual que el botón. Sus pantalones negros cayeron fugazmente hacía el suelo, a lo que se tuvo que separar de mi para deshacerse de ellos, pero mis labios seguían requiriendo sus besos.

John: Tú nueva moda en Hamburgo me está trayendo problemas con la cremallera. – Susurró.

Busqué sus manos con la mía, le ayudé y entre ambos conseguimos deshacernos de aquella falda relativamente más corta.
La cortina de la habitación no se encontraba del todo cerrada, por lo que los rayos de la luna entraban por la ventana dejándome observar aquel perfecto torso desnudo.

John no tardó en hacer desaparecer aquellas dos prendas que quedaban en nuestro cuerpo, su respiración entrecortada y sus pulsaciones rápidamente aceleradas las notaba en cada parte de mí.

Entrelazó sus dedos con los míos y los apretó con fuerza a la vez que le notaba dentro de mí una vez más, pero esta era completamente diferente de las demás. Sus jadeos se juntaron con los míos, mientras nuestros labios estaban levemente entreabiertos, los unos con los otros.

Aquella noche pasó algo especial y realmente increíble.

2 comentarios:

  1. Ha vuelto!!! Siiiiii :) wiiiiii y y se han divertido mucho por un día jajajajaja que tiernos!! Y ahora John padre se reencontrará con John Junior :3 ya quiero leerlo!
    Me encantó el capítulo Lara, escribes genial
    Muchos besos y abrazos, sube prooontooo! :33

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  2. Que intenso O.O!
    John es tan lindo C:
    Me encanto el capitulo!

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